Imposible tuvo el Sevilla la tarde desde que el balón echó a rodar. Los ecos del triunfo copero le daban al choque un barniz de esperanza, pero la realidad se mostró muy cruda y el Barça demostró de forma palmaria y de campana a campana su indudable superioridad. Un primer tiempo malo del Sevilla y un arreón en la continuación para que la falta de ocasiones ante Ter Stegen fuesen descorazonándolo y así acabar a merced del rival.

Da la impresión de que esta sobredosis de duelos entre sevillistas y azulgrana han llevado a Koeman a tomarle gran consideración al rival, por lo que opta por una defensa de tres centrales. Un diseño que no se recuerda en el Barça desde antes de llegar de Cruyff a su banquillo. Y el partido va tener un primer acto rico en emboscadas, de compartido tremendo rigor táctico para que rozando la media hora, el primer error del Sevilla ocasione que el Barça abra el marcador.

Indudablemente, el peso del partido corre de lado azulgrana y cuando se llega al descanso caemos en la cuenta de que el Sevilla no ha tirado una sola vez a gol. Y es que su producción en ataque ha sido nula, influyendo en ello la poca colaboración que el bloque encuentra en el Papu. El argentino no termina de ubicarse dentro del equipo y posiblemente sea un problema de lenta adaptación, pero lo cierto es que la tropa de Lopetegui necesita de un aporte mayor de trabajo.

Lopetegui revoluciona la alineación en el descanso y hasta parece que va a virar la cosa, pero sigue el equipo sin ponerse de gol, con lo que el tiempo va pasando y las esperanzas menguando. Sin generar peligro en todo el tiempo es para hacérselo mirar, el Barça vuelve a adueñarse de la pelota y llega la guinda del gol de Messi a su víctima favorita, algo que no suele faltar a lista. Ahora, a esperar la cita del miércoles en el Camp Nou, pero esa es otra historia bien distinta.