feria de fallas | séptima corrida del ciclo valenciano

Ponce abre la Puerta Grande y Ureña gana un trofeo de ley

  • El valenciano fue premiado con las dos orejas del cuarto, la segunda para compensar el usía la negada en su primero

  • El murciano triunfa por la vía épica

  • Talavante, de vacío

Enrique Ponce en su salida a hombros, ayer, en Valencia.

Enrique Ponce en su salida a hombros, ayer, en Valencia. / juan carlos cárdenas / efe

En la séptima corrida de Fallas, con lleno, se vivieron las dos caras de la Fiesta: el triunfo de Enrique Ponce -consiguió su trigésima quinta Puerta Grande en Valencia- y el drama, con Paco Ureña, que sufrió una cogida espeluznante de la que salió vivo de milagro y con una paliza de órdago para ganar una oreja de ley. Como materia prima: una corrida de Garcigrande-Domingo Hernández, mal presentada y de juego dispar, que fue muy mal enlotada en el sorteo.

Enrique Ponce, con un público que le arropó desde que se rompió el paseíllo, se entregó con entrega y rabia novilleril ante su lote, el más potable de un encierro de Garcigrande-Domingo Hernández, en su conjunto mal presentado y de juego dispar. El diestro valenciano volvió de nuevo a contar con el favor de sus paisanos, cortando dos orejas a su segundo toro que le sirvió para salir a hombros.

Corrida de Garcigrande, en conjunto mal presentada y de juego desigual

Con ese cuarto astado, manejable y con fondo, Ponce bordó un quite por delantales y realizó una faena estética en la que destacó en sendas series al natural y con la diestra. Hasta se echó de rodillas para unos molinetes en el cierre. El respetable coreó con gritos de "¡Torero, torero!" su actuación, tan dilatada que sonó un aviso antes de entrar a matar, lo que hizo el de Chiva de un pinchazo y una estocada baja, tras la que fue premiado con las dos orejas.

El toro que abrió plaza fue protestado por su mala presentación. Ponce, que rivalizó en quites con Talavante -ambos por chicuelinas- comenzó el trasteo con la sorpresa de que el toro le embistió cuando iba a brindar. Con la montera en la mano, dibujó naturales con un toro que, además de pronto, fue noble y repetidor. En la faena, entonada y con variedad, destacó un toreo por bajo con mando y en unas poncinas finales. Mató de estocada baja y un descabello. El público pidió, mayoritariamente, premio, pero el presidente de manera arbitraria no concedió ni siquiera esa primera oreja que reglamentariamente es potestad del público. Ponce dio una aclamada vuelta al ruedo.

Paco Ureña, herido y triunfador en la pasada Feria de Julio de Valencia, volvió a pasar ayer de nuevo por la enfermería de la plaza tras lidiar al sexto toro, al que cortó una oreja de ley tras matar de estocada. Con ese toro terciado, de bruscas acometidas, el murciano expuso mucho en una faena en la que el toro le cogió en un derechazo y estuvo a punto de empitonarle la yugular. Tras la escena dramática, y prácticamente noqueado, el torero volvió a manejar la franela, cruzándose, jugándose la vida. Mató de estocada y pasó a la enfermería con el trofeo cobrado.

El tercer toro, protestado por su falta de trapío, había embestido con mal estilo y cabeceando. Ureña, que brindó al equipo médico de la enfermería, concretó un trasteo pundonoroso, en el que tragó lo indecible en un parón. Cerró con manoletinas y mató de pinchazo y estocada para ser ovacionado.

Alejandro Talavante, conservador, fue silenciado en su lote. Se inhibió ante el tercero, un animal sin entrega, al que mató de pinchazo y estocada caída.

Con el quinto estuvo algo más decidido y, sin probaturas, cuajó una serie aterciopelada al natural. Logró otra tanda de buen tono con la diestra, pero el toro se rajó de inmediato y el pacense, desilusionado, cortó su labor tras un desarme. Mató de pinchazo, estocada y un descabello.

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