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La base de la rotación y el error del neófito

  • La premisa de Berizzo de dar sitio y repartir esfuerzos entre todos provocó un once desestructurado

Eduardo Berizzo observa el entrenamiento con los balones de la Champions tras él.

Eduardo Berizzo observa el entrenamiento con los balones de la Champions tras él. / fotos: antonio pizarro

Eduardo Berizzo lleva a rajatabla una premisa para tener involucrado y fresco a su equipo. En el Celta, su único precedente en España, logró llegar lejos en los torneos por eliminatorias bajo esa idea innegociable, aunque su trayectoria en la Liga Europa y la Copa del Rey, alcanzando las semifinales en ambas, provocó que terminase dividiendo a su plantilla en un equipo A y otro B. El B terminó decimotercero en la Liga, a casi 20 puntos de los puestos europeos. Verse en tan altas instancias, en un debutante en la Liga Europa además, lo llevó a ese extremo de su idea. En el Sevilla, en cambio, él mismo ha asegurado, en una ingeniosa frase, que afronta "38 Ligas de un partido". Sin embargo, la realidad ha sido distinta. En la primera de esas 38 Ligas, se dejó dos puntos por mirar en exceso a la inminente cita de la Liga de Campeones, en la que también es debutante.

En el empate en el esperado estreno liguero de Berizzo como entrenador del Sevilla se acumularon varios factores determinantes. El infortunio medió varias veces, la primera de ellas en la lesión de David Soria a los dos minutos, lo que lo privó de realizar dos cambios sobre un once que, desde que fue anunciado, impelió a pensar en una rectificación durante el partido: terminó usando los dos cambios en un centro del campo mal pergeñado por la elección de futbolistas. Éste fue otro factor, quizá el más determinante. Como también lo fue que Muriel, en su debut, tuviese la mala suerte de que las tres opciones más claras de batir al meta rival, un brillante Pau López, le cayera el balón a su pierna mala, la izquierda.

3Descartes. Los que hizo Berizzo en su lista para recibir al Espanyol: Pareja, Krohn-Dehli y Montoya

Entre los factores que coadyuvaron a ese empate que impidió al Sevilla subirse desde el inicio al tren de los que suman de tres en tres, que es lo que busca, hay un nudo dialéctico entre esa premisa innegociable de la rotación, como filosofía grupal de Berizzo, y la pulsión emocional del neófito en la Champions. El 1-2 cobrado en la ida del play off en Estambul no bastó para que Berizzo templara su ánimo y buscara un mayor equilibrio competitivo en su primer once liguero. De entrada no cumplió con ese aserto de las 38 Ligas de un partido, porque el once elegido para la primera jornada liguera apunta más a un equipo B que a uno que compita por asentarse desde el principio en la zona noble de la clasificación. No a otra cosa aspira este Sevilla que quiere seguir subiendo peldaños en su continuo crecimiento. Y Nervión no es Balaídos, claro que no. Las críticas florecieron, por esa revolución total que hizo entre los once titulares de Estambul y el del Espanyol, un buen rival.

Y no es que Berizzo anduviera corto de efectivos. Hasta tres descartes por decisión técnica realizó el técnico sevillista al confeccionar, horas antes del partido con el Espanyol, la convocatoria de 18 futbolistas. A saber, Pareja, Krohn-Dehli y Montoya. Que el capitán y jefe de la defensa descanse en el debut de Liga es una elección respetable, pero que choca con la autoexigencia del Sevilla. Y que el jugador que mejor conoce el estilo de juego sea reservado para un partido de vuelta de Champions, por mucho que se juegue la temporada en esta cita, con un 1-2 en la ida, también.

De los nueve cambios introducidos ante el Espanyol, casi todos entrarían en una rutinaria rotación menos revolucionaria. Pero entre éstos había nada menos que cuatro debutantes en la Liga, dos de ellos defensas además: Corchia, Kjaer, Borja Lasso y Muriel. Y a esto hay que unir que hubo más de un futbolista que actuó fuera de sitio: Sarabia en el lateral izquierdo, una solución de urgencia que ya adoptó Sampaoli el curso pasado, y Borja Lasso, quien, como Ganso, es mediapunta, 10 puro, no medio centro organizador, no un 8 que conecte las líneas. Hacer coincidir al canterano, en su primer partido en la Primera División, con un jugador que ya ha evidenciado que necesita un contexto especial para poder lucir su clase, como es Ganso, fue el riesgo mayor que asumió Berizzo y lo que acabó desestructurando el esquema del Sevilla.

La rectificación posterior no bastó. El poste, Pau López y ese inoportuno parón para beber en la segunda parte hicieron el resto para que la premisa de la rotación, llevada al extremo por los nervios del neófito, saliera regular. Berizzo, no obstante, seguirá con sus rotaciones, seguramente con más tino que la de su estreno liguero. Es su forma de hacer competir a toda la plantilla y no la va a cambiar por un traspié inicial.

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