Toros

Un comienzo para la esperanza

  • De Fernando, Zurita y Conchi Ríos salieron a hombros. Los novillos de Santiago Domecq, excelentes, y la primera actuación de una presidenta, Ana Belen Álvarez, de mano firme y buenos criterios

Cuando el público se entretiene, los novilleros dicen algo, incluso mucho las novilleras, los novillos lucen buen juego y colaboran con el espectáculo, dando hasta seriedad, y la presidencia actúa con mano firme, por ser su cometido, que no con dureza, todo es esperanzador. El lanzamiento de la feria taurina no ha podido empezar mejor. Bueno, sí: el público podía haber acudido algo más a los tendidos, los noveles lo merecen.

Era un día en el que había muchas novedades, sobre todo femeninas. Ana Belen Álvarez, primera presidenta de la plaza de toros de Granada, y en el ruedo, dos aspirantes, Vanessa Montoya y Conchi Rios. Ninguna defraudó, pero no por mujeres, sino por oficio.

Ana Belén tenía un difícil compromiso, aunque peor será el de mañana, alternativa de 'Yiyo'. Lo solventó con la firmeza que exige un reglamento, sobre todo al negarse a conceder el indulto al quinto novillo, que por supuesto que lo merecía, pero tuvo la desgracia de no ser lidiado como toro. Pero tampoco le faltó la sensibilidad para entregar a los principiantes los trofeos por los que habían luchado en el ruedo.

Pero la auténtica protagonista de la tarde fue Conchi Rios, con una actuación que sorprendió a propios y extraños. Su firmeza, torería, sitio, cabeza delante del novillo, y su toreo con fundamento es casi impropio de alguien que está empezando. Un toreo largo, hondo y medido por el pitón derecho dio paso a unas tandas al natural de verdadera enjundia y largura que caló en unos tendidos entregados.

Vanessa Montoya tampoco defraudó. Sólo tuvo el pero de la espada. Su faena fue de menos a más. Firme en su concepción.

Los granadinos Miguel de Fernando y Nicolás Zurita tampoco les fueron a la zaga en su concepción y triunfos. La faena de tremendas ganas, desigual en algunos momentos, pero entregadísima, de Miguel de Fernando, fue premiada con dos trofeos. Sin duda se valoraron sus buenos momentos, firmeza y buen sentido.

No se quedó atrás López Zurita, sólo aseado con el capote y pitón derecho, pero hondo, profundo y personalísimo en el toreo fundamental -el de los billetes-. Puso fe y sentimiento y eso se notó.

A Antonio Ganivet le pudieron los nervios. Sus ganas le traicionaron, pero su fe y voluntad quedaron reflejadas en el ruedo.

Para final, faena sosita, de momentos sueltos y de justo argumento de Gaona.

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