En el proceloso adiós de Pepe Castro

Desde mi córner

En el cambio realizado en el puente de mando del Sevilla conviene reconocer lo alcanzado

CON el Año Nuevo nos llega el cambio en el sitial de Don Ramón y trabajo le queda por delante al nuevo inquilino para siquiera igualar el palmarés logrado por don José Castro, natural y vecino de Utrera. Increíblemente su figura siempre estuvo discutida a pesar de la enorme cantidad de plata que llegó a la sala de trofeos de Nervión bajo su égira. Una cantidad nunca igualada y, al parecer, difícilmente superable en el futuro.

Un volumen de plata que se agranda si le sumamos la conseguida como mano derecha de su antecesor en su cargo de vicepresidente. Curiosa y dolorosamente, la figura de Pepe Castro nunca fue de consenso a pesar de sus logros. Tras laborar de la mano de Roberto Alés, su indudable referente, hasta la llegada de ese ciclón llamado José María del Nido Benavente, a partir de ese momento fue peón eficacísimo del racial letrado hasta que el alguacil fue alguacilado.

A pesar del crédito que atesoraba fue acogido con recelo por ese sevillismo que hace de la exigencia su filosofía. Los éxitos conseguidos desde la noche grande de Eindhoven se veían como cima inalcanzable para un dirigente que hasta entonces no había salido del escalafón de banderilleros. Le tocaba coger la espada y la muleta, lo que Pepe hizo con tanta soltura que la plata apaleada se multiplicó como en progresión geométrica a pesar de las chinitas que encontraba en el camino.

Chinitas provenientes en gran medida del ansia presidencial del racial abogado y en esta hora del relevo, con Del Nido Carrasco ya en el puente de mando sólo cabe alabar la tarea realizado por Castro. También ahora sólo cabe desear para la buena marcha del club que cese esa mezcla de filicidio y parricidio que amenaza el día a día del Sevilla Fútbol Club. Pasa Pepe Castro a la sombra con el orgullo de haber sido el presidente que más plata llevó a Nervión, casi nada al aparato.

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