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Con la ilusión de los 'Carranzas'

  • La nueva era liderada por Montella se abre con una peligrosa prueba ante el Cádiz en los octavos de Copa

  • El remendado proyecto despierta una gran curiosidad en el sevillismo

Con la responsabilidad añadida de recibir la visita de más de 8.000 aficionados a prácticamente su primer entrenamiento, el italiano Vincenzo Montella pone nombre esta noche a una nueva etapa en el Sevilla, en el que el fracaso reconocido por sus mentores con la destitución de Eduardo Berizzo obliga a marcar una trayectoria ascendente hasta el final de la temporada.

Y el camino comienza en un lugar de entrañable cercanía, en un estadio que ha dejado grandes recuerdos en la historia del sevillismo, no con los momentos de gloria de otras ciudades grabadas en plata en la última década, pero sí con el regusto de la sal, la brisa marinera, la ilusión de muchos veranos y el sabor de las noches en la arena de la playa de la Victoria. Y es que con aroma a aquellos Carranzas agosteños llega este Sevilla desconocido que, como todo lo nuevo, levanta interés y se coloca en la bandeja como un aperitivo con morbo de la primera cita liguera que deberá afrontar el cuerpo técnico que lidera el napolitano y en el que trara de aportar confianza la presencia de Enzo Maresca.

Casi sin tiempo de haber analizado a conciencia la plantilla, el ex entrenador del Milan se estrena ante un rival que, después de haberle dado un disgusto y de los gordos a media Sevilla, espera con un poco de suerte repetir con la otra media. Se trata de un estreno peligroso para un entrenador que debe familiarizarse a marchas forzadas con la manera de competir en España y que, eso sí, va a tener dos entregas entre las que se cuela el derbi del sábado. La Copa del Rey entra en su fase más atractiva y el Cádiz puede ser las dos cosas en estos octavos de final: un rival cómodo por su condición de equipo de Segunda, o todo lo contrario, un mal sueño con el Betis asomando casi por Eduardo Dato.

Montella parece que está dispuesto a darle a N'Zonzi las palmadas en la espalda que hagan falta para que el francés se sienta a gusto y rinda al máximo tras el feo paréntesis de siete partidos que ha durado su desencuentro con Berizzo. Es una incógnita si será hoy en el Carranza cuando el gigante vuelva al equipo, como incógnita es el once que aguarda a la hora del partido en la cabeza del entrenador transalpino, que apenas ha tenido tiempo de conocer tres o cuatro detalles de la plantilla que hereda de Berizzo.

Enfrente va a tener a un Cádiz y a una afición que irá a muerte para hacerle la puñeta al sevillista y al sevillano, un rival que tratará de convertir el partido en un infierno y que trabará todo lo que pueda cada lance para que se juegue lo menos posible a lo que quiera el Sevilla. Es por eso que, igual que Montella avisó ayer que el derbi ante el Betis es un partido que hay que jugar con cabeza aparte de con el corazón, lo que hoy espera en el césped del Ramón de Carranza puede tener mucho que ver también con eso.

El equipo amarillo irá con muchos jugadores no necesariamente titulares en su once, pero ya lo hizo ante el Betis y aún resuena en Heliópolis la noche que hizo pasar a los béticos, con cinco goles encajados por los verdiblancos en el Benito Villamarín.

Es una primera toma de contacto para Montella, una prueba y una ocasión para empezar a mostrar el cambio en el juego que los dirigentes han buscado con el golpe de timón que ha supuesto la marcha repentina de Berizzo y la apuesta por el italiano, pero también una trampa peligrosa, muy peligrosa, si no están puestos todos los sentidos en el choque y no se conoce del todo bien cómo es el fútbol de Copa y cómo es el fútbol entre dos equipos andaluces con cierta rivalidad. Porque Cádiz está ahí al lado. La ilusión despertada es mucha y el sevillismo quiere un buen comienzo.

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