Toros

Rubén Pinar cae herido grave en tarde de esfuerzos baldíos en Las Ventas

corrida de toros en madrid TOROS: cuatro de Conde de la Maza y dos sobreros -quinto y sexto- de El Cortijillo y Conde de Cabral, sustitutos de dos remiendos de El Risco muy desiguales de presentación y deslucidos, entre la falta de fuerzas y raza de los dos primeros y último, y las complicaciones y peligro de los restantes TOREROS: Rubén Pinar dos pinchazos y media (silencio); y pinchazo hondo y descabello (ovación) Alberto Lamelas caída (ovación tras aviso); y estocada baja (ovación) Sergio Serrano que confirmaba alternativa: dos pinchazos, y media tendida y atravesada (silencio tras aviso); y pinchazo hondo y tres descabellos (ovación) INCIDENCIAS: minuto de silencio por Antonio Pérez-Tabernero. Casi un tercio

Rubén Pinar resultó herido grave en Las Ventas en tarde esfuerzos baldíos y de entrega por tres toreros que se jugaron el tipo con una corrida de lo más desagradable.

Había expectación por ver tres jóvenes toreros con mucho que decir: el confirmante Sergio Serrano, Rubén Pinar y Alberto Lamelas, dos nombres que han sonado con fuerza este verano y que venían a revalidar su buen momento. Lo lograron con sendas actuaciones para aficionados con dos marrajos de cuidado del Conde de la Maza y uno más de El Cortijillo. Los dos anduvieron en profesional, muy valientes y de verdad. Y Serrano se justificó con creces en el sexto.

Noble y con calidad, aunque limitado por su falta de fuerzas y raza, el primero de Pinar, toro que visto para sentencia tras el caballo. El de Tobarra, muleta en mano, anduvo tan voluntarioso y tesonero como discreto en lo artístico ante un animal que no podía ni con la divisa.

El cuarto fue una alimaña de aviesas intenciones por probón y por lo mucho que midió y buscó los tobillos a mitad de cada viaje. Pinar estuvo hecho un tío, muy entregado y exponiendo una barbaridad en una labor en la que acabó probando la hiel de la cornada. Faena para aficionados del albaceteño, que saludó antes de pasar a la enfermería.

El primero de Lamelas no quiso pelea en varas e hizo hilo en banderillas, declaración de intenciones de lo difícil que le iba a poner las cosas al jienense en la muleta, a la que acudió siempre por dentro, muy descompuesto y sin clase alguna, obligando a Lamelas a hacer un esfuerzo importante. Lo más emocionante y meritorio surgió al natural, tragando el hombre una barbaridad para tratar de ligarle dos muletazos seguidos. Actitud y decisión mostró también en un epílogo en el que no faltaron unas valerosas manoletinas al hilo de las tablas.

El quinto tampoco fue oponente propicio, pensándoselo mucho, yendo muy por dentro y reponiendo también sus malintencionadas acometidas. Lamelas volvió a jugarse el tipo sin trampas ni cartón en una porfía de lo más desagradecida por lo mucho que le exigió el toro y lo poco que le tuvieron en cuenta.

Cariavacado, bajo y escurrido fue el toro de la confirmación de Sergio Serrano, moviéndose en la muleta con el freno echado y sin ninguna gracia. Serrano tampoco anduvo muy allá en una labor sin pulso ni acople, repleta de enganchones y desarmes, de lo más deslavazada.

En el sexto Serrano anduvo templado con la franela lo poco que duró el astado, jugándosela también en un fin de obra entre los pitones, manoletinas incluidas.

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