Crónica de la tercera de abono de Sevilla

Garrido quiere recobrar su sitio

  • El extremeño salió con una disposición admirable y no se dejó nada en la recámara

  • El trianero Cadaval cuajó a un gran toro y el peruano Galdós quiso pero apenas pudo lucirse

José Garrido toreando de capa al primero de la tarde.

José Garrido toreando de capa al primero de la tarde. / Juan Carlos Muñoz

Comenzó el ciclo continuado con muy buenas sensaciones y augurios que vaticinan una buena Feria y fue mediante la disposición de los toreros más el trapío y buen juego en general de los toros que envió Santiago Domecq. Sobre todo el hermoso sardo cinqueño que le tocó a Garrido y la clase del primero de Alfonso Cadaval y que permitieron a ambos tocar pelo. El peor parado iba a ser el peruano Joaquín Galdós, que era escrutado desde el tendido por Andrés Roca Rey, su compatriota y rival directo en los gustos de su país, pero no puede decirse que él dejase de poner algo de su parte.

El inicio tuvo un momento de alta sensibilidad. Fue el solemne y respetuoso minuto de silencio que Sevilla guardó en memoria del Cardenal Carlos Amigo, fallecido horas antes. Silencio espeso y lleno de sentimiento que fue el prólogo de una corrida en la que nadie se aburrió y que tuvo momentos de brillantez, sobre todo por la muleta y la disposición de José Garrido con el aditamento de un Alfonso Cadaval sensiblemente mejorado tras el parón y que redondearía su mejor tarde de las tres que toreó en Sevilla desde su alternativa. Ha mostrado el trianero una mejor disposición y unos conceptos ciertamente afinados.

Alfonso Cadaval cortó una oreja en su primera faena. Alfonso Cadaval cortó una oreja en su primera faena.

Alfonso Cadaval cortó una oreja en su primera faena. / Juan Carlos Muñoz

Y la corrida empezó con un hecho que dio pie al pesimismo. El primer toro salió como una fiera de chiqueros para derrotar en tablas y partirse un pitón por la cepa. Fue sustituido por su hermano Habilidoso, que mostró falta de fuerzas a pesar de que Garrido lo cuidó en el caballo. Tras unos doblones suaves llevándolo mucho y con una disposición innegable, el extremeño se vio imposibilitado de hacerle faena a un toro que iba a peor en cada pase. Lo mató a la última y el público premió su estado de ánimo.

El cénit de la corrida llegaría con el sardo cinqueño que le tocó en cuarto lugar. Un toro hermosísimo llamado Gracioso que llevaba la transmisión en sus genes y al que Garrido aprovechó. Estuvo tan bien que aquel predicamento que tuvo en esta plaza cuando de novillero abrió la Puerta del Príncipe fue aflorando pase a pase, muletazo a muletazo. Brilló desde los redondos de rodillas que sirvieron para abrirle al toro la senda adecuada hasta la serie de redondos que precedió a una al natural. La espada se le cruzó en la apoteosis, pues todo quedó entre el pinchazo hondo y la media estocada, lo que enfrió el ardor en los tendidos para que todo quedase en el corte de una sola oreja.

Joaquín Galdós lidiando con la muleta flexionado. Joaquín Galdós lidiando con la muleta flexionado.

Joaquín Galdós lidiando con la muleta flexionado. / Juan Carlos Muñoz

Joaquín Galdós fue el único que se fue de vacío, pero no puede decirse que quedase por desidia del peruano, sino porque fue el más damnificado en el sorteo. A su primero lo recibió con unas verónicas excelentes, pero el toro dejó de colaborar demasiado pronto. Lo probó en redondos genuflexo, pero el toro se para demasiado pronto. Galdós lo mata de estocada y ahí empieza a llover. En el quinto, un más de lo mismo y la constatación de que no era la tarde del peruano. Brinda a la plaza y se muestra muy decidido, pero no se acopla con el rival, que va complicándose por momentos, mostrándose áspero y dificultoso, y lo mata de fulminante bajonazo.

No era su tarde, pero sí la de Alfonso Cadaval, que con su diálogo con Chismoso redondeó su mejor tarde sevillana. El trianero hacía su tercer paseo tras la alternativa y a fe que supo entenderse con el morlaco desde que se abrió de capa hasta que lo mató de estocada tirándose literalmente en lo alto del morrillo. Alfonso Cadaval ha reaparecido mostrando unos conceptos que pueden permitirle circular con cierta entidad. Toreó con gusto a su colaborador, brindó a la plaza y estuvo muy lúcido a diestra y a siniestra. Tocó pelo y se le esperó en el que cerró plaza. Se lo brindó a su tío Jorge, pero el toro no tenía nada que ver con el otro que le tocó en suerte. Y tras un inicio muy templado, la falta de fuerza del animal se aunó para no repetir éxito. Arrancó la anhelada Feria y lo hizo dejando buenas sensaciones y mejores augurios.

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