sevilla - real madrid | el otro partido

La inteligencia sí puede con las piernas

  • Caparrós, con disciplina, solidaridad, fe y listeza, convierte a un grupo errático y moribundo en un Sevilla competitivo, más taimado que fiero

Decía Vincenzo Montella, al tiempo que exprimía al Sevilla, que la cabeza movía las piernas, que no le preocupaba el cansancio físico. Pero, entre frase y frase, entre decisión errónea y falta de reparto de esfuerzos e implicación de jugadores, fue echando plomo en las piernas... y en la cabeza. Joaquín Caparrós, en cambio, parece que ha dado con la tecla. ¿Cómo? Usando la cabeza, pero usándola bien, de verdad. De momento, realizando rotaciones, pero ordenadas, con criterio. Y convenciendo al grupo de que es un equipo. Ordenándolo en el campo, dándole listeza, más que fiereza: para ser fiero hay que tener frescura y no la tiene.

El Sevilla de Caparrós superó al Real Madrid por ese buen uso de lo que hay en la cabeza -y pese a Mateu Lahoz, hay que decir-. Lo supo esperar, taimado, pero convirtiendo en sagrado su propio territorio: el área es sagrada. Y lo fue minando yendo de verdad a cada balón cuando veía el mínimo resquicio. Un pase largo de Pareja, una buena dejada de Muriel, un gran control y orientación de Ben Yedder ante Sergio Ramos y... ¡bingooo!

Cinco futbolistas entraron en el once titular con respecto a los que jugaron ante la Real Sociedad: Pareja por Sarabia, para adelantar a Layún; Pizarro por Roque Mesa; Muriel por Nolito; Franco Vázquez por Banega; y Ben Yedder por Sandro. Y creó otro equipo distinto, igual de competitivo o más. Y lo mejoró durante el partido, permutando las posiciones de Muriel, que partió de la izquierda, por Franco Vázquez, de la mediapunta. A los diez minutos de la permuta, conexión Muriel-Ben Yedder y 1-0. La cabeza, la cabeza...

Pero ni con esos cinco nuevos tuvo frescura el Sevilla ante la calidad del Madrid en la posesión de la pelota. ¿Qué hacer? Replegarse de forma intensiva, con implicación, sacrificio y fe. De pronto Pareja sí es un central, no la caricatura de Éibar. Y Pizarro se compenetra con N'Zonzi, imperial de nuevo, y Layún cumple en el desahogo como extremo derecho y hasta marca un gol. Y Mercado vuelve a subir la banda y marca otro gol, en colaboración con Sergio Ramos. Y Ben Yedder es el mejor estandarte de la listeza. El Sevilla, aquel grupo moribundo, con encefalograma plano, volvía a ser un equipo, ante todo un Real Madrid. Sí, porque seis suplentes del Madrid son más que cinco suplentes de este Sevilla asfixiado y tan mal traído.

Aun así, pese a lo taimado del Sevilla, aún aparecería la agonía caparrosiana. Mateu contribuyó a ello tanto como su ineficacia ante la portería para haber hecho antes el 3-0 y luego el 4-1. Ocasiones tuvo este Sevilla que parecía negado ante el gol e hizo tres el día menos esperado. No de otra forma se le puede ganar al Madrid, porque, aparte de su calidad, siempre aparecerá Mateu para inventarse un penalti de oficio... Qué emoción, y qué inteligencia, con Caparrós.

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