Toros

Oreja para Robleño en Málaga en una corrida descastadísima

feria de málaga Ganadería: Se estoquearon cinco toros de Partido de Resina (antes Pablo Romero), cinqueños, a excepción del tercero, de preciosa lámina, pero descastadísimos, mansos, sin entrega en el caballo y de mal juego. Un sobrero de El Torreón, gigantesco, con un buen pitón derecho. TOREROS: Domingo López Chaves, de grosella y oro. Pinchazo, estocada chalequera y dos descabellos (saludos tras ovación). Estocada baja (silencio). Fernando Robleño, de tabaco y oro. Estocada (oreja tras aviso), Pinchazo, media y descabello (silencio). Javier Jiménez, que hacía su presentación en esta plaza, de verde y oro. Pinchazo, estocada y una quincena de descabellos (saludos tras ovación con tres avisos). Estocada (saludos tras ovación). INCIDENCIAS: Plaza de toros de La Malagueta. Más de media entrada. Lipi saludó tras un par de banderillas de máximo riesgo al sexto toro.

La ganadería de Partido de Resina, hasta hace muy poco la legendaria Pablo Romero, fue el plato ganadero que abrió ayer la Feria de Málaga. Un retorno que acabó en un petardo, con astados de preciosa lámina, pero descastados en distinto grado y con la mansedumbre como denominador común, lo que propició un espectáculo grisáceo en el que Fernando Robleño, gracias a su sólido oficio como lidiador, cortó la única oreja.

Domingo López Chaves abrió plaza con un manso de libro, con trapío, que acudió de lejos al caballo, para huir al sentir el hierro en dos ocasiones. En la muleta, el salmantino no tuvo opciones ante un auténtico mulo con cuernos que, sin maldad, se fue directamente a chiqueros tras el primer muletazo y no embistió.

Con el cuarto, manso, parado y tras la mata, López Chaves concretó un trasteo en el que no tuvo opción al lucimiento; matando al primer envite.

El segundo toro, que arrastraba los cuartos traseros de salida, fue devuelto tras las protestas del público. En su lugar saltó un sobrero de... ¡640 kilos! de El Torreón, inmenso como un tráiler y, a la postre, el mejor. Robleño, que había recibido al titular con una larga cambiada de rodillas junto a rayas, jugó bien los brazos a la verónica. El gigantón rehusó la pelea en varas. El diestro madrileño, muy listo, sacó agua del buen pitón derecho de Aguador en tandas cortas, aunque con muletazos algo acelerados. Por el izquierdo no tuvo opción. La estocada al primer envite fue decisiva para la petición de oreja, que fue concedida.

Con el quinto, descarado de pitones y mansísimo, Robleño se entregó sin tener opciones a ningún tipo de lucimiento.

Javier Jiménez reaparecía cinco semanas después del grave percance sufrido en Pamplona, con fractura de la apófisis de tres vértebras. El espartinero, que hacía su presentación en La Malagueta, concretó una labor templada en su primer oponente, destacando al natural ante un toro protestado por excesiva flojedad y que se apagó pronto, defendiéndose. Cerró con manoletinas, dos de ellas de rodillas. El público estaba entregado y se preveía premio, pero tras un pinchazo y una estocada, el sevillano erró con el verduguillo reiteradamente hasta sonar los tres avisos y apuntillarse al toro en el ruedo. Del triunfo ya casi cantado, el torero pasó a la desolación en el callejón, hasta que el público malagueño, cariñoso, le brindó una ovación de consolación.

Con el manso sexto, Javier Jiménez volvió a entregarse. Tras un gran par de riesgo de Lipi, el espartinero consiguió extraer meritorios pases a media altura, sin posibilidad de ligazón, a un astado sin movilidad ni entrega y muy distraído.

Qué pena que lo de aquellos pablorromeros que triunfaban en tantas plazas, como sucedía en Málaga, y que tanto gustaban a algunos maestros, como al rondeño Antonio Ordóñez, ya sea historia. Los actuales propietarios de Partido de Resina, que ya se han empleado a fondo, tienen todavía un trabajo ímprobo por delante.

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