Sevilla FC

El conflicto en el grupo y la figura del mediador

Steven N'Zonzi.

Steven N'Zonzi. / antonio pizarro

La aparición de un conflicto dentro de un grupo humano, en este caso en el ámbito deportivo, es una circunstancia frecuente -casi diaria podíamos decir- que un director de equipo debe saber gestionar según las habilidades de liderazgo que haya podido ganarse sobre ese grupo, un trabajo que, evidentemente, no es fruto de dos días.

Hay que diferenciar entre un líder y un jefe. Nada que ver. Lo primero hay que ganárselo y a menudo surge sin que el protagonista lo busque. Lo segundo llega impuesto, pero nunca jamás tendrá la fuerza de lo primero. Los entrenadores sueñan con reforzar sus jefaturas con un liderazgo espontáneo y para ello la aparcición de un conflicto es una excelente oportunidad para que, bien gestionado, repercuta positivamente en su posición al frente del grupo.

Y todo eso acaba influyendo en el rendimiento individual y colectivo. Los clubes profesionales, más en la medida en que cuentan y gestionan un activo humano y económico grandioso (la cotización de una determinada plantilla en el mercado es el patrimonio de cualquier entidad), suelen apoyar el trabajo de sus entrenadores con las figuras que sean necesarias para mejorar este aspecto. Nunca estarán a la altura de la gestión de un primer espada, del entrenador que al final es el que decide, pero al final son una herramienta que refuerza lo que se ha dado en llamar las estructuras. Un psicólogo, un intérprete para un jugador extranjero, un traductor que forma parte del cuerpo técnico como fue Cheryshev para agilizar la adaptación de Konoplyanka o la figura de un mediador, recientemente incorporada al organigrama de la dirección deportiva del Sevilla.

El último profesional que entró por las puertas del Ramón Sánchez-Pizjuán, ex futbolista, con la edad idónea para conectar con el profesional y avalado por el trabajo realizado en otras entidades en esta misma función, llegaba para mediar en conatos de conflicto que iban apareciendo aquí y allá dentro de un vestuario que -para qué engañarnos- echaba de menos la figura del mejor mediador que ha tenido el Sevilla en los últimos tiempos. Mediador, ojeador, asistente de las familias de los futbolistas, padre y madre de los mismos si hacía falta, abogado y hasta representante. Se llamaba Monchi y con él la presidencia podía dormir tranquila porque si en la plantilla surgía un conflicto, era capaz de reconducirlo.

Para entrenadores inteligentes y capaces de gestionarlos satisfactoriamentye, el conflicto es una excelente oportunidad para reforzar su posición en el grupo, unas veces con castigo como ejemplo al mismo y otras veces sabiendo llevar esa posición de fuerza hasta el límite justo.

El caso que el Sevilla vive con N'Zonzi, sin duda la mayor estrella desde el pasado verano tras la salida de Vitolo, de momento ha retratado al mediador y pone en una situación muy difícil al que está obligado, con ayuda o sin ella, a salir reforzado del conflicto.

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