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Ben Yedder afila la idea de Sampaoli (0-4)

  • El Sevilla se luce en Anoeta gracias al liderazgo ofensivo del delantero franco-tunecino y a una mejor disposición en el campo con tres centrales. 

  • El equipo nervionense demuestra a la Real quién es el mejor de su liga. 

Ben Yedder celebra uno de sus tantos en Anoeta.

Ben Yedder celebra uno de sus tantos en Anoeta. / Javier Etxezarreta (EFE)

El Sevilla reaccionó a lo grande cuando más lo necesitaba y en un escenario de altura, un estadio que se le suele dar muy mal y ante un rival que amenazaba con discutirle seriamente ese prurito contestatario que quiere sostener como tercero de la Liga. La Real Sociedad, el equipo que empezaba a definirse como la típica revelación de cada temporada, fue un pelele en manos de la escuadra de Jorge Sampaoli, quien en esta ocasión sí apostó por un once inicial fundamentado en la lógica, sin mirar más allá o más acá, gracias a que pudo alinear a Rami y así disponer de su zaga de tres predilecta. A partir de ahí, emergió de nuevo un gran Sevilla que tuvo en Ben Yedder a su abanderado, al baluarte que destrozó al equipo de Eusebio afilando y dándole veneno a la idea de juego de Sampaoli.

El franco-tunecino firmó tres goles, a cuál más bello en cuanto a factura y efectividad, de delantero caro, pudo hacer alguno más y se permitió el lujo de darle otro a Sarabia. Punzante, vertical, dinámico, inteligente... fue una verdadera pesadilla para una zaga realista mermada de antemano y a la que Eusebio trató de enmendar con algún cambio que no fue sino otra víctima de la avidez predadora del delantero sevillista. A Ben Yedder sólo le hacía falta un empujoncito de confianza, al margen del apoyo de Franco Vázquez y de un gran posicionamiento del equipo en el campo, para demostrar que puede ser ese delantero que dé efectividad total al dominio del juego sevillista.

Era un Sevilla totalmente distinto al del Santiago Bernabéu desde la misma elección del once. Se encuentra mucho más seguro el equipo con tres centrales y la suspensión cautelar de la sanción de Rami posibilitó a Sampaoli alinearlo junto a Mercado y Pareja para estructurar el sistema tras el desastre copero. Así, N'Zonzi, con Pareja como último hombre, se encontraba respaldado para repartir el juego y para adelantar unos metros su posición a la hora de presionar a Granero o a Illarramendi. Y esto producía un efecto dominó positivo en todo el equipo en el que también tenía que ver que Mariano volvía a sentirse libre en el flanco derecho para percutir sin mirar el retrovisor y que Franco Vázquez, fresco y con ganas, igual hostigaba al medio de la Real, Illarramendi generalmente, que templaba en los tres cuartos esperando a Nasri o Vitolo. De esta forma, el Sevilla se plantó en el campo de la Real Sociedad con determinación y seguridad. Primero de forma intermitente, sin la suficiente continuidad. Luego, con convicción, más aún cuando Ben Yedder desbrozó los caminos del gol con su movilidad.

En el ínterin, la Real había asustado un poco, sólo un poco, aprovechando algún despiste del sistema defensivo: un disparo a media vuelta con veneno de Willian José después de que Franco Vázquez rompiera el fuera de juego en una segunda jugada; y un disparo tras dos recortes de Carlos Vela en una relajación imperdonable del flanco derecho ante un saque de banda. Pero la realidad es que el Sevilla tenía el partido controlado hasta que encontró los resquicios gracias al dúo formado por Franco Vázquez y Ben Yedder. Bueno, gracias a eso y a su buen posicionamiento en el campo, que es la madre del cordero.

Ya había avisado el franco-tunecino de que había entrado con ganas al partido. Cayendo tanto al flanco izquierdo como al derecho del ataque, tiró desmarques y ofreció referencias fuera del área para mover el árbol. Y cantó bingo en el minuto 25. El delantero sevillista se la dejó de primera a Franco Vázquez y éste optó por disparar a contrapié desde unos 20 metros. Rulli dudó entre blocar y despejar y Ben Yedder, con sutil habilidad e instinto matador, se la coló por debajo pese a su posición escorada. Tras el 0-1, el Sevilla le dio una vuelta de tuerca a su presión y fruto de ésta llegó el segundo gol, gracias a un mal despeje de Yuri tras centro de Nasri que el Mudo, muy intuitivo, convirtió en pase letal de cabeza a Ben Yedder. El goleador sólo tuvo que hacer lo que mejor sabe, recortar con frialdad a Rulli y ponerla con decisión cerca de una escuadra, con total naturalidad.

La Real intentó reaccionar, pero el Sevilla le paró los pies en seco. Una presión adelantada de N’Zonzi propició otra gran ocasión de Ben Yedder antes del descanso. Rulli le sacó una mano prodigiosa. Evidentemente, Eusebio mandó quemar sus naves en la reanudación. La Real adelantó sus filas y el Sevilla pasó por una fase de agobio en la que no lograba defender con el balón. Oyarzabal, ahora en la derecha, hacía daño y parecía que había otro partido. Hasta que una salida imperial de N’Zonzi, apoyándose en Nasri y culminada con un disparo flojo de Franco Vázquez, y la entrada de Sarabia para refrescar los tres cuartos volvieron a poner las cosas en su sitio. El Sevilla dio de nuevo un paso adelante para presionar arriba, con Rami y Pareja saliendo a campo contrario a anticiparse, y remató la faena con otra sutileza de Ben Yedder a pase de Vitolo que convirtió en gol Sarabia. A partir de ahí, la Real tiró la toalla y Ben Yedder se lució con otro golazo que lo consagra en la Liga... y en el Sevilla de Sampaoli.

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