Toros

El Cid, sin suerte en su confirmación en la México

  • El diestro sevillano, tras la actuación más seria, fue ovacionado · El Zapata, heterodoxo, corta dos orejas y sale a hombros · Manolo Mejía, silenciado

GANADERÍA: Toros de Nuevo Colmenar, desiguales de presencia y deslucidos en su conjunto; el mejor, el quinto. TOREROS: Manolo Mejía, silencio y silencio. El Zapata, oreja protestada y oreja. Manuel Jesús 'El Cid', aplausos y ovación de despedida. Incidencias: Plaza Monumental de México. Unas 10.000 personas.

Manuel Jesús El Cid confirmaba su alternativa en la Monumental once años después de convertirse en matador de toros en Madrid. Tras recibir con buen son al toro Armilla de El Nuevo Colmenar, Manolo Mejía le cedió la muerte de un ejemplar cómodo de pitones que hasta ese momento apuntó nobleza.

Brindó al público el torero de Salteras, que cuajó un buen principio de faena, especialmente en un cambio de mano en el tercio y en los pases de pecho de las dos primeras series por el pitón derecho, lado por el que el toro tendía a acostarse, defecto que también acentuó por el izquierdo. El Cid, a base de oficio y buena técnica, tapó los defectos de un oponente que además se apagó pronto. Mató de una certera estocada y saludó una ovación.

El sexto resultó imposible por deslucido y orientado, abreviando El Cid, que acto seguido regaló el sobrero de Marrón, protestado de salida. Al diestro sevillano no le importó tal circunstancia y se puso a torear en redondo, ejecutando los muletazos de mejor factura y profundidad de todo el festejo, especialmente sobre la mano izquierda, corriendo la mano con largura y empaque. El final de faena, más metido entre los pitones, fue de torero valiente, pero pinchó en una ocasión.

Espectacular y muy celebrado resultó el recibo capotero de El Zapata, a la postre el triunfador de la corrida, al tercero de la tarde. Varias largas cambiadas en los medios y una peculiar media fueron la carta de presentación de un torero que tomó los seis palos de una vez para ejecutar dos pares al violín y uno por los adentros sin solución de continuidad, dando una aclamada vuelta al ruedo a la conclusión del tercio. Comenzó su trasteo en los medios con varios pases cambiados por la espalda. A partir de ese momento y pese a la voluntad del matador, bajó el nivel de la emoción por el poco fuelle del astado, que perdió las manos en varias ocasiones. Con los aceros, se le fue la mano abajo. Pese a ello se le pidió la oreja que fue concedida.

Con el bonito quinto volvió a comenzar su faena de manera espectacular con el pase del imposible vaciado con una arrucina en el que a punto estuvo de ser volteado. El toro fue el mayor bondad y clase del festejo pero no fue un dechado de fortaleza, lo que impidió la ligazón. En esta ocasión mató en buen sitio y el juez volvió a concederle una oreja.

Manolo Mejía acertó a templar las embestidas de su primero, pero al trasteo, de más a menos, le faltó continuidad. Con el cuarto apenas si pudo levantar el vuelo de su labor ante un animal agarrado al piso.

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