Sociedad

Benedicto XVI termina su viaje a EEUU con una misa multitudinaria

  • El Papa celebró una misa en el estadio del equipo de béisbol los Yankees de Nueva York, donde fue aclamado por unas 57.000 personas.

En el estadio de los Yankees, rodeado de una escenografía espectacular, al puro estilo de Hollywood, con los colores del Vaticano, el Papa volvió a recibir el calor de los católicos, entre ellos muchos hispanos que hicieron oír sus coros en español.

Un cariño que quedó plasmado cuando tras la ceremonia el Papa desfiló entre aplausos por una pasarela bajo las notas del Himno a la Alegría de Beethoven y con gritos de "Te queremos".

La misa fue un claro ejemplo del bilingüismo español e inglés que se vive en muchas ciudades de Estados Unidos, pero también en el seno de la Iglesia católica de este país.

Entre los católicos de Estados Unidos, el 29 por ciento son latinos y el porcentaje aumenta hasta el 44,5 por ciento entre los que tienen entre 18 y 39 años.

Por ello, el arzobispo de Nueva York, el cardenal Edward Egan, leyó también un mensaje de bienvenida al Papa en español en nombre de "la importante comunidad del Centro y Sur de América y del Caribe".

Las lecturas, cánticos, y peticiones también se alternaron en los dos idiomas, y el Papa, como ha realizado siempre en las grandes ceremonias de este viaje, pronunció una pequeña parte de la homilía en español.

"El rostro de la comunidad católica en vuestro país ha cambiado considerablemente. Pensemos en las continuas oleadas de emigrantes, cuyas tradiciones han enriquecido mucho a la Iglesia en América", recordó el Papa.

Los 57.000 fieles que pudieron hacerse con una de las ambicionadas entradas para asistir a la misa de Benedicto XVI esperaron durante horas su llegada, amenizados por un concierto en el que se exhibieron cantantes como el puertorriqueño José Feliciano, el tenor Marcello Giordano y Harry Connick Jr.

El Papa aprovechó esta misa para lanzar uno de los mensajes que ha reiterado en este viaje, la necesidad de defender la vida y condenar el aborto.

Invitó a los fieles a "garantizar el respeto de la dignidad y de los derechos humanos de todo hombre, mujer y niño en nuestro mundo, incluidos los de los más indefensos, como los niños que están aún en el seno materno".

La defensa de la vida, la educación de los jóvenes y la atención a los pobres, enfermos y a los extranjeros tiene que ser la base de la Iglesia en América, explicó.

Asimismo, invitó a la política a abrazar la fe en todas sus decisiones, pues "ninguna actividad humana, ni siquiera en los asuntos temporales, puede sustraerse a la soberanía de Dios".

Por ello, el Papa elogió un país donde "los católicos han encontrado no sólo la libertad para practicar su fe, sino también para participar plenamente en la vida civil, llevando consigo sus convicciones morales a la esfera pública, cooperando con sus vecinos a forjar una vibrante sociedad democrática".

En su homilía, interrumpida en varias ocasiones por los aplausos, el Papa destacó el valor de la "autoridad" y de la "obediencia", consideradas como "un obstáculo para muchos de nuestros contemporáneos, especialmente en una sociedad que justamente da más valor a la libertad personal".

Para Joseph Ratzinger, la "auténtica libertad" se encuentra sólo "cuando nos alejamos del yugo del pecado, que nubla nuestra percepción y debilita nuestra determinación".

En el mensaje que leyó en español, como ha realizado siempre en las grandes ceremonias de este viaje, el Pontífice también instó a los fieles a luchar contra todo aquello que nos esclaviza, empezando por nuestro propio egoísmo y caprichos.

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