Toros

Morante borda el toreo en el triunfo de Galdós

  • El vencedor numérico de la tarde fue el peruano, que superó en orejas al ribereño y a Juan Ortega

Morante de la Puebla vestido de luces para torear en la Maestranza en 2018.

Morante de la Puebla vestido de luces para torear en la Maestranza en 2018. / Juan Carlos Muñoz

El diestro peruano Joaquín Galdós fue el gran triunfador de la corrida celebrada en Segovia por el día de San Pedro tras cortar cuatro orejas, dos de ellas a un "garcigrande" de vuelta al ruedo, en una tarde en la que Morante de la Puebla bordó el toreo y cortó la oreja de más entidad de la función. El toreo, en su acepción más grandilocuente, lo expresó en mayúsculas Morante de la Puebla en el cuarto, un toro noble y apagadito de Garcigrande al que crujió con un ramillete de verónicas y una media con las que paró el tiempo el sevillano. Muleta en mano inició su labor a dos manos con mucha torería para seguir toreando con un empaque, un duende y un gusto maravilloso sobre ambas manos. El mentón hundido en el pecho, la figura encajada y la muleta también pintando muletazos a cámara lenta y de exquisito trazo. Obra grande que solamente fue premiada con una oreja por el pinchazo que antecedió a la estocada final. Su primero, marcado con el hierro de Domingo Hernández, fue un toro que se paró enseguida y Morante no pasó de las probaturas con él, siendo silenciado al término de su breve labor.

Breve fue también el trasteo de Juan Ortega ante un segundo muy incómodo por gazapón y por falto de entrega. El sevillano lo probó por uno y otro lado y decidió irse pronto a por la espada ante la imposibilidad de armar faena. En el quinto dejó su sello de gran capotero. Lances cadenciosos, muy lentos y muy puros de Ortega, que puso la plaza en pie en otro de los momentos más artísticos de la tarde. Igual que con la muleta, donde brotó también la clase y el aroma de este torero. Lástima la espada. Ovación para él.

El triunfador numérico de la tarde fue el peruano Joaquín Galdós, que aprovechó la prontitud y codicia del tercero para llevar a cabo una faena de alto voltaje sobre ambas manos en la que la ligazón, el temple y la mano baja fueron los mimbres de una actuación muy compacta y maciza. Se tiró con la espada a matar o morir y agarró un soberbio espadazo siendo también trompicado, un hecho que acabó por convencer a los tendidos, que le premiaron con el doble trofeo de un toro que fue también reconocido con la vuelta al ruedo en el arrastre. Y para redondear su gran tarde paseó otras dos del excelente sexto, al que cuajó otra faena de mucha autoridad por los dos pitones, en la que Galdós demostró que puede ser un torero a tener en cuenta si le dan oportunidad en las grandes ferias.

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