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“El tratamiento de los residuos es el gran problema de nuestro campo”

  • El alcalde de La Mojonera, José Miguel Hernández, cree que “nadie le quiere meter mano” y lamenta que “el campo está sucio”

Alcalde de La Mojonera, José Miguel Hernández

Alcalde de La Mojonera, José Miguel Hernández / Anyo (Almería)

La Mojonera forma parte en primera persona de la enorme dimensión adquirida por el agro almeriense en los mercados internacionales, y específicamente la comarca del Poniente, en cuyo centro mismo se enclava esta localidad que vive casi en exclusiva del campo. El municipio no es ajeno a todos los problemas que padece un sector con muchas luces, pero también muchas sombras, tal como diagnostica uno de los alcaldes de la comarca que más claro habla sobre los problemas y las posibles soluciones de la agricultura intensiva almeriense.

José Miguel Hernández se muestra especialmente autocrítico con el propio sector y, amén de los precios bajos, considera que es la gestión de residuos y, claro, el agua, aquello que en este momento más lastra la capacidad de crecimiento de un agro que, recalca, “si desapareciera del Poniente no sé de qué iba a vivir toda la comarca”.

"Usted es cooperativa, a usted le obligo a llevar los residuos a una planta autorizada; o no siembra el año que viene”

“Si nuestros clientes europeos, alemanes, ingleses, holandeses... vienen a ver dónde se produce aquello que luego ellos se comen verían un campo sucio, y eso no nos lo podemos permitir”, afirma el regidor mojonero, quien considera que “en el asunto de los residuos todo el mundo mira hacia otro lado y nadie coge el toro por los cuernos”. Se refiere José Miguel Hernández al deficiente tratamiento que se da a los restos agrícolas, “y no solo a los plásticos –matiza–, también a los restos de matas, a la rafia, las garrafas... etc”, que con frecuencia, asegura, “terminan en las ramblas, bien porque los agricultores no tienen a dónde llevar esos residuos, porque no hay plantas, o bien porque prefieren bascular el camión en la rambla a sabiendas de que nadie los va a sancionar, y ahorrarse los 400 o 500 euros que vale llevarlos a la planta”. Insiste el alcalde de La Mojonera en que a este problema “nadie le quiere meter mano, ni la Junta de Andalucía de antes ni la de ahora, porque es ponerse en contra a mucha gente. Los políticos, y yo no me considero político aunque sea alcalde, tienen temor a que no los voten si se toma una medida drástica, como imponer sanciones”. Y luego está la concienciación de las propias cooperativas y los agricultores, añade Hernández, poniendo un ejemplo: “los alemanes y los holandeses dijeron en su día que partida que llegara a sus países con restos de ‘venenos’, partida que no querían. Y los agricultores tuvieron que ponerse manos a la obra y decir: señores, lucha biológica. ¿Ha pasado algo? Nada. Hemos entrado todos por el aro y ahora somos ejemplares en lucha biológica. Lo mismo que las cooperativas reúnen a sus juntas directivas para decidir cómo crecer, donde hacer otro almacén, deberían decir ¿qué hacemos con los residuos?”. Al hilo, José Miguel Hernández cree que las administraciones deberían velar por que “haya un control, que el que no meta los residuos en una planta autorizada, sea sancionado, y que no pueda sembrar el año que viene, si hubiera un control, todo mejoraría. Hacemos muchas cooperativas para coger muchos clientes, vamos a las ferias internacionales, para que nos compren, pero no invertimos en plantas. Alguien desde la administración pública tiene que decir: usted es cooperativa, usted tiene mil socios, a usted le obligo a que sus residuos, íntegros, tengan una planta. Si no, usted el año que viene no siembra”.

¿Y qué se puede hacer desde una administración local, y más desde un ayuntamiento pequeño, como La Mojonera? Según su alcalde, muy poco: “desde los ayuntamientos podemos hacer poco porque no tenemos recursos. Las administraciones tienen que poner de su parte y los agricultores también. El ayuntamiento a lo mejor ingresa por una hectárea 100 euros de contribución. Con eso ¿qué haces? Debería haber una tasa destinada al tratamiento de los residuos, y que todos la cumplieran. De esa forma nuestro campo mejoraría mucho y podría ser más competitivo.

Competitividad, esa es la clave para José Miguel Hernández, quien le tiene muy poca fe a que la dinámica de los precios vaya a mejorar. “Los precios bajos no son de ahora, son de siempre. Vale que algún año haya valido el pimiento 2 euros. Un año te puede tocar la lotería, pero al año siguiente lo vendes a 40 céntimos y no se cubren ni los costes. Es verdad que habría que trabajar mucho por poner unos precios mínimos, pero es que estamos en un mercado libre, no lo olvidemos”, piensa. Así que, a su juicio, la clave para crecer y mejorar es ser más rentables, trabajar por lograr “sacar más kilos por metro cuadrado, y si ahora se sacan 10, aspirar a producir 30 o 40 kilos por metro, los holandeses sacan hasta 50 kilos de tomates por metro;y eso se consigue modernizando los invernaderos y con una mentalidad de futuro”. Al hilo, El alcalde de La Mojonera considera que “las administraciones, la Junta de Andalucía, el Gobierno central, quien sea, tendrían que apostar por más líneas de ayuda para modernizar los invernaderos y hacerlos más rentables, conseguir sacar más producción”.

"Lo del agua es una guerra. Es algo esencial y no se debe poner el grito en el cielo por su precio. Hay que pagarla”

Amén de “la economía sumergida, que está muy extendida en nuestro campo y es un verdadero círculo vicioso”, Hernández también considera que el otro gran problema del campo en el Poniente es “el agua, básica para el sector, y que nos estamos quedando sin ella”. A su juicio el Poniente está sufriendo que “en Almería hay una planta desaladora y no se pone en funcionamiento ¿Por qué? Porque si eso se pone en marcha los recibos del agua de los consumidores tendrían que subir y eso es impopular. Lo del agua es una guerra. Es un problema. Es algo esencial y no se puede poner el grito en el cielo por su precio. La tenemos que pagar, como pagamos dinerales por tener un buen móvil, o un buen coche”.

El ejercicio autocrítico de José Miguel Hernández, matiza para acabar, nada tiene que ver con “atacar al agricultor”, aclara. “La agricultura es muy sacrificada, muy dura y no a todo el mundo le va bien. Hay mucha gente que tiene que vender la finca, porque ha tenido mala suerte dos o tres años seguidos, y les comen los préstamos y los intereses. Y hay mucha gente que hace las cosas bien, intachables. Pero por desgracia, no son todos”.

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