La Isla lo está esperando. El tictac se para. Ya está el 'Viejo' en la calle... La salida de la hermandad del Nazareno es siempre una amalgama de emociones encontradas que lleva a la Semana Santa de San Fernando a todo su apogeo cuando el reloj marca las dos de la madrugada del Viernes Santo, que es la hora fijada por la tradición para el reencuentro con el Señor en la calle.
Y la espera, que tanta expectación despierta cada Semana Santa, siempre merece la pena. También anoche, claro. A pesar de que esta vez tocó una madrugada muy diferente a la del año pasado, que tan buen recuerdo dejó después de los dos años de forzada ausencia a causa de la pandemia.
Esta vez tocó vivir una noche bastante fría en la que el Levante siguió soplando, aunque de vez en cuando daba algo de tregua. Incluso, cuando Expiración pasó por Carrera Oficial -poco antes de que la hermandad se pusiera en camino- el viento había bajado tanto que se pudieron ver algunos cirios y algunas velas de la candelería de la Esperanza encendidas.
Pero no por que la noche fuera más desapacible se vivió todo con menos intensidad ni hubo menos gente en la plaza de la Iglesia aguardando a que saliera la hermandad, a ese momento único de la Semana Santa que es la salida de Jesús Nazareno entre aplausos, ovaciones y esa trepá interminable que encadena varias marchas de la agrupación Lágrimas de Dolores -sonando con toda su potencia, que es mucha- hasta que el paso gira y enfila la calle Real para entrar en Carrera Oficial. Y todo en tan solo media hora. No hace falta más.
El reencuentro
A la voz del capataz Javier Padillo y con los recios andares que ha imprimido a la cuadrilla del Señor de La Isla, el Regidor Perpetuo de San Fernando acudió a su reencuentro con el pueblo que viene a simbolizar esa plaza de la Iglesia llena de gente que parece que abraza al Nazareno bajo la luz del foco que tradicionalmente ilumina la rampa salida. Pocos minutos más tarde lo haría también el paso de palio de la Virgen de los Dolores, cuya candelería se apagó por completo nada más salir del templo.
Fue un buen trabajo la salida del templo. De todos, de la hermandad y su junta, de la cuadrilla, de los músicos... Todo encaja en esa puesta en escena perfecta con la que una vez más se inició la noche más cofrade de La Isla y que da sobrada cuenta de una historia: la de la inmensa devoción de un pueblo. Para quitarse el sombrero. No faltaron en este momento tan especial las dedicatorias, como esa primera levantá en el templo en memoria de José Moreno Fraile, que era hermano de la hermandad. O la que dio el pregonero de la Semana Santa, Jesús Posada, ya enfilando la puerta para salir.
Antes, en el interior del templo, el hermano mayor, José Fernández Mora, alentó a los hermanos a vivir con intensidad la madrugada, a pedirle a Jesús Nazareno, a acompañarle en ese recorrido tan simbólico que hace por las calles de la ciudad. También recordó esas intenciones de la salida procesional que le dan otra dimensión más allá de lo cofrade: por el final definitivo de la pandemia, por la paz en el mundo y la terminación de la guerra de Ucrania, por el cese del hambre... Y, cómo no, también por La Isla y sus vecinos. No podía ser de otra manera tratándose del Regidor Perpetuo.
En la Iglesia Mayor, de hecho, se celebró por la mañana el llamado rito del bastón, por el que en cierto modo cada año, en un claro preludio de la madrugada, se viene a ratificar por parte del Ayuntamiento isleño ese nombramiento de Alcalde Perpetuo cuando la alcaldesa deposita a los pies del Nazareno el simbólico bastón de mando con el que procesiona en el paso. Patricia Cavada, de hecho, acompaño a la hermandad entre las representaciones institucionales que realizaron el primer tramo del recorrido.
La imagen de Jesús Nazareno, por cierto, va a ser restaurada por Pedro Manzano tras la salida procesional de esta Semana Santa, por lo que será próximamente trasladada a los talleres de este especialista, en Sevilla. Así que esta madrugada de Viernes Santo tenía también ese matiz especial.
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