Toros

Juli, Talavante y Lorenzo salen a hombros en Toledo y Morante de la Puebla corta una oreja

Los toros, a priori, eran de garantías, pero los astados salmantinos no derrocharon la entrega ni tuvieron el fuelle cumpliendo sin más en el mejor de los casos.

Álvaro Lorenzo derrochó ganas y, por momentos, magnífico toreo. Ya el recibo de capote a su primero lo llevó largo, templado, con estética, y rematando en los medios. El inicio de la faena de muleta, de rodillas, puso a la plaza en pie. El trasteo decayó levemente por la condición tarda del de Garcigrande hasta el trepidante epílogo. Más de media algo desprendida y doble trofeo.

El soso octavo despertó ligeramente en el último tercio, propiciando una faena de trazo largo, algo perfilera, bien rematada con la espada al primer intento.

Talavante pinchó una primera faena de compostura en la que cabe destacar dos tandas al natural en los medios; una de ellas cerrada mirando al tendido. El precioso tercero se vino a menos y Talavante, que siempre le dio el pecho en los cites, no prolongó su labor, mal rematada al matar.

Jugó su flexible cintura ante el séptimo, sobre todo al natural, apretando al toro mientras duró, que no fue demasiado. Esta vez sí rubricó su quehacer a la primera.

Al Juli el año pasado le negaron muy injustamente la segunda oreja en uno de sus toros en esta misma plaza, y ayer se la regalaron sin sentido alguno en el quinto de la tarde. Su labor fue de pundonor y amor propio por no irse de vacío.

Poco hay que contar de lo ocurrido en el mansito segundo, un toro que derrochó gran calidad en los primeros tercios pero que se desfondó. Tan solo el enrazado quite por cordobinas.

Morante quiso en su primero. Únicamente. Anduvo con gracia en una faena más bonita que profunda, con varios cambios de manos de enjundia, con muletazos cortos de trazo y largos de torería. Se le pidieron las dos orejas. Se le concedió una, que recibió con una gran sonrisa, aunque no la paseó en vuelta al ruedo.

Frente a su segundo anduvo perfilero y fuera de cacho. El toro no es que fuera un dechado de virtudes, pero se tragó una serie ligada por el derecho, aunque fue casi dando el zapatillazo. Y Morante no es de ese palo, ¿verdad? El toreo tampoco demasiado.

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