Toros

Arranque impecable de Ponce tras dos décadas en la cumbre

  • El valenciano sale en hombros en la matinal de Olivenza · Talavante, toro al corral por fallar con los aceros, tras una gran faena · Cayetano, apuntes de buen gusto

GANADERÍA: Toros de Zalduendo, en conjunto aceptablemente presentados. Los mejores, el cuarto, fuertemente ovacionado y que fue a más; y también destacaron quinto y sexto. TOREROS: Enrique Ponce. Pinchazo, estocada y dos descabellos (saludos tras dos avisos). En el cuarto, entera (dos orejas tras aviso). Alejandro Talavante. Bajonazo (ovación tras petición minoritaria). En el quinto, pinchazo, media caída y nueve descabellos (saludos tras tres avisos). Cayetano. Estocada (oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (saludos tras aviso). Incidencias: Plaza de toros de Olivenza. Tercera de feria. Matinal. Lleno de No hay billetes. Lluvia fina durante los dos primeros toros.

Con los tendidos abarrotados por un público guarecido bajo los paraguas, comenzó la matinal de Olivenza envuelta en una lluvia fina que dejó de caer tras la muerte del segundo toro. Todo el mundo se felicitaba por el buen estado del ruedo, tras el azote de agua previo. La empresa ha trabajado bien en este asunto, al igual que en la confección de unos carteles que le han incrementado el número de abonados en su vigésimo aniversario al frente de la plaza oliventina. Precisamente, dos décadas de éxitos encadenados son los que conmemora Enrique Ponce, el triunfador de este festejo, en la presente temporada.

Parece mentira. Pero ya ha llovido desde aquel 16 de marzo de 1990, en el que un chavalín de Chiva fue doctorado por Joselito en Valencia con el toro Talentoso. Desde entonces, como si hubiera tenido poderes para transmutarse en minotauro, fue aprehendiendo, de manera talentosa, todas las reacciones del toro hasta llegar a esta espléndida madurez que vive y en la que, con una difícil facilidad inimaginable, domina y crea arte con los toros. Un minotauro que ayer demostró, una vez más, que cada día tiene más afición y su ambición y capacidad carecen de techo.

La faena al cuarto toro fue un compendio de la tauromaquia poncista, con sabiduría lidiadora para mejorar y corregir al toro y no exenta de plasticidad. El valenciano lanceó bien a la verónica. La faena arrancó con un prólogo precioso, con un muletazo por bajo y un pase del desprecio que constituyeron dos preciosos carteles de toros para enmarcar. En los medios, el toreo en redondo con ambas manos, fue de alta calidad. El diestro puso la guinda con la poncina, ese toreo semigenuflexo, cargado de plasticidad, marca de la casa. Faena de altos vuelos, aunque de excesivo metraje, en la que escuchó un aviso antes de la suerte suprema, en la que a cambio de una estocada entera fue premiado a continuación con dos merecidas orejas.

Ante el que abrió plaza, un toro manejable, pero que se rajó de inmediato, Ponce no pasó de algunas pinceladas interesantes.

Alejando Talavante continúa teniendo un grave problema con el manejo de los aceros. Ayer emborronó una gran faena al buen quinto toro, tras un pinchazo, una media y... nueve descabellos, lo que hubiera sido un éxito importante acabó con los tres avisos y el toro al corral porque su faena, con un toreo fundamental de muchos quilates y amplio en registros, caló profundamente en el público, que le ovacionó fuertemente tras los tres recados presidenciales reglamentarios por excederse en el tiempo. Los muletazos por ambos pitones fueron largos, a base de mucha cintura y buen juego de muñeca. Intercalados y también como remates afloraron kikirikíes, ayudados, capeínas, talavantinas (ese pase que he bautizado así y que es una mezcla de ayudado y molinete)... Fue un auténtico despliegue de variedad muletera que enriqueció una obra plagada de bellos matices artísticos. En su anterior, tras una faena en la que en sus comienzos exigió en exceso al toro, lo mejor lo logró en una hermosa serie con la diestra. Aquí mató con un feo bajonazo.

Cayetano pasó apuros al recibir de capa a su primer astado hasta el punto de que estuvo a punto de ser cogido. El presidente devolvió la res de inmediato. Suponemos que por problemas de visión. La faena, ante un animal noble, tuvo una primera parte en la que el torero compuso muy bien la figura, pero ejecutó las suertes de manera muy desceñida. Por contra, cuando este sobrero se rajó surgieron los apuntes más meritorios, entre ellos un pase de pecho muy largo, una trincherilla o un pase del desprecio. Una gran estocada fue decisiva para que le concedieran un apéndice. Con el sexto, lo mejor fue una magnífica serie al natural.

Ponce demostró que comienza fino la temporada. Fue el más completo. Un maestro al que lejos de pesarle los años de alternativa, amacece cada día con más hambre de triunfo.

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