Sociedad

Un nuevo seísmo e inundaciones amenazan a los supervivientes en China

  • Una réplica de 6,4 grados de magnitud sacude la zona mientras que 69 presas amenazan con inundar las poblaciones colindantes.

Los supervivientes del devastador seísmo del 12 de mayo no descansan, con momentos de pánico como el de hoy, cuando se produjo una réplica de 6,4 grados de magnitud, mientras 69 presas amenazan con inundar las poblaciones derruidas del epicentro.

La réplica, la de mayor potencia en 14 días, sacudió el distrito de Qingchuan, al noreste de la devastada Beichuan y en la frontera con la provincia de Gansu, según los datos facilitados por la Red Sísmica Nacional de China, y se pudo sentir hasta en Pekín.

Escenas de pánico se han vivido en la ciudad de Mianyang, una de las más golpeadas por el terremoto de hace dos semanas, que hasta hoy ha dejado más de 86.000 muertos y desaparecidos.

"No pudimos quedarnos quietos", dijo un vecino de esta ciudad al explicar cómo todos salieron corriendo al sentir el temblor, informa la agencia de noticias Xinhua.

"Pude notar cómo temblaban el suelo y la montaña durante la réplica", explica un reportero desplazado a Beichuan.

Algunas ciudades de la provincia de Gansu, en la meseta tibetana, se han visto afectadas por la réplica, como la capital, Lanzhou, y los distritos de Wudu, Kangxian y Wenxian.

Desde que el temblor de 8 grados sacudiera el suroeste chino, los vecinos se han acostumbrado a colocar botellas boca abajo para detectar la intensidad de las miles de réplicas que se han producido desde entonces, y hoy se cayeron todas.

Al igual que sucediera antes del peor terremoto en tres décadas en China, algunas señales indicaron la posibilidad de una réplica con 40 minutos de antelación: un súbito nublado en la ciudad de Hanzhong, la aparición de fuertes vientos y la interrupción de las telecomunicaciones.

Con un total de 62.664 muertos, 23.775 desaparecidos y 358.816 heridos reconocidos por las autoridades locales, el terremoto se ha convertido en un trauma nacional que ha ensombrecido por completo los preparativos para los Juegos Olímpicos de Pekín en agosto.

Hasta el punto de haber modificado el relevo de la antorcha olímpica, que se detuvo por tres días de luto, llegará más tarde de lo previsto a Sichuan y pasará muy rápidamente por Tíbet, donde su relevo de tres días puede intensificar las revueltas contra Pekín.

La réplica, de un minuto de duración, viene a añadir más tensión a los 14,4 millones de evacuados, de los que 5 millones sin techo están durmiendo al raso desde hace catorce días e intentan superar el dolor de haber perdido a familiares y todo lo que tenían, con 15 millones de viviendas derruidas en la provincia y alrededores.

Para ellos, el Gobierno chino construirá 1,5 millones de habitáculos y está pidiendo con urgencia tiendas de campaña, 3,3 millones en concreto, por lo que sus fábricas trabajan a toda máquina para producir un millón en un mes y al menos proteger a los damnificados del monzón que afecta cada año el sur de China.

Unas lluvias que, con 100 milímetros previstos para los próximos días, pueden desbordar unas 69 presas en la zona que están "en peligro de reventar de forma inmediata", según dijo hoy el viceministro de Recursos del Agua, E Jingping, en rueda de prensa.

Sin embargo, dijo E, están "bajo control, pero en una situación todavía grave" los 35 lagos formados por aludes en las cuencas fluviales de esta zona accidentada al pie de los montes Longmen que se tambalean sobre tres fallas en constante contracción desde hace días por el roce de las placas tectónicas india y asiática.

En medio de todo el dolor todavía se producen milagros como el de hoy, cuando los equipos de rescate lograron recuperar a Xiao Zhihu, un anciano inválido de 80 años que fue rescatado vivo 226 horas después del desastre en la ciudad de Mianzhu.

Aunque el Gobierno chino ha mostrado una rapidez de reacción ante el desastre y una transparencia informativa inusitada, los afectados están pidiendo responsabilidades al sector de la construcción, el más corrupto del país, por el desplome de escuelas que han matado a cerca de 8.000 niños en un fenómeno que se conoce ya como "edificios tofu", mientras que los alimentos tardan en llegar a algunas localidades.

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