Es lo más común del mundo cuando llegan estas fechas. Los equipos se despiden tras finalizar las temporadas y en el último encuentro se producen las despedidas. Por ello es inevitable que el Sevilla-Alavés del domingo próximo se produzca el adiós de algunos jugadores. En varios casos se trata de una marcha anunciada. Incluso alguno, como Franco Vázquez, ya derramó lágrimas por la emoción pensando en este último día la tarde que explotó al marcar un bello tanto de tacón en el encuentro ante el Elche que los de Lopetegui ganaron por 2-0.

Otros simplemente están a expensas del mercado y jugarán el encuentro sin saber si será la última vez que se enfunden la camiseta sevillista. Es una de las leyes del fútbol. Otros no lo tienen tan claro, pero lo intuyen por lo ocurrido a lo largo de la temporada, ya que al cien por cien sólo puede decirse que lo sabrán antes de pisar el césped del Sánchez-Pizjuán los que acaban contrato con la entidad el próximo 30 de junio.

En el caso del Sevilla, aparte de Franco Vázquez, un jugador que ha permanecido cinco temporadas en el vestuario nervionense, otros como Tomas Vaclík y Escudero también puede decirse que van a hacer las maletas. En el caso del lateral vallisoletano ya ha estado varias veces a punto de salir, pero por unas circunstancias o por otras no lo ha hecho pese a tener ofertas, de Getafe y Valladolid entre otras. Con el meta checo el asunto se llegó a tornar algo espinoso por la cantidad de veces que el futbolista reclamó atención para renovar. Finalmente, el club decidió apostar por Bono y parece que tiene cerrado el fichaje de Dmitrovic, opciones que le dan a Monchi y a Lopetegui más garantías que la apuesta en su momento de Caparrós, Marchena y Gallardo, que lo reclutaron del Basilea y que llegó a dar muy buen rendimiento, particularmente su primer año. Sin duda, las lesiones y una rodilla que ya traía maltrecha impiden que su historia en el Sevilla se prolongue más y el del domingo será su último partido como nervionense.

Después está otro grupo de jugadores que no terminan su vinculación contractual pero con los que Monchi hará todo lo posible por colocarlos en el mercado. Con algunos de ellos ya lo ha intentado sin suerte el director deportivo en otros mercados, pero bajo ningún concepto Lopetegui aceptará tenerlos de nuevo en su nómina de jugadores en una temporada tan exigente como la que le espera al Sevilla, con una nueva presencia en la Champions y el deseo de querer dar otro saltito más después de lo vivido en el final de esta campaña con la posibilidad cerca de pelear con los grandes por un campeonato de Liga.Son los casos de Aleix Vidal, Joris Gnagnon –ambos entraron de rebote en la plantilla al no encontrar un club que los quisiera– y probablemente de Sergi Gómez, que llega a su último año de contrato.Otra incógnita de este estilo es qué pasará con Munir después de su extraño final de campaña y pese a tener contrato hasta 2023. Se da el caso de que ninguno de estos cuatro futbolistas (como Vaclík) son apuestas ni de Monchi ni de Lopetegui, sino situaciones heredadas de otros proyectos.

Y luego está el caso siempre más peliagudo e impredecible, el de las posibles ofertas del verano que, con el paso de los días y los meses, convierta la cita ante el Alavés en su despedida. En este sentido la clasificación para la Champions da al Sevilla más argumentos para retener a sus estrellas en un mercado que empezará a tener ebullición muy pronto, pero es algo que no se puede controlar. Además, el propio José María Cruz avisó de que no llegar a cuartos de final de la edición pasada descuadraba los presupuestos realizados contando con ese paso que se encargó de chafar el Dortmund. El caso de Koundé, por el que ya rechazó 55 millones, es el más llamativo, pero también están otros como En-Nesyri y Ocampos pese a cuajar una temporada más discreta.

Otros dependerán de una apuesta en su demarcación (De Jong) y alguno, como Rekik, quién sabe si se irá sin llegar a conocer a la afición del Sevilla.