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Sociedad

La batalla contra el coronavirus: entre las armas bélicas y los recortes en las sanitarias

  • El gasto del PIB en Salud es del 6,2% en España, muy por debajo de Alemania (9%) y a años luz de EEUU (14%), que exige más dinero a sus aliados de la OTAN

  • El gasto por habitante en Sanidad en Andalucía es de 1.340 euros, entre el techo de los 1.809 en el País Vasco y el suelo de los 1.192 en Cataluña

El nuevo coronavirus ha infectado a más de 1,2 millones de personas en todo el mundo, un planeta que asiste a una desbocada carrera nuclear en la que Irán le ha puesto una espuela al caballo loco. La mayoría de fallecidos por la pandemia radica en Estados Unidos, donde se rememoran los ataques de Pearl Harbour o el 11-S, ya más que rebasadas sus cifras desde hace días: este lunes se registraban 9.200 víctimas mortales, muy por encima de las 2.400 del ataque kamikaze de los japoneses en 1941 y de los tres millares de la multimasacre de Al Qaeda en 2001.

España, con más de 130.000 casos, es el segundo país con más contagiados, seguido de Italia (más de 128.000). Tras ellos, se encuentran Alemania, con más de 100.000 casos, y Francia con más de 90.000. Los cinco países han adelantado a China, el epicentro original de la pandemia, con más de 81.700 casos, la gran mayoría ya recuperados, mientras que la cifra de decesos en todo el mundo supera los 69.000, más de 13.000 en España, donde nos estamos acordando, como en el resto del planeta, de Santa Bárbara cuando truena.

Lo que truena por todos los rincones del planeta no son ruidos de obuses y bombas, que también (la del coronavirus es una guerra que convive con otras convencionales como las de Siria, la más prolongada después de nueve años, Iraq, Yemen, Afganistán, Sudán del Sur, Somalia, etc.), sino la falta de medios y efectivos para frenar al virus.

"Santabárbara"

Antiguamente en los navíos de la Armada existía un compartimento especial para la pólvora y los explosivos que se llamaba "santabárbara", donde había indefectiblemente una imagen de esa virgen mártir del siglo III que por convertirse al cristianismo fue encerrada en una torre por su padre, que la martirizó hasta cortarle la cabeza; momento en que, reza la leyenda, un rayo fulminó al desencajado y ella se convirtió en la patrona de todos los artilleros europeos y, por ende, de todas las profesiones que tienen que ver con explosivos y fuego. 

Hoy día es invocada para pedir su protección frente a las tormentas y es vox populi, al menos entre los más provectos, el refrán de "sólo te acuerdas de Santa Bárbara cuando truena". De ella se está acordando desde hace unos meses buena parte de la humanidad, millones de personas confinados en lucha contra el coronavirus, mientras los respectivos gobernantes están cayendo en la cuenta de la necesidad de invertir recursos en Sanidad y ciencia en detrimento (por ejemplo) de los onerosos gastos en armas.

Gobernantes de todo el globo están adoptando ante la pandemia un tono belicista, como el de Sánchez. "Ganaremos esta guerra unidos", "nuestra unión nunca ha sido más fuerte frente al enemigo"... El objetivo es que la ciudadanía se mantenga como un todo uno frente al virus y al lado del mando único, del Gobierno. También pone prietas las filas el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Miguel Ángel Villaroya, uno de los habituales en las ruedas de prensa del comité médico: "Demostraremos que somos soldados, cada uno en el sitio que nos ha tocado vivir," ha proclamado desde Moncloa. Como si se tratara de una guerra entre la humanidad y el bicho, reforzado por la presencia de unidades del Ejército en las calles. Una tropa a cuyo universo se dedica a escala global una cantidad de dinero y recursos muy por encima de los dedicados a la Sanidad: el gasto militar superó en 2018 el 1,8 billón, con b, de dólares. Con EEUU y China a la cabeza. 

Pandemia de gripe

Los virus han existido desde siempre. La pandemia de gripe de 1918-1919 se llevó a más gente que la Primera Guerra Mundial. También se dio entonces el consejo de no darse la mano y de ponerse un pañuelo en la boca para besarse. La policía solía entrar en casa de los enfermos con una gasa en la boca. Desde entonces este virus no había vuelto a extenderse por la parte rica del mundo. Nos habíamos olvidado de él, mientras en África poblaciones enteras sucumbían a virus similares, como el ébola, entre el desdén generalizado en Occidente. 

Erre que erre, EEUU insiste en que los miembros de la OTAN deben comprometerse con el aumento del gasto militar hasta el 2% de su PIB, ya que la seguridad es "lo más importante" y desafíos como el terrorismo persisten entre la crisis del coronavirus. No obstante, el Gobierno de Pedro Sánchez no se pliega ante el presidente estadounidense y la inversión en materia de Defensa prevista en los nuevos Presupuestos ronda el 0,8% del PIB, alrededor de los 10.000 millones de euros.

La mala noticia es que cada año, desde 1988, los servicios de Salud Pública en España han recibido, de media, el 1,1% , de toda la inversión sanitaria. En 2017 (las últimas cuentas consolidadas) Sanidad dedicó unos 93,5 millones de euros, el 14% de su presupuesto, mientras que las comunidades autónomas gastaron un 1% del total: unos 657 millones. Todo el Sistema Nacional de Salud dedicó 763 millones a estos programas sobre un total de 68.400 millones.

No es de extrañar que la Organización Mundial de la Salud haya puesto de manifiesto que España, además de confinarse, debe "redoblar" sus esfuerzos en Salud Pública. Como a las moscas, al virus no se le puede matar a cañonazos. Por lo que resultan sonrojantes las cifras de gastos en Defensa en contraste con las necesarias inversiones en ciencia e investigación o en Sanidad, tan parcas como descuidadas, víctimas de unos recortes que ahora nos pasan factura.  

Factura de la privatización

Lo atestigua el presidente del Colegio de Médicos. “Sin los recortes, la sanidad madrileña estaría mejor preparada”, declara Miguel Ángel Sánchez Chillón (Madrid, 1958), doctor en Medicina Familiar y Comunitaria, con una trayectoria siempre unida a la cooperación y la Atención Primaria. Trabaja en el Centro de Salud Gandhi y ha ocupado cargos directivos en organizaciones no gubernamentales como Médicos del Mundo y la Fundación Antisida. 

Desde la época de halcones como Margaret Thatcher y Ronald Reagan, la ideología neoliberal parte de la base de que es necesario adelgazar el Estado y que sean las personas las que individualmente asuman todos los riesgos de su vida, también de su salud. Consecuentemente con esa ideología, se propugnó el desmantelamiento de los sistemas de bienestar y la puesta en funcionamiento de un modelo de sociedad donde el mercado es el que asume la totalidad de la provisión de bienes y servicios y, lógicamente, el acceso a los mismos está mediatizado por la capacidad económica de cada persona. La privatización es hoy un fenómeno extendido a nivel mundial, y que prácticamente afecta a todos los países en mayor o menor grado.

Madrid tiene el dudoso honor de ser la primera comunidad en número de personas asignadas por enfermería y médico de familia. La epidemia está llevando al límite a una plantilla a la que le ha llegado la oleada de pacientes siendo, prácticamente, idéntica que la que ejercía hace una década tras años de recortes de los que todavía no se había recuperado. La plantilla al arrancar 2019 era menor que la disponible en 2010: 54.531 en lugar de los 55.433 de hace diez años, según las Memorias Oficiales del Servicio Madrileño de salud.

La crisis del coronavirus ha provocado la agonía de la Sanidad pública en el conjunto del país, que ya se resentía con la epidemia de gripe cada invierno. La política de recortes y de privatizaciones de los sucesivos gobiernos la han ido diezmando y la falta de medios y de personal se ha hecho evidente como un fogonazo, aunque no tiene nada de repentino y descansa sobre factores estructurales, como indica la evolución del gasto sanitario en la última década.

Sin distinción de colores

En la década entre 2007 y 2017, las comunidades autónomas –principales gestoras de la Sanidad– han pasado de gastar 716 millones de euros en esta disciplina a quedarse en 657. No hay muchísima diferencia en cuanto al color político de la administración: algunas como Andalucía apenas dedicaron el 0,3% del presupuesto sanitario a estas actividades. En Madrid y Cataluña han superado por poco el 0,5% de todo su gasto en Sanidad.

El coronavirus se ha cebado con Madrid, Cataluña y País Vasco. En la primera, se han adoptado medidas extremas como habilitar Ifema como hospital de campaña, suspender parcialmente el servicio funerario municipal o transformar el Palacio de Hielo en morgue de urgencia. En Barcelona se han tenido que habilitar espacios junto a los hospitales para preparar UCI, se ha adaptado la Fira de Barcelona para acoger a sin techo y se ha recurrido a hospitales privados. En Euskadi se tenido que llamar a personal sociosanitario jubilado y se ha reconvertido hoteles para dedicarlos al descanso de personal sanitario.

El ranking de gasto sanitario público en España sitúa a Madrid y Cataluña en los puestos de cola en cuanto a inversión de las 17 comunidades autónomas, frente al País Vaso que lo encabeza.

Cataluña, que acumula tres ejercicios con las cuentas prorrogadas, es la comunidad con el gasto sanitario per cápita más bajo de toda España: 1.192 euros por habitante. Esta cifra está muy lejos del gasto que se realiza en el Servicio Vasco de Salud, donde el presupuesto por habitante es de 1.809 euros, según revela la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública. En Andalucía es de 1.340, el 6,4% del PIB regional, frente al 6,1% del 2019.  

Andalucía ha tomado la delantera en la respuesta al coronavirus con sus planes de contingencia. El Parlamento autonómico  aprobó en diciembre los Presupuestos para 2020, que ascienden a 38.539 millones de euros, un 5,6% más que el año precedente, con los votos favorables de PP, Ciudadanos y Vox y en contra de PSOE y Adelante Andalucía. Estas cuentas recogen un incremento de la partida destinada a Sanidad del 8%, hasta los 11.056,2 millones, es decir, 450 millones más que durante el ejercicio anterior.

No obstante, la Junta reestructurará por completo sus Presupuestos, volteados, como todo, por la crisis del Covid-19. El Gobierno (PP y Ciudadanos con apoyo externo de Vox) que preside Juanma Moreno, previsor, anticipándose a cualquier pico en el número de pacientes por la pandemia que pudiera sobrevenir,  activó la semana pasada el primero de los dos planes de contingencia en la comunidad autónoma.

Dicho plan está previsto ante 9.000 posibles casos confirmados, una cifra que ya se vislumbra, con 8.661 positivos a día 6 de abril, y supondrá que estén disponibles hasta 7.750 camas públicas para atender a los positivos que requieran hospitalización, por lo que casi se multiplica por dos las ocupadas hoy. Hay 4.227 andaluces en los hospitales Asimismo, se dispondrá de 1.030 camas en las UCI para dar respuesta a los casos más graves, esto es, cinco veces más camas de las disponibles con normalidad. En ellas se recuperan 496 personas.

Solidaria, Andalucía está ofreciendo camas a otras comunidades. Y previsora, ya ha activado hasta un tercer plan de contingencia, con un escenario de 15.000 contagios y la ampliación de los recursos hasta más de 20.000 camas hospitalarias y 1.357 de UCI, tal como ha avanzado este lunes el portavoz del Gobierno, Elías Bendodo.

Santa Bárbara, San Lucas y San Alejandro Magno

Tras la declaración del estado de alarma, el 13 de marzo, Sánchez, anunció un paquete de medidas frente a la pandemia con una inversión que ya suma unos 400.000 millones de euros para combatir los efectos sanitarios, económicos y sociales derivados de esta crisis. Según los datos registrados en 2016, el gasto público destinado a la sanidad era de 72.402 millones de euros, por lo que el gasto aprobado ha venido a quintuplicar en dos meses (con la adición de la panoplia de ayudas sociales y económicas) lo que España invierte en su sanidad en todo un año.  

Siempre  nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, pero es el momento de San Lucas y de San Alejandro Magno. Santa Barbara, patrona de la artillería; San Lucas, de la Medicina, y San Alejandro Magno, de la ciencia y los científicos, la triada inverosímil. A  finales del pasado  enero se celebró una reunión de coordinación en Ginebra bajo los auspicios de la OMS y el apoyo de la Unión Europea, en la que se pusieron en marcha diecisiete proyectos para desarrollar una vacuna protectora contra el siniestro enemigo global. Uno de ellos en  España, del Centro Nacional de Biotecnología del CISC de la mano de expertos en estos virus de tipo SARS, sobre los que llevan trabajando más de veinte años. Ya se ha anunciado el hallazgo dos posibles vacunas. 

El PSOE y Unidas Podemos acordaron en enero, cuando se puso en marcha el binomio gobernante, aumentar la inversión en el Sistema Nacional de Salud hasta alcanzar el 7% del PIB nacional en 2023 y anunciaron que avanzarían en el blindaje” del sistema público de salud apostando por la "gestión pública directa”. Se impone el olvido de Santa Bárbara cuando truena lo que truena, bombas invisibles de un enemigo que no se puede vencer a golpe de misil sino con los codos en la mesa, con las armas del saber, no de matar, mucho más productivas y efectivas cuando se las necesita, a veces, pocas, como ahora... 

No obstante, la inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en España suma tres años consecutivos de crecimiento y alcanzó los 14.052 millones de euros en 2017, un 6% más que el año anterior, aunque no fueron las  administraciones públicas sino las empresas quienes impulsaron el avance del gasto en investigación al aumentar un 8,2% su inversión, según Cotec, la Fundación para la Innovación. Nunca es tarde.

Comparaciones odiosas

Pero no se debe olvidar que los sanitarios españoles están entre los peor pagados si comparamos la lista de países más desarrollados.  El sueldo de un médico español ronda los 55.000 euros anuales, a años luz del de un norteamericano (250.400 euros de media) o un australiano (135.000). Y sin irse tan lejos, la comparación también es odiosa,, con los británicos (129.500 euros) o con los alemanes (125.000).

Sin embargo, el sistema sanitario español es uno de los más eficientes, sólo superado por Hong Kong y Singapur, según Bloomberg. Y esto sucede porque únicamente dedica un 6,2% de su PIB a la Sanidad pública, muy lejos del 14% de Estados Unidos o del  9% en Alemania o Francia. 

España tiene menos camas que la mayoría de nuestros vecinos europeos (tres de media por cada mil habitantes, frente a las 13 de Japón o las ocho y siete de Alemania y Francia, respectivamente), un dato que resulta aún más evidente cuando se observa el número de UCIS (España tiene 9,7 por cada 100.000 habitantes frente a las 29,2 de Alemania o las 12,5 de Italia).

De esta grave crisis saldremos airosos gracias a ellos, a los sanitarios, y nadie podrá mirar ya con desdén a las manifestaciones de las batas blancas contra los recortes y las privatizaciones.

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