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La fiesta de Pablo

  • Trancas y Barrancas inician su 11ª temporada con la visita de Penélope Cruz 'El Hormiguero' es un formato eficaz que reúne a toda la familia.

Llegó en las tardes de los domingos y fue creciendo en su emisión diaria en Cuatro, donde se convirtió en el valor más firme de una cadena que terminaría siendo adquirida por Mediaset. Sin dar un portazo, Pablo Motos pasó a Antena 3 en septiembre de 2011, cuatro años después de arrancar con las entrevistas junto a Trancas y Barrancas. Regresa este formato familiar que ha alcanzado su undécima temporada, y en progresión de audiencia. Estas son sus claves:

1. Es un escaparate. Para ser hay que estar. Por El Hormiguero han pasado prácticamente todas las primeras figuras del mundo audiovisual, la música y el deporte. Y también de la política, en estas nuevas reglas mediáticas. La primera visita de Pedro Sánchez y el baile de Soraya fueron dos puntos y aparte. Salir junto a Pablo Motos ya tiene rango de honor y de impagable oportunidad para llegar al gran público. Un galardón obtenido con tiempo, trabajo, audiencia y buen humor. Cuando algún actor internacional quiere hablar de su película en España ya sabe que la mejor opción es ir "a divertirse" a El Hormiguero.

2. Se renueva en cada entrega. No hay programa más individualista que el de Pablo Motos, pero a su vez es tal el poder de la labor coral que el trabajo del equipo también se luce. Un formato tan flexible admite todas las secciones y colaboradores que requiera la ocasión, la duración por cuestión de programación de la cadena o el tono del invitado. Cada día parece igual, pero siempre es distinto.

3. Es un formato absolutamente familiar. La productora Siete y Acción, con el trabajo de Jorge Salvador, ha creado un formato que es capaz de reunir a toda la familia. Todas las edades pueden compartir un mismo espacio. Un programa que con un tono general amable puede tener también complicidad juvenil, algunas incorrecciones gamberras y detalles subidos de tono. Su humor, que bebe de series como Los Simpson o late-nights como los de Letterman o Fallon, es de distintas velocidades, con bromas para todos los públicos y algunos guiños para jóvenes o mayores que no sonrojan a la familia.

4. Divulga, que no es poco. Hay dosis de conocimiento, lo que los antiguos llamarían física recreativa, en los experimentos del programa, con Marron y El Hombre de Negro. La divulgación nunca debe ser aburrida y en este caso es muy amena, de curiosidad infantil, como un experimento de Quimicefa en la cocina de casa. Otras secciones también proponen la sabiduría parda, como la de Anna Simón, como la que se prodiga en los vídeos tutoriales de internet.

5. Es un filón de interactividad. El Hormiguero es de esos programas que miles de espectadores siguen con el móvil en la mano, comentando en las redes sociales. Es un espacio rítmico, con declaraciones de famosos, que tienen un reflejo inmediato en el mundo virtual, un altavoz añadido en su repercusión.

6. Tiene influencia social. Además de la opinión y expectación que se genera en las redes sociales, Motos, invitados y colaboradores pinchan a los espectadores a través del cristal. La sección de adopción de mascotas de Dani Rovira, que sigue en esta temporada, es la mejor muestra de esa vertiente social y de compromiso que tiene El Hormiguero, que ha afrontado muchas otras iniciativas humanitarias en estos años. Ese vínculo familiar y ese acercamiento a los niños desde los peluches de las hormigas lo convierten en un soporte de influencia para todas las buenas causa, como bien saben invitados como Frank Cuesta, que protagonizó una entrega dedicada solo a su drama personal en Tailandia.

7. Es un acontecimiento por sí mismo. Su sola presencia en la programación ya se vale para atraer a la audiencia y sus invitados estelares llaman la atención para sentarse sin excusa ante esta fiesta diaria. Para vivirla en el momento. Sus especiales grabados en el extranjero tienen rango de verdaderos especiales y aunque Will Smith se ha hecho casi fijo en Antena 3 junto a Matías Prats, cada entrega garantiza sorpresas para el espectador.

8. El buen rollo, por encima de todo. Una debilidad de El Hormiguero podría ser la presencia 'abusiva' de su conductor. O de pecar a veces de deslavazado, tan caótico hasta rozar lo inconexo, con entregas irregulares, según el presupuesto y según el invitado. Pero lo que serían defectos irresolubles para otros formatos, en el caso de los de Motos se suple con buen humor, con un "buen rollo" que a veces ha superado momentos de tensión en el plató o ante el bochorno por el fracaso de algunas pruebas. Con el buen rollo, todo se supera. Incluso polémicas como la de la falsa decapitación de Dani Martín o salidas de tono como las vividas con el reportero alemán.

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