Toros

Tres estrenos con escasa historia en la Maestranza

  • El sevillano Manuel Fernández destaca por su disposición · El mexicano Arturo Saldívar peca de frialdad · El francés Thomas Duffau pasa inadvertido

GANADERÍA: Novillos de Herederos de Salvador Guardiola, de desigual presentación y comportamiento. En cuanto a juego, el primero resultó noblón, pero flojísimo; segundo, encastado, repetidor y con problemas; tercero, se rajó pronto; cuarto, áspero; quinto, manso; y un sexto, manejable, aunque fue a menos y acabó manseando. TOREROS: Arturo Saldívar, de azul y oro. Casi entera (saludos). En el cuarto, media (silencio). Manuel Fernández, de azul y oro. Estocada y un descabello (saludos). En el quinto, estocada defectuosa, cuatro pinchazos y casi entera (silencio). Thomas Duffau, de tabaco y oro. Estocada (silencio). En el sexto, pinchazo hondo (silencio). Incidencias: Real Maestranza de Sevilla. Media entrada. Los tres novilleros se presentaban con picadores. En cuadrillas, fueron ovacionados los picadores Pedro Iturralde, en el cuarto, y Pimpi, en el sexto; y los banderilleros Curro Robles, en el quinto y Cristophe Aispurua en el sexto. Tito destacó en un quite al riesgo a Asipuru, en el sexto.

No uno. Ni dos. Hasta tres novilleros debutaron ayer en la Real Maestranza de Sevilla. Tres estrenos con escasa historia, en un sistema viciado. Los novilleros, actualmente, llegan a Sevilla sin apenas bagaje porque para torear en los pueblos, los empresarios les piden que hayan pasado primero por plazas de máxima categoría para que su nombre suene. Y se da el caso, como sucedió ayer, que entre los tres espadas no alcanzaron la temporada pasada la veintena de festejos. La terna no acertaba a resolver los problemas que planteaban los novillos de Salvador Guardiola, encierro que resultó en su conjunto deslucido, salvo el manejable sexto; pero que dio opciones. Como suele decirse, se juntó el hambre con las ganas de comer.

El sevillano Manuel Fernández fue el mejor parado. Apuntó, por encima de cualquier otra cualidad, algo que debe imperar en un novillero: disposición. Luego, se le vio tierno en cuanto a técnica. El nazareno consiguió sus mejores momentos ante el segundo, un animal encastado, repetidor y con nervio. El diestro lo lanceó a la verónica con buen aire. La faena, que brindó a su apoderado, Luciano Núñez, resultó desigual. En la primera tanda por el pitón izquierdo, el novillo le enganchó y le propinó una fuerte volterera, afortunadamente sin consecuencias. El sevillano continuó su labor. En las suertes, hubo momentos de precipitación por sus ansias de agradar. Faltó el mando que se presume en un matador de toros o en un novillero más placeado.

Con el deslucido quinto, manso y sin entrega, Manuel Fernández logró una tanda con la diestra en la que hubo ligazón. Pero todo quedó ahí. Acortó de inmediato la distancia y con el novillo ahogado y parado el trasteo se diluyó de inmediato. El torero lo pasó mal a la hora de matar. El novillo lo esperó en cada entrada con la cara alta y mucho peligro.

Arturo Saldívar, lejos de la garra y de lo florido que suelen ser con el capote los mexicanos, es un torero sobrio. Sin concesiones para la galería, resultó incluso frío y seguro con la espada. Con el novillo que abrió plaza, noblón, pero flojísimo, realizó una labor aseada, carente de emoción por la falta de ligazón. El cuarto, que se estrelló contra un burladero, acusó el terrible golpe y tuvo que ser devuelto. Ante el sobrero, del mismo hierro, manejable en la muleta, aunque sin clase, el torero hidrocálido no pasó de un trasteo porfión.

El francés Thomas Duffau pasó inadvertido. Con su primero, que se rajó de inmediato y buscó tablas en la muleta, se mostró voluntarioso en un trasteo que brindó al matador de toros francés Richard Milian. La labor no caló en los tendidos.

Con el sexto, un animal manejable, al que le faltaba franqueza y que fue a menos, Duffau no se acopló. En este novillo se vivieron momentos muy intensos por parte de las cuadrillas, con una escena impactante cuando Cristophe Aispirua cayó tras un par de banderillas y en el momento en el que iba a ser corneado Jesús Robledo Tito metió el capote en un quite al riesgo que resultó salvador. Fueron intensos chispazos para los aficionados que saben disfrutar con todos los elementos de la lidia en una tarde en la que el espectáculo, en su conjunto, resultó muy pobre.

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