Sevilla FC

Un volantazo al espacio

  • El Sevilla, que ha logrado sus 6 últimos triunfos con 8 goles al contraataque, ha visto cómo con Montella ha renunciado a su apuesta por el modelo de posesión

Franco Vázquez celebra el 2-0 al Leganés, un tanto marcado en un contraataque.

Franco Vázquez celebra el 2-0 al Leganés, un tanto marcado en un contraataque. / antonio pizarro

Un balón largo de Lenglet a la espalda de la defensa adelantada del Girona que aprovecha Correa con calidad y con una gran galopada en un partido atascado de más dominio del rival. Ésa es la nueva seña de identidad de un Sevilla que con Montella ha renunciado descaradamente al modelo que la dirección deportiva quería seguir con la apuesta por la posesión -más estática que otra cosa- que propugnaban Berizzo y Sampaoli. Óscar Arias llegó a criticar públicamente el modelo de Emery y en todas las entrevistas que concedió cuando sucedió a Monchi expuso "el giro" que la entidad quiso darle al estilo para hacerlo más atractivo.

Curiosa e incongruente fue la revelación de Paco Jémez de que pudo ser él el candidato

Lo llamativo, ahora que Las Palmas se mide al Sevilla este sábado, es que, según ha desvelado Paco Jémez, estuvo muy cerca de llegar al banquillo nervionense. "Si espero una semana más hoy soy el entrenador del Sevilla, pero le había dado mi palabra a Miguel Ángel (Ramírez, presidente de Las Palmas)", dijo el cordobés hace un par de semanas.

Montella, como demostró en la Fiorentina y en el Milan, es todo lo contrario a ese fútbol de posesión del que tanto se aleja ahora el Sevilla. Y los hechos están ahí para demostrarlo, ya que en las últimas seis victorias, las que han cambiado la faz de ese equipo que tanto asustó en el derbi, han llegado con ocho goles al contraataque, cinco de ellos que han metido al equipo del italiano en la final de Copa.

El lanzamiento rápido del balón al punta tras el robo siempre ha sido el primer mandamiento del modelo Montella, que pide a sus futbolistas jugar al primer toque siempre que sea posible para sorprender al rival y evitar que se reorganice y repliegue.

Todo empezó en el Wanda Metropolitano, donde tras el tanto de Diego Costa, el Sevilla supo remontar el partido con dos goles claramente atacando el espacio. El primero, obra de Jesús Navas, llega tras una conducción rápida de Correa desde campo propio que acaba en un latigazo del palaciego que se envenena tras tocar en Lucas Hernández. En el segundo gol, Banega, sin pararla, sorprende al prolongar de cabeza una pérdida por alto del Atlético, mientras Ben Yedder hace una segunda prolongación de cabeza hacia la carrera de Correa, que se la cambia a Moyà en su salida a un solo toque.

Sólo unos días después, los de Montella vuelven a ganar (0-3) al Espanyol en Cornellà, donde dos de los tres goles, el segundo de Sarabia y el tercero de Muriel, se gestan a la contra tras un robo en campo propio de Corchia el primero y una arrancada del delantero desde la izquierda tras recuperación y pase de Sarabia el segundo.

Ya en la vuelta en casa ante el Atlético, un gran partido en el que los blancos jugaron con intensidad e inteligencia, el tanto que apuntilló al equipo de Simeone fue otra gran interpretación de las transiciones defensa-ataque. Tras el golazo de Escudero en una gran combinación desde atrás por la derecha (también rápida) y el penalti convertido por Sarabia que es difícil dilucidar si la caída de Correa llega con el Atlético saliendo o replegando, el robo de Ben Yedder se produce diez o quince metros por detrás de la línea del centro del campo. En sólo tres toques, N'Zonzi y Banega ponen en ventaja a Sarabia, que hace estallar de júbilo a todo el sevillismo tras convertir el ataque al espacio en el 3-1.

Ya en semifinales con el Leganés como rival, el espectacular tanto de Muriel en Butarque no le puede dar más plasticidad a lo que es una transición rápida: el robo en campo propio en el costado izquierdo, el pase largo a Sarabia y la habilitación al hueco casi en escorzo del madrileño para que el colombiano arranque hacia el vértice contrario del área y la cruce al palo opuesto.

Y ya en la vuelta en Nervión, la otra obra de arte al contraataque llegó en el 2-0 de Franco Vázquez, muy al final del partido pero en sentido contrario: es decir, el robo en el pasillo derecho y la finalización en el izquierdo. Layún casi desde el área propia lanzó un balón largo que Sarabia, otra vez de bisagra, sirvió por delante al Mudo, quien la clavó en la escuadra.

El último fue el mencionado que valió los tres puntos ante el Girona al inicio de este texto. Un estilo del que, según lo dicho, huía la dirección deportiva, pero que en el último mes le ha dado al Sevilla 8 goles, 6 triunfos y una final de Copa.

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