TV-Comunicación

El rey de la pantalla

  • Las cámaras han sido siempre vehículo de acercamiento del Monarca hacia sus ciudadanos · La televisión ha sido testigo y notario de la historia de Juan Carlos I

Es el único que puede presumir de haber tenido un 100% de cuota de pantalla en los últimos tres decenios.  Todo el país le aguardaba en la noche del 23-F y aunque el vídeo de la Zarzuela, esquivando controles, no apareció en antena hasta la una de madrugada, el mensaje más decisivo de don Juan Carlos, que en su momento sintetizará sus años de reinado, tranquilizó a una audiencia, la de la TVE de 1981, que no ganaba para disgustos pese a que todavía no habían llegado los culebrones. Un mes antes había sido abucheado por los batasunos en Guernica, en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo.

Desde la Nochebuena de 1975, siguiendo la tradición marcada por su antecesor desde antes de que comenzara a funcionar oficialmente la cadena pública, el discurso navideño de Su Majestad se simultanea por todos los canales generalistas, salvo excepciones como la autonómica del País Vasco. Sólo en contadas ocasiones, como a raíz de los atentados de marzo de 2004, el monarca se ha dirigido a las cámaras oficialmente al margen de  su aparición en la cena del 24.

Será el primer reinado televisados íntegramente y sus antepasados en el trono no pudieron disfrutar de un vehículo tan cercano a los ciudadanos. Don Juan Carlos, que soplará 70 velas el día de Reyes, es el rey de la pantalla. La que ha sido testigo de cómo ha evolucionado en su papel institucional y desde la que se ha contemplado cómo pasó de ser un padre de familia que tenía que hacerse fuerte con el timón hasta convertirse en un abuelo, un bonachón patriarca, con la obligación de reafirmarse. El sorprendente “¿Por qué no te callas?” dirigido a Chávez se ha convertido en un símbolo en Suramérica y también en España. Por internet circulan miles de versiones y parodias de la sonada intervención, insólita hasta entonces.

La primera aparición protagonista en directo del actual Monarca se produjo en julio de 1969, días después de la llegada del hombre a la Luna, por la casi única cadena que cubría el territorio nacional, en riguroso blanco y negro con interferencias. Franco confirmaba como sucesor al Príncipe de España (título inventado para el hijo del exiliado don Juan), que hasta entonces,  mudo, había aparecido en actos captados por los telediarios y los nodos. Su boda con la princesa griega doña Sofía no tuvo el despliegue eurovisivo de la hispanobelga Fabiola.  Meses después de su  nombramiento como sucesor a TVEllegaba como director general quien iba a ser timonel de la Transición, Adolfo Suárez. Ni siquiera cuando asumió de forma temporal las funciones de jefe de Estado en 1974 Juan Carlos de Borbón tuvo un protagonismo de relieve en la cadena pública, reservándose.

Pero ya nombrado Rey, el ente, pese  sus batallas intestinas (reformadores frente a inmovilistas), se pondría al servicio del monarca y de aquel director general que llegó a Prado del Rey procedente de la Gobernación Civil de Segovia. TVE tuvo su buena parte de mérito en el éxito de superar las metas volantes que condujeron hasta la Constitución. El Rey estuvo despidiendo las emisiones televisivas hasta hace unos 15 años. En aquel himno que arriaba la señal de TVE aparecía el monarca con sus retoños, en unas grabaciones que pronto comenzaron a quedarse anticuadas. Tras la apoteosis que supuso los Juegos de Barcelona, llegaba el turno de las bodas. Los enlaces de las infantas, con Pilar Miró en la realización, fueron escaparate de España, con Sevilla y Barcelona como monumentales decorados. Y aún restaba una más íntima conexión con la televisión cuando el Príncipe elegía como esposa a la chica del Telediario, Letizia Ortiz, madre de la infanta Leonor, puro desparpajo ante las cámaras. 

La historia de don Juan Carlos pasa por todos sus fragmentos televisados,  patrimonio de la  memoria colectiva, y de una cita anual, la de Nochebuena, que debería mantenerse con la sencilla rutina de otro tiempo.

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