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Lo endógeno y lo exógeno

  • El Sevilla atraviesa su segundo bache de dos partidos sin ganar, pero sigue por encima del objetivo fijado.

  • Otra incidencia arbitral y el frío ambiente se unen al bajo tono de piezas clave.

Jorge Sampaoli y Juanma Lillo dialogan mientras pasean por el césped de la ciudad deportiva.

Jorge Sampaoli y Juanma Lillo dialogan mientras pasean por el césped de la ciudad deportiva. / fotos: mj lópez olmedo

El anticlímax de los 42 puntos logrados en una primera vuelta histórica, tras las remontadas ante Real Madrid y Osasuna, deja el segundo bache del Sevilla este curso. Es la segunda ocasión que acumula dos partidos sin ganar el equipo de Jorge Sampaoli, que terminó la primera vuelta entre elogios generalizados y un exceso de azúcar que, de paso, sirvió para poner las orejas tiesas a todos los rivales, medios y fuerzas fácticas del fútbol español... Demasiado ruido mediático produjo esa racha de cinco victorias que llegó justo después del otro bache que ha tenido el equipo nervionense de dos fechas sin ganar, el empate en Gijón y la derrota ante el Barcelona. Y puede que ese ruido, con especial incidencia mediática en el gol de Franco Vázquez en Pamplona, también haya tenido que ver con alguna disparidad de criterio arbitral más que obvia, escandalosa. Esto pertenece a lo exógeno.

También forma parte de lo exógeno que el Sevilla fuera calificado como candidato a luchar por la Liga, algo que desde el club, directivos, técnico y jugadores, han alimentado con sus mensajes entusiastas. Esa calificación de aspirante ha provocado que los rivales lo esperen con más cautela. Pocas veces, por ejemplo, se ha visto un Villarreal más conservador que el que arrancó un punto el domingo de Nervión. Pero no sólo es ese giro conservador visto en el Espanyol o el Villarreal, sino que los rivales, que estudian como es lógico el sistema del Sevilla, con tanta gente por delante del balón, han descubierto el talón de Aquiles del equipo: presionar a N'Zonzi, como hizo Trigueros, se ha convertido en la piedra arenosa con la que atascar el engranaje sevillista.

Otro factor exógeno, de raíz endógena, es el frío ambiente que se vivió en la primera escenificación del cese de la animación organizada por parte de Biris Norte. El grupo ubicado en Gol Norte ya había iniciado su huelga anteriormente, desde que la seguridad del Sevilla, por orden policial, está impidiendo la entrada de su tradicional pancarta. Pero parece que a partir de ahora su silencio va a ser una política contestataria contra el club desde que éste anunciara que la Comisión Antiviolencia los ha declarado grupo violento y no permite darles apoyo o promoción. En Nervión hubo un ambiente raro, también por la hora del encuentro; el resto del estadio empezó apoyando a los Biris, y luego hubo cánticos salpicados durante el partido, pero la frialdad fue el denominador común.

El anticlímax tras el récord de 42 puntos no evidencia que haya agotamiento de la idea

A esto se unen factores endógenos. El Sevilla, no se sabe muy bien si contagiado por el ambiente, se movió en un tren excesivamente ralentizado, al son de Nasri, que elaboró demasiado cada ataque. A subir el ritmo de juego ante un rival agazagapo no contribuyó Franco Vázquez. N'Zonzi, hostigado por Trigueros, no supo romper líneas como otras veces cuando se atasca el ataque organizado de los hombres de arriba. Vitolo, que salía de una lesión muscular en la que anticipó los plazos, tuvo demasiado campo que recorrer como carrilero izquierdo, si bien casi siempre apareció muy adelantado. En la derecha, en la segunda parte, perdió fuelle y no hizo rupturas de potencia. Y los cambios no tuvieron el efecto agitador de otras ocasiones: Sarabia no puso apenas ni un centro en condiciones, e Iborra vio cómo su habitual remate de gol fue cercenado por un paradón increíble de Sergio Asenjo. Fallaron demasiadas piezas clave el mismo día y el mejor ejemplo de esto fue la escasa pericia de un jugador tan técnico como Nasri al lanzar el penalti.

En definitiva, el Sevilla se comportó como viene haciendo, intentó agitar el partido, mover al rival, marearlo con el balón, y tuvo media docena de ocasiones, algunas tan claras como los remates de Ben Yedder e Iborra que sacó Asenjo o el penalti que le detuvo a Nasri. Pero esta vez se unieron los factores exógenos y endógenos contra el Sevilla. Le toca levantar el vuelo como hizo para salir del otro bache, cuando ganó en Riazor.

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