Toros

El Cid, la única vuelta al ruedo

Después del petardo monumental del día anterior, la corrida de ayer transcurrió sin sobresaltos en todos los sentidos, incluido el artístico, en el que tampoco se pudo saborear grandes cosas. Un festejo en el que El Cid dio la única vuelta al ruedo, entre tanto sus compañeros Daniel Luque y Arturo Saldívar se marchaban de vacío.

Tarde bochornosa con una Maestranza, con casi tres cuartos de entrada y un encierro que no llegó a aprovecharse. Tras un nuevo baile de corrales -ya lo recogíamos en la ficha del cartel del día-, el encierro que quedó en chiqueros estuvo compuesto por cinco toros de Garcigrande-Domingo Hernández y uno, el primero, de Jandilla. Una corrida de presentación y comportamiento desigual..

El Cid logró lo mejor ante el encastado cuarto un ejemplar que romaneó a la cabalgadura de Juan Bernal, quien picó muy bien. Gran pelea del astado y nobleza en la muleta. El Cid consiguió un par de tandas entonadas y una buena con la diestra. Sonó la música, y con el toro ya rajado, junto a un tendido de sol, el saltereño aprovechó las querencias del animal en su labor muleteril, con algunos pases muy estimables. Mató de estocada y descabello y El Cid, tras sopesarlo, se decidió a dar una vuelta al ruedo tras una petición minoritaria de oreja.

Con su anterior ejemplar, de Jandilla, realizó una labor con altibajos ante un toro sin poder, pero que cabeceaba y se metía por el pitón izquierdo; siendo potable por el derecho.

Daniel Luque se las vio en primer lugar con un animal sin poder ni recorrido, protestado por el público. El gerenense realizó una labor porfiona y consiguió meter al personal en la faena cuando, en el epílogo, se dio un arrimón, con un susto de por medio, al arrollar el toro al torero, propinándole un pitonazo en la parte posterior del muslo derecho. Tras ser ovacionado, el sevillano pasó a la enfermería, donde fue intervenido con anestesia local.

Daniel Luque salió a enfrentarse a su segundo oponente, un ejemplar altote, reservón, con el que mantuvo un trasteo desigual y porfión.

Arturo Saldívar, que se presentaba como matador de toros en la plaza de Sevilla, no dejó una buena impresión en conjunto. En su primero, bajo y astifino, que embistió con la cara alta, se mostró valiente, con una apertura de plantas asentadas. Logró una buena serie con la diestra, intercalada con un fallero improvisado, salvando una cornada. Pero el resto, no cobró vuelo y tampoco estuvo acertado con los aceros.

Con el noble sexto, un animal bajo y con nobleza, Saldívar no se acopló.

El espectáculo, casi huérfano de buen toreo con el capote, tuvo escasa historia en lo artístico y esa única vuelta al ruedo del diestro sevillano Manuel Jesús El Cid.

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