Toros

Apoteosis de Juan José Padilla y magisterio de Enrique Ponce

  • Juan José Padilla salió a hombros en el segundo festejo de la Feria de León

Ponce, con facilidad pasmosa, inició la faena al primero de la tarde con equilibrio y temple. Ligando una faena con detalles y dibujo conculcó el señorío de torería y trazo que atesora. El toro tuvo muerte de bravo. El quinto tenía problemas y muchas dificultades. Toro difícil aunque apareciera otro espejo durante la lidia. Ponce lo toreó, lo domó en definitiva, y el resultado fue una obra gruesa cargada de oficio y responsabilidad.

Juan José Padilla recibió alegre con el capote y dentro de los cánones al segundo de la tarde, al que toreó a favor de la complacencia popular. Banderilleó con una espectacularidad postiza aunque, sin embargo, caló en los tendidos. Faena de efectismos, gaseada y ayuna de sensibilidad. Solo de escaparate, pero es cierto que se hizo con los tendidos.

Salió en el sexto a incendiar la plaza y lo logró. Entregado, generoso, y con una chispa de probada efectividad, se hizo con el público, quien se rindió a su peculiar evangelio taurino. Padilla salió de la plaza de León como el nuevo ídolo de la afición.

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