Sevilla FC

¿Una nueva postura por Koundé?

  • Verdades y mentiras sobre el cambio de posición en el mercado del Sevilla tras la reciente venta de Diego Carlos

Koundé, pensativo, con la camiseta de su selección.

Koundé, pensativo, con la camiseta de su selección. / Jean Catuffe / efe

El sevillismo hace sus propias cábalas y las vomita en las redes sociales. Unos lanzan sus reflexiones como simples y modestas opiniones; otros, sin embargo, sentencian desde un imaginario y autolevantado pedestal.

A la venta de Diego Carlos al Aston Villa, operación anunciada en las semanas previas –desde la Feria– por la tourné que protagonizaron Castro y Monchi por todos los medios de la ciudad, sólo le faltaba ponerle el nombre y la cantidad. No ha gustado, desde luego, en general los términos del traspaso (31 millones de euros), pero el brasileño ha sido la tabla de salvación de una economía con el agua al cuello que lleva un par de ejercicios pagando la osadía de presupuestar la llegada del equipo a los cuartos de final de la Champions y contar con sus ingresos. La mejor manera de ilustrar la aplicación al fútbol del cuento de la lechera, quien ya se vio con una granja de producción a gran escala con el dinero que iba a sacar de la leche del cántaro que llevaba sobre su cabeza.

En el elogiado modelo de negocio del Sevilla, asentado quizá mucho más de lo aconsejable en el ojo clínico de Monchi –quien fruto de ello acaba sufriendo una presión emocional evitable–, también toma mucho partido el riesgo y cuando se abusa de eso se corre el peligro de caer al vacío.

Hasta la llegada de la próxima Junta de Accionistas no nos vamos a enterar (ni siquiera entonces) de la cantidad en pérdidas en que se han convertido los 41 millones de euros en déficit del pasado ejercicio. Está claro que tampoco en lo que se hubiera llegado en cuanto a números rojos de no mediar la venta de Diego Carlos y también la de Koundé, sobre la que resultaría curioso apostar si se produce antes del 30 de junio –con lo que estaría dentro del ejercicio y ayudaría a cuadrarlo e incluso a convertirlo en positivo– o posterior a esa fecha. El recuperado reparto de dividendos en dicho caso es una teoría maliciosa que serviría para entender el apoyo ciego de los accionistas a la gestión del consejo.

Se supone que la postura del Sevilla en el mercado debería haber cambiado con el dinero ingresado por Diego Carlos y que en una hipotética negociación con el Chelsea, quien parece estar en la pole position por llevarse al francés, estaría en una situación de ventaja al haberse aliviado –siempre supuestamente– sus cuentas. Pero esto no debería ser así, sin más.

Primero porque hay un compromiso adquirido con el futbolista que también forma parte del modelo de negocio desde hace años. Lo sufrieron Bacca, Gameiro, Nzonzi o Krychowiak: la promesa de un año más y acceder a la venta. Koundé ya agarró un cabreo monumental en septiembre del año pasado cuando se sintió engañado por el club, que había accedido a vender al futbolista (cedió hasta su dorsal a Rafa Mir) al Chelsea. Tras un amago –y sin amago– de rebeldía al negarse a viajar a Elche entró en razón y rindió lo que pudo y supo, aunque también es cierto que se perdió más partidos de los esperados. Ahora, el Sevilla no puede demorar más ese traspaso que le ha negado al jugador dos veranos consecutivos rechazando ofertas de 55 y 50 millones, respectivamente, de Manchester City y Chelsea.

Dicen que la postura inicial se quiere clavar en unos 65 millones de euros como cifra de partida en la negociación, pero el club londinense –nadie en el fútbol se chupa el dedo– sabe que el Sevilla no puede retener a Koundé ni un minuto más, pues se convertiría en una bomba en el vestuario.

Y la rueda vuelve al inicio de todo: el cántaro de la lechera se rompió y ahora cuesta dinero recoger los trozos, comprar un cántaro nuevo y volver a llenarlo. La apuesta está servida: ¿El Sevilla venderá a Koundé antes o después del 30 de junio?

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios