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Sociedad

Una mujer guatemalteca finge su secuestro para alargar la estancia con un amigo en Barcelona

  • Envió un SMS a su marido en el que aseguraba que sufría agresiones sexuales.

La Policía Nacional ha detenido a una mujer guatemalteca que simuló su propio secuestro y que había sufrido agresiones sexuales. En realidad, se había trasladado a Barcelona para entrar en contacto con un hombre que había conocido por internet. Envío a su marido varios SMS en los que relataba los supuestos crímenes que estaba sufriendo, y cuando la Policía la localizó, aseguró que había logrado escapar de su captor. En los mensajes de teléfono afirmaba que se hallaba con otras mujeres y que era obligada a tener prácticas sexuales con su captor. Una vez que se descubrió que la historia era una farsa, afirmó que el hombre con el que había estado ese tiempo le había robado las joyas. También se demostró que esto era falso. Las mentiras de la mujer a su marido llevaron a la Embajada de Guatemala a ponerse en contacto con la Policía española para que la localizaran. 

Las investigaciones se iniciaron el 28 de julio, cuando la Policía recibió una comunicación de la Embajada de Guatemala que informaba de un posible secuestro que estaría sufriendo una ciudadana de ese país, retenida contra su voluntad en algún punto de Barcelona. Había llegado de vacaciones a la ciudad el 22 de julio y a partir del 23 su marido comenzó a recibir una serie de mensajes telefónicos de su mujer en los que aseguraba que se encontraba secuestrada y era víctima junto a otras mujeres de agresiones sexuales por parte de un individuo. 

La Policía puso en marcha un operativo para localizarla y finalmente encontró a la mujer en la Ciudad Condal. La mujer aseguró entonces que había logrado escapar de su captor. De acuerdo con el protocolo, fue acompañada a un centro médico. El examen al que fue sometida no detectó ningún tipo de lesión. Fue llevada entonces a comisaría, donde los agentes comenzaron a interrogarla al objeto de conocer lo que realmente había ocurrido. 

Durante ese interrogatorio relató una serie de incongruencias y contradicciones, y acabó reconociendo que todo el relato era una farsa. Había mentido a su marido para poder alargar su estancia en Barcelona, a donde se había desplazado para conocer a un hombre con el que mantenía contacto por internet. 

Una vez que reconoció que el rapto había sido una farsa, aseguró que el hombre con el que había entrado en contacto le había robado las joyas. Posteriormente se comprobó que ese supuesto robo también era falso. Diferentes testigos identificaron a ambos en el momento de la venta de las joyas, que fue llevada a cabo de mutuo acuerdo. 

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