Sistema financiero

El nuevo mapa bancario español

Fernando Faces

Profesor del Instituto Internacional San Telmo

Tras cuatro años de crisis,  la interminable reestructuración del Sistema Bancario Español está llegando su fin.  El Banco de España subestimó la profundidad y duración de la gran recesión y de sus efectos letales sobre el Sistema Bancario Español. En un principio afirmó que la solvencia, provisiones  y rentabilidad de las entidades financieras españolas, superiores a las del resto de Europa, las situaba al abrigo de la crisis. La banca española no estaba afectada por los activos tóxicos. Ambas afirmaciones eran correctas. No obstante, la banca española tenía en las entrañas de sus balances una singular subprime: el mayor montante de activos inmobiliarios problemáticos de toda Europa. En junio de 2011, después de haber dotado con cargo a resultados más de 100.000 millones de euros, el Sistema Bancario Español todavía tenía 176.000 millones de euros de activos inmobiliarios problemáticos, sobrevalorados e insuficientemente dotados, fundamentalmente en las cajas de ahorro.

El Banco de España había infravalorado la dimensión del problema, creyendo que esta megacrisis podía ser digerida por el propio sector bancario, haciendo frente al saneamiento de sus balances con la generación de resultados de varios años, como ya había ocurrido en anteriores crisis. Por otra parte, el Banco de España tenía la experiencia de haber afrontado con éxito, en los años 70, la mayor reestructuración bancaria de Europa. En una primera fase, en el año 2009, exigió a las entidades rigurosos planes de ajuste de costes y mayores provisiones y se creó el FROB como mecanismo de apoyo a las necesidades de liquidez y capitalización. A la vista de que esto era insuficiente, en el verano de 2010, acometió la primera reforma de la Ley de Cajas. El objetivo fue eliminar el exceso de capacidad productiva, incentivar la concentración de Cajas de Ahorros, cambiar su estatuto jurídico para convertirlas en bancos, someterlas al rigor del mercado y dotarlas de una mayor capacidad de capitalización. El Decreto Ley de 2010 provocó una oleada de fusiones y seudofusiones a través de los SIP. No obstante, los resultados no fueron satisfactorios: imperaron los intereses políticos de las autonomías, se fraguaron fusiones interregionales entre cajas problemáticas cuyo resultado fue nuevas entidades inviables, los SIP resultaron complejos e inestables jurídicamente, no se mejoró la eficiencia y se duplicaron los órganos de gobierno, que continuaron plagados de políticos. Pero sobre todo, no se atacó el problema principal: los balances continuaban sobrevalorados y sin transparencia. Por otra parte, la crisis continuaba destruyendo el tejido productivo, los precios de las viviendas cayendo y la morosidad aumentando.

La publicación de los primeros test de estrés europeos, en junio de 2010, puso en evidencia la sobrevaloración de los activos inmobiliarios bancarios, el insuficiente saneamiento y la falta de transparencia, lo cual condujo a que el Banco de España endureciese los criterios de provisión de dotaciones, exigiendo a las entidades financieras una mayor transparencia y la publicación en el primer semestre de 2011 de todos sus activos inmobiliarios, financieros y reales. Con el máximo detalle. En el mes de noviembre de 2011, en el Boletín de Estabilidad Financiera, el Banco de España daba por finalizado, con éxito, el proceso de reestructuración y capitalización del Sistema Bancario Español.

La reestructuración se había centrado solamente en las cajas, que se habían reducido a quince entidades; habiéndose nacionalizado,  por inviabilidad, cuatro cajas en las que el FROB era el dueño casi exclusivo y que estaban a la venta al mejor postor. A pesar del optimismo del Banco de España, los mercados financieros seguían desconfiando. El mercado interbancario continuaba colapsado, la gran banca no tenía acceso a los mercados exteriores y la sequía de crédito de las empresas y familias continuaba.

Ante esta situación, el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy acometió la segunda  mediante el Decreto Ley de 2/2012. El objetivo era sanear definitivamente los balances de las cajas, provocar una concentración del sistema, eliminar el exceso de capacidad productiva y recuperar la confianza de los mercados financieros. Para conseguir todo esto se exigía a bancos y cajas nuevas provisiones por valor de 50.000 millones de euros. Con el objetivo de incentivar nuevas fusiones, a las entidades que continuaran en solitario se les exigía realizar  la totalidad del saneamiento con cargo a los resultados del ejercicio. Por el contrario, a aquellas que optasen por fusionarse con otra entidad se les prolongaba el calendario hasta dos años y se les autorizaba a que el saneamiento se pudiera hacer tanto contra resultados, como contra capital, con la asistencia financiera del FROB si fuera necesario. No se contemplaban ni inyecciones de capital, ni absorción de pérdidas por parte del Estado.

El resultado está por ver, la gran banca opina que sin ayudas públicas no existe suficiente atractivo para la absorción de entidades problemáticas. Todos están hablando con todos. Las cajas nacionalizadas serán las primeras. El Banco Sabadell se ha quedado con la CAM, Ibercaja esta cerrando con Caja3, estando interesada en UNIM. Novacaixa y  Caixacataluña son lo suficientemente grandes como para que solo estén al alcance de Santander, BBVA, La Caixa o Kutxa Bank. Tras el fuerte impacto de la reforma financiera, Unicaja duda entre continuar con la absorción de Caja Duero, solicitando más ayuda pública, iniciar otra aventura o continuar en solitario. BMN, Caja Cívica y Liverbank están necesitadas de un nuevo compañero. Las combinaciones posibles son impredecibles y cuando lea este artículo gran parte de ellas estarán resueltas.

El Sistema Bancario Español está sometido a la mayor reestructuración de su historia y la más profunda de Europa. El final de este proceso, solo será exitoso, si el único criterio que se impone es el de viabilidad de las entidades resultantes. La ayuda pública será necesaria, ahora o en el futuro, y no se puede descartar que al final de este proceso, aparezca nuevamente el banco malo, para absorber activos tóxicos de las entidades supervivientes, que si tiene éxito, no serán más de diez. El resultado será un sector bancario más concentrado, con mayor dimensión por entidad y quizás más eficiente y competitivo. La pregunta que cabe hacerse, es si será también mejor para las familias y para las  pequeñas y medianas empresas, acostumbradas a la proximidad y atención de las cajas de ahorro territoriales, y si el nivel de competencia será el mismo en la provisión, en calidad y precio, de los servicios bancarios.

No cabe duda que la reestructuración del sector de cajas ha sido inevitable, pero resultaría sorprendente, y sería lamentable, que doscientos años de historia de las cajas de ahorro hubieran sucumbido a la mayor crisis financiera de este siglo. Algo importante habríamos perdido, a cambio de nada.

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