Celta-Sevilla: Ganar y huir de la agonía

El Sevilla afronta una primera final en Balaídos antes de la que debe arrostrar frente a Las Palmas aliviado por su derrota con el Rayo pero aún urgido por la clasificación y por la sensación de fatalismo general

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Joaquín Caparrós intenta animar a Suso e Isaac ante el sancionado Carmona. / Antonio Pizarro

El miedo se ha instalado en el sevillismo sobre la lógica de los fríos datos. Dos puntos sumados de los últimos 21 en juego han colocado al Sevilla al filo del abismo y el temor generalizado es que la situación anímica del equipo es más propicia a la precipitación al vacío que a mantenerse firme ante la angustiosa situación. Joaquín Caparrós no surtió el efecto deseado cuando el consejo de administración impelió al comité de dirección a darle un giro de timón al rumbo cuando García Pimienta se atascó y concatenó cuatro derrotas desde el último triunfo, en San Sebastián (0-1). Y con dos empates en casa y la derrota en Pamplona, siempre con algún feo guiño de la fortuna por medio, la cadena de acontecimientos ha acentuado esa sensación de angustia.

No le cabe otra a Caparrós que lograr su primer triunfo en esta su cuarta etapa en el Sevilla, máxime tras lo ocurrido anoche entre Las Palmas, próximo rival en Nervion, y Rayo Vallecano. La derrota canaria (0-1) alivia algo la ansiedad pero para huir de la agonía es preceptivo un triunfo.

El utrerano fue el elegido para tratar de sanar con sus bálsamos de viejo curandero a un enfermo que tiene muchos síntomas extradeportivos. Fue una decisión forzada y hasta puede que precipitada. A toro pasado es imposible saber si este equipo, con Lukébakio inmerso en una preocupante sequía y errores individuales que lastran al rendimiento colectivo, como el de Nyland en el 0-1 del Leganés, habría ganado al Alavés o al equipo pepinero con García Pimienta.

Onces probables. / E. F. / Infografía

Su destitución llegó en otra noche aciaga, la de Mestalla, con arbitraje más que discutible. Quizá fue el partido en el que menos mereció ser castigado el entrenador, pero la corriente negativa se lo llevó por delante y su misma precipitación ha provocado el efecto contrario: que el miedo se vaya acentuando conforme Caparrós no ido siendo capaz de ganar su primer partido.

El Celta es todo lo contrario que el Sevilla actualmente. Un equipo bien dirigido por Claudio Giráldez que juega por el prurito de intentar meterse en Europa pero sin presión alguna. Y con un fútbol vistoso en el que Iago Aspas está viviendo una segunda juventud, como demostró en su exhibición en el Santiago Bernabéu, donde el Celta casi da la campanada. El capitán celtiña cumplirá este sábado curiosamente diez años justos desde la primera y única vez que se enfrentó al Celta con otro equipo. Fue el 10 de mayo de 2015, con el Sevilla de Unai Emery poco antes de que lograra la cuarta UEFA Europa League en Varsovia frente al Dnipro. Ahora el que se jugará en Polonia un título europeo, aunque menor, será el Betis, y eso también influye en el ánimo fatalista que reconcome como un peligroso virus a todo el Sevilla y al sevillismo. Tanto ha virado el club una década después...

Para no recitar el entre todos lo mataron y él solito se murió, al equipo de Caparrós no le queda otra que tomarse el encuentro como una auténtica final. Da pavor pensar que una derrota obligue a jugarse a una bala en el Ramón Sánchez-Pizjuán contra Las Palmas su futuro en la Primera División, porque el calendario no ayuda tampoco a templar los nervios, con Real Madrid y Villarreal como los dos últimos enemigos a los que debe enfrentarse este equipo que también es presa de la ansiedad.

Y eso que ha tenido grandes ratos de fútbol: en Pamplona no mereció perder pese a jugar con uno menos por la injusta expulsión de Lukébakio. Y contra el Leganés de nuevo apareció el infortunio, tanto en los goles encajados –dos faltas previas inexistentes– como en los errores frente a la portería contraria. Hechos que dan que pensar en esa concatenación infortunada que suele conducir al desenlace fatal. Pero Caparrós quiere conjurar esa angustia antes de que derive en agonía sin vuelta atrás.

Cuenta con nuevas bajas: las del sancionado Carmona y el lesionado Sow. Pero aun así tiene mimbres. La cantera ya demostró contra el Leganés que está atenta a la llamada a las filas del honor sevillista. Es la hora de los hombres.

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