Toros

El Juli corta cuatro orejas en Pontevedra

primera corrida de la feria de pontevedra Ganadería: Se lidiaron seis toros pertenecientes a la ganadería de Alcurrucén, de preciosas y armónicas hechuras. En cuanto a comportamiento resultaron nobles pero justos de fuerzas y con la raza también muy medida. El mejor, el tercero; el quinto tuvo carbón; el resto apenas aportaron. TOREROS: Enrique Ponce, estocada y dos descabellos (palmas); y pinchazo y estocada (silencio). José Antonio 'Morante de la Puebla', dos pinchazos y estocada (ovación tras aviso); y estocada (oreja con petición de la segunda). Julián López 'El Juli', estocada (dos orejas tras aviso); y estocada (dos orejas) INCIDENCIAS: Plaza de toros de Pontevedra. Tres cuartos largos de entrada.

El diestro Julián López El Juli cortó cuatro orejas en el rotundo triunfo cosechado en Pontevedra, en el primer festejo de su feria taurina de La Peregrina, en el que Morante de la Puebla también logró un apéndice.

No tuvo material propicio Ponce en el primero de su lote, toro noble y sin maldad en sus medias acometidas, pero muy limitado por su pocas fuerzas y escasez de raza. El valenciano lo pasó con temple y limpieza por los dos pitones pero sin trascender lo suficiente.

Peor fue el cuarto, muy escaso de todo, con el que Ponce estuvo correcto, intentándolo, pero sin poder hilvanar nada lucido.

Morante dibujó un precioso quite por chicuelinas a su primero, al que cuajó una faena con momentos de enorme pureza, embrujo, y rotundo calado por el pitón derecho, amén de los adornos e improvisaciones en los remates. Lástima que el poco fuelle del toro hiciera que la labor fuera también apagándose, hasta quedar casi en nada por fallar a espadas.

El quinto tuvo su miga, pero Morante hizo la apuesta con él, esforzándose de verdad para meterlo en vereda y cuajar una faena vibrante y repleta de torería sobre ambas manos. Los redondos fueron de categoría, pero los naturales fueron cumbres por el regusto, la espontaneidad y el aroma que desprendió. Gran Morante, que cortó una oreja con fuerte petición de la segunda.

Rotundo se mostró El Juli con el buen tercero, con el que se mostró sobrado en todo, con mucho dominio y suficiencia para torear con mando y aplomo por los dos pitones al dócil alcurrucén en una faena siempre a más y de notable calado, y rubricada con un epílogo en las cercanías de tanta autoridad como emoción. Funcionó la espada y logró las dos orejas.

Otros dos apéndices consiguió Juli del sexto, en el que volvió a formar un auténtico alboroto tanto con el capote como con la muleta, haciendo las delicias de los tendidos con un toreo poderoso y de mucho gobierno. Con la espada fue otra vez un cañón.

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