Toros

Ventura roza su tercera Puerta Grande en Las Ventas

GANADERÍA: Se lidiaron seis toros pertenecientes a la ganadería de Fermín Bohórquez, reglamentariamente despuntados, que resultaron manejables, aunque bajos de casta; a excepción del primero y el sexto, encastados. TOREROS: Andy Cartagena, saludos tras petición y oreja. Diego Ventura, oreja y saludos. Manuel Lupi, que confirmaba alternativa, saludos en ambos. Incidencias: Plaza de toros de Las Ventas. Casi lleno.

Al igual que el domingo pasado le ocurrió a Leonardo, Diego Ventura se quedó al filo de abrir, por tercera vez consecutiva, la Puerta Grande. Tenía el sevillano la oreja cortada del quinto, la que volvía a descorrer el cerrojo de la calle Alcalá, pero un rejonazo contrario y varios pinchazos se cruzaron en el camino. Y el reto de conseguir tres puertas seguidas tendrá que volver a esperar.

Diego Ventura hizo méritos para ello. Cortó una oreja del tercero, un toro mansito en los primeros tercios y justito de fuerzas, pero colaborador. Mucho tuvo que poner Diego, todo para llegar arriba, después de parar al toro en los medios a lomos de Maletilla. Con Revuelo aprovechó a llevarlo por los adentros, a favor de querencia del animal, pero fue con Morante cuando, con los quiebros y los mordiscos al morrillo del animal, despertó la tarde y el público entró en faena. Llegaron entonces varios quiebros en los medios, llegándole de frente, muy a la grupa. Y tuvo que apurar mucho en las banderillas cortas montado a lomos de Ribatejo antes de zurrarle un rejonazo sin puntilla en los medios. Cayó la primera oreja.

La oreja del quinto estaba ganada, pero un feo rejonazo y después varios pinchazos lo hicieron irse andando. El toro tuvo fijeza y resultó manejable, aunque tampoco tuvo esa chispa necesaria para llegar arriba y todo, de nuevo, volvió a ponerlo Ventura. A puntito estaba la oreja, muy justa, pero se esfumó con el acero.

Andy Cartagena también cortó una del cuarto, un toro noble si demasiada emoción, flojo y que en algunos momentos se puso por delante de las cabalgaduras con arreones.

También pudo haber conseguido una de su segundo toro, un astado que embistió con nobleza y con fijeza y con el que lidió bien a lomos de Cañero y con el que estalló su labor a lomos de Magno, un caballo muy importante con el que se dejó llegar mucho al de Bohórquez en las batidas. De nuevo la traca final fue a lomos de Bisbal con el violín, pero el rejón y los descabellos le impidieron tocar pelo.

Confirmó la alternativa el joven Manuel Lupi, que brindó el toro de la ceremonia a su padre, en uno de los momentos más emotivos. Después, al diestro, demasiado nuevo, le pudieron más de una ocasión los nervios a la hora de los embroques y ajustes. En sus manos cayó el lote más enrazado y con transmisión de la tarde. Intentó lucirse de frente, en los quiebros y al violín, pero falló en la suerte suprema.

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