Toros

Los ‘adolfos’ decepcionan en el cierre

  • Curro Díaz, que consigue los momentos más artísticos ante el cuarto, único toro con buenas embestidas por el pitón izquierdo

  • Domingo López Chaves y Manuel Escribano, que dejan buenas sensaciones, también se marchan de vacío

Manuel Escribano, en una larga cambiada de rodillas a portagayola ante su primer toro, se salvó milagrosamente de una cornada.

Manuel Escribano, en una larga cambiada de rodillas a portagayola ante su primer toro, se salvó milagrosamente de una cornada. / Efe

Buen ambiente en el cierre de la Feria de Otoño, con unos tres cuartos de entrada. Después del vistoso y colorido paseíllo el sevillano Manuel Escribano recibió una fuerte ovación por su retorno a esta plaza tras la gravísima cornada en el muslo izquierdo que sufrió en el pasado San Isidro allá por primavera por un toro de Adolfo Martín, la misma ganadería que se lidiaba en este festejo otoñal.

Los veteranos y curtidos en corridas duras Curro Díaz, Domingo López Chaves y Manuel Escribano se entregaron sin trampa ni cartón ante una corrida de Adolfo Martín de desigual presentación que decepcionó sobremanera, a excepción del cuarto toro, único con buenas embestidas por el pitón izquierdo.

Curro Díaz se las vio en primer lugar con un toro bajo, pero feo por una encornadura excesivamente corniabierta, muy descastado, que se frenaba y colaba. El linarense, voluntarioso, apuntó algunos destellos con la muleta, aunque el lucimiento pleno era imposible. El toro fue pitado y la labor del torero aplaudida.

El cuarto, bien presentado, fue el único toro que regaló embestidas con clase, especialmente por el pitón izquierdo. Curro Díaz intercaló pases de sumo gusto artístico en una faena que comenzó con un cambio de mano para dibujar un bello natural que fue coreado con oles. Con la derecha logró una con muletazos con clase y al natural, además de una serie con ligazón que caló en el tendido, se explayó en varios naturales de excelente corte y brilló en los remates por bajo. Mató de pinchazo y estocada y fueron ovacionados.

El sevillano retornaba a Las Ventas, donde fue herido muy grave el pasado San Isidro

Domingo López Chaves se enfrentó en primer lugar a un astado protestado de salida por su volumen, aunque tenía buenas hechuras. Tras una buena brega de Chacón y perder las manos tras el tercio de varas, su flojedad se impuso a su nobleza. El salmantino, con quietud y temple, dibujó bellos y despaciosos muletazos por ambos pitones. Mató mal y fue silenciado, entre tanto el toro fue pitado en el arrastre.

El quinto, de feas hechuras, se quiso meter para toriles en su salida. Resultó manejable, aunque embestía con la cara alta y no humillaba. López Chaves se lució al torear con la capa sobre las piernas hasta llegar a los medios. Con la muleta realizó una faena interesante, en la que en todo momento quiso alargar el viaje a un animal que no llegó a entregarse.

Manuel Escribano salió vivo de milagro al recibir con una larga cambiada de rodillas al tercero, que le arrolló. En banderillas, muy difícil, también avisó al espada, dándole un varetazo en una pierna –menos mal que el astado parecía perder las manos en ese momento–. El toro siempre anduvo tras la mata y en la muleta no tragaba más de un par de muletazos. Escribano se la jugó y entregó de principio a fin ante un hueso muy duro de roer.

Con el que cerró plaza, feísimo, frentudo, Escribano volvió a jugarse el pellejo en otra larga cambiada de rodillas frente a toriles de la que en esta ocasión salió sin apuros. Aunque no se lo puso fácil el toro, banderilleó con buen nivel, siendo aplaudido más fuertemente en un tercer par al violín. El diestro gerenense, que citó de largo en el comienzo, tuvo que desistir ante la falta de acometividad del toro. El trasteo, en los tercios, no cobró vuelo, con un toro descastado y cada vez a menos que fue a pitado en el arrastre y un torero, sin suerte alguna, cuya imposible y nula labor quedó silenciada.

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