Toros

Final con sabor agridulce

  • Juan Bautista y Perera salieron a hombros en el último festejo de la feria del Corpus.

corrida de toros

GANADERÍA: Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presencia y de juego también variado. El mejor, el quinto, premiado con la vuelta al ruedo. Asimismo "se dejaron", cuarto y sexto.TOREROS: Juan Bautista, de azul marino y oro; estocada (silencio); y estocada (dos orejas).   Miguel Ángel Perera, de malva y oro; estocada delantera y desprendida (dos orejas); y estocada ligeramente desprendida (dos orejas tras aviso). Daniel Luque, de verde pistacho y oro; pinchazo y estocada (silencio); y estocada que asoma y nueva estocada (ovación). Incidencias: La plaza tuvo un cuarto de entrada en tarde nublada y de agradable temperatura.

Ayer fue una de esas tardes con sabor raro, que no tienen grandes cosas pese la puerta grande y que dejan el ánimo sin demasiada aptitud para la próxima, pero no por la tarde, sino por el conjunto de la Feria. Lo bueno fue tan poco, con tan cuentagotas, que no se veía a la gente salir con la alegría de otros años. Tal vez unas pinceladas de Enríquez y el valor del Nico, lo firme del 'alvareño' y el pellizco de José Palma, la faena de Ponce al cuarto, la maestría de Mendoza a caballo, el poder de El Juli y la plasticidad y estética de Manzanares. Algunos detalles de firmeza de Perera y Luque y, por supuesto, las puertas grandes del Fandi.

Pero ahí estaba lo bueno, lo malo es simple de destacar, los toros. Salvado alguno de Hermanos García Jiménez, el quinto de Torrealta, el buen sexto de Gavira y el segundo, cuarto y quinto de ayer, lo que se ha visto ha sido mucha blandura e invalidez, no menos falta de raza y una presentación justa en exceso. Eso no beneficia a nadie, y menos a la afición, que vé cómo los altos precios de las entradas en época de crisis no se corresponden con la calidad del espectáculo que pagan.

Pero aún hay más, también se queda el sabor agridulce del aforo en los tendidos. Ha sido un ferial raro en casi todo. Menos festejos, los rejones el miércoles, José Tomás que no viene, cambio por Castella que tampoco lo hace, y hay que repetir -y no lo digo por exigencias del público, sino del guión- a Perera y Luque, por lo visto no pudo ser lo de Yiyo o no hay otros a los que podamos ver. En fin, un montón de contrariedades que han acabado por echar al público del tendido y acabar con un cuarto de plaza en el día de ayer -ni el incentivo de ver a Rosa gratis sirvió-. Pareció que estábamos de nuevo en las novilladas de apertura de feria, pero no era así, esto se acabó. Veremos qué se hace para recuperar la afluencia a la plaza.

La corrida de ayer empezó con un toro de infame blandura que el presidente Francisco Serrano se empeñó en que saboreáramos, y vaya si lo hicimos. También Juan Bautista contribuyó a ello, con una insistencia por alto que nadie entendió, creo que ni el propio diestro francés pudo tapar sus vergüenzas. Menos mal que lo enmendó en el buen cuarto, al que recibió a la verónica de rodillas para hacer olvidar al primero, pero el toro iba a su aire. Dio la impresión de que de fuerzas estaba con lo justo para no caerse, pero Bautista lidió muy bien los tiempos y le dio la distancia justa, con lo que el astado fue entrando en faena para acabar con buen son. Las series por el pitón derecho iban a más y el toreo de importancia también. Pese a tener que perderle pasos al natural, alguno fue hondo. Se va gustando en el toreo en redondo hasta que el animal protesta, y ahí se pudo equivocar el torero al acortar los terrenos para rematar con pases cambiados, dos circulares y adornos. Manoletinas ajustadas pusieron punto y final a una faena que gustó.

En el ánimo Perera estaba el justificar su repetición tras la caída de Castella, y con dos faenas de cuatro orejas y puerta grande nadie le podrá reprochar nada. El segundo de la tarde no fue maestro de fuerza, más bien dio señales de parecerse al primero, pero dentro llevaba una bondad, nobleza y toreabilidad dignas de mención, realmente fue de aquellos que las figuras firmarían. Molestias para el torero pocas o ninguna, faena permitida, para hartarse. Dio largura y temple a su toreo en redondo en las cuatro primeras tandas, pero tras probar al natural en una serie donde se empeñó en llevarlo largo y lo hizo, pero sin emoción, volvió al pitón derecho y ahí sí hubo calidad.

Temple y ligazón para terminar con un circular larguísimo, otro invertido y un buen remate de pecho una faena completa y muy medida.

Se fue metiendo cada vez más el extremeño en su faena al quinto, un toro que se movió con calidad y al que exprimió con temple y buenos momentos, para acabar metido entre los pitones con alardes de valor tras un circular invertido.

Luque vino  también con ganas de agradar,  pero ni el blando hasta la desesperación tercero, con el que se empeñó en el aburrimiento y anduvo acompañando a un moribundo toro hasta el final, ni los aceros en el justo sexto, se lo permitieron. Al menos en el que cerró el festejo, aunque discontinuo, midió bien las distancias y templó en ocasiones, pero el toro se fue apagando y Luque se metió entre los pitones con un destacable cambio de manos sin ayuda y singular.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios