Bolsa

Volatilidad y liquidez en un año bursátil con dos fases diferenciadas

  • La coyuntura bursátil en 2009 se caracterizó por alcanzar algunos registros históricos negativos, que dan idea de la magnitud del desplome

Manuel Sánchez Alarcón

Director de Banif en Andalucía, Canarias y Extremadura

El comportamiento de la bolsa española durante el pasado año se ha caracterizado por la alta volatilidad, y la escasa liquidez, en dos etapas muy diferenciadas. La primera hasta el mes de marzo, dominada por una tendencia bajista que continuaba la fuerte caida de 2008, a consecuencia del estallido de la crisis financiera y de liquidez y del desplome de los tipos, de las materias primas y en general del crecimiento en los países desarrollados. Y una segunda fase alcista, en la que la bolsa española pasó de niveles de caída del 25 por ciento respecto a comienzos de año, a una subida en el global del año del 30 por ciento.

Un cambio de tendencia muy pronunciado, que se puede achacar a varios motivos. El principal, la política de estímulos públicos puesta en marcha año por parte de las autoridades monetarias y políticas tanto en Europa como, sobre todo, en EEUU. Una estrategia de apoyo público que se implementó entre finales de 2008 y principios de 2009, coincidiendo con el impacto del desplome bursátil en los índices y las cotizaciones, que fue devastador. En aquel entonces, los inversores descontaban un escenario de pérdidas empresariales masivas y extensible a todos los sectores, lo que, a tenor de los indicadores macroeconómicos, no respondía a la realidad. Por tanto, las bolsas iniciaron un proceso de “normalización”, apoyadas en el atractivo de las valoraciones. Que no excluye la volatilidad en el corto plazo, que continúa en 2010.

Proceso alimentado por varias circunstancias que se dieron en los mercados. En primer lugar, la publicación de resultados empresariales positivos, gracias al proceso generalizado de reducción de costes,  junto a la reposición de inventarios. En segundo lugar, el aumento de la base monetaria y por tanto de la liquidez, fruto de las ingentes inyecciones de los gobiernos. Y en último término, el atractivo de los precios de las cotizaciones, es decir del factor valoraciones.

Tan es así que la coyuntura bursátil en 2009 se caracterizó por alcanzar algunos registros históricos negativos, que dan idea de la magnitud del desplome. El periodo 1999-2009 fue, junto a 1929-1939 (los diez años posteriores al crak bursátil en EEUU), los peores años de la historia bursátil a nivel global, y los diez peores de la historia en términos reales. Sin embargo, estos registros no coincidieron con una fase de depresión generalizada de la economía mundial, que hubiera sido lo lógico. Escenario que ha puesto a la renta variable en situación de ser un activo con un alto potencial para los siguientes diez años.

El punto de inflexión, a partir de marzo, vino de la mano de las primeras señales de mejoría de los indicadores adelantados. Lo que, junto a la fase de expansión de los múltiplos (ratios de las compañías cotizadas en bolsa que indican su mayor o menor atractivo para el inversor) sirvió de catalizador de las bolsas en el segundo semestre. En esta fase se produjo también una caída de la prima de riesgo, y el final del ciclo de revisiones a la baja de los beneficios de las empresas.

Empresas que comenzaron a aprovechar los recortes de costes, sobre todo en EEUU y en la zona Euro. Recortes que, en un escenario de mejoría de ventas, les permitieron ampliar sus márgenes y sus beneficios, ganando con ello atractivo en valoración bursátil. Las compaías con mejores perspectivas fueron las que mayor presencia tienen en mercados emergentes, que en 2009 lograron fundamentales macroeconómicos muy sólidos, a nivel crecimiento, precios y entorno fiscal. Países como China, Brasil y en menor medida Chile, India y los países en crecimiento asiáticos (los denominados “tigres”).

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