Hay pocas cosas que enfaden más a un entrenador en pretemporada (cuando necesita ver cosas, que se acumulen cargas, que se acoplen conceptos...) que una expulsión en su equipo propio, mucho más si encima es evitable. Nemanja Gudelj estropeó el cuarto amistoso del Sevilla con dos acciones acordes a su falta de acoplamiento con el modelo, que Lopetegui eligió como ante el PSG con un esquema de tres centrales que dio muchas señales negativas ante un equipo que precisamente no se caracteriza por apretar muy arriba.

Está claro que el Sevilla se comporta mejor con su habitual 1-4-3-3 en el que el juego por dentro y por fuera fluye con los movimientos más que asimilados, pero el técnico necesita machacar todas las alternativas y de la hierba del Algarve se despidió el Sevilla posiblemente con su ensayo más flojo del verano ante la Roma de Mourinho.

Con muchas dudas atrás, Dmitrovic esta vez sí tuvo que emplearse a fondo en varias opciones después de que pasara desapercibido en su anteriores comparecencias, 45 minutos en cada ensayo ante el Coventry y Las Palmas. Errores de entendimiento en la salida de balón entre los centrales, ayudas a destiempo, pases horizontales suicidas como uno de Ocampos que pilló a Gudelj mirando al celeste... situaciones que enfadaron a Lopetegui y que dieron trabajo a Dmitrovic, que se encontró con tres o cuatro uno contra uno en la primera parte y que se lució también en una falta lanzada por bajo por Carles Pérez.

Arriba, poco, la verdad. Con un En-Nesyri muy fallón, las sensaciones apuntan a que a Lopetegui le darán ganas de salir corriendo si no llega un nueve que le meta presión al marroquí.

No todo fueron cosas negativas, pero sí es cierto que se vieron más errores que otros días. Óscar Rodríguez, al que se le ve más estilizado, sigue demostrando que ha llegado con otro son al inicio de esta temporada y, a día de hoy, debería ser uno de los titulares en el inicio de Liga por sus ganas y su estado de forma, por encima de la mayoría.

Tampoco se vio esta vez a Lamela y, por supuesto, Koundé sigue a buen recaudo a la espera de su traspaso en un ensayo más bien flojito en el que las cargas, ya de 90 minutos para muchos, se asemejan a la competición.