Toros

Una tarde larga y accidentada para inaugurar el ciclo fallero valenciano

  • La suelta de ocho novillos, la cornada de Posada de Maravillas y la lesión de Román, marcaron el primer festejo del serial

Se movió mucho la novillada de Fuente Ymbro, pero no con verdadera entrega, la del astado realmente encastado y bravo que toma los engaños con codicia. De esos sólo hubo uno, el tercero.

La faena que le hizo Román tuvo altibajos, pero también grandes momentos al natural, llevando muy largas y sometidas tan bravas embestidas. Sólo le faltó redondear más las tandas para que su labor fuera completa. Aun así, un final con unas ajustadas bernadinas, que el novillo tomó con el mismo celo, y una soberbia estocada volcándose sobre el morrillo motivaron la petición de una segunda oreja. El presidente no sacó el segundo pañuelo blanco ni el azul para ordenar una merecida vuelta al ruedo para el gran ejemplar de Fuente Ymbro.

Se vivieron otros pasajes subrayables de la novillada, aunque no los únicos porque también hubo trabajo para los médicos. El primero en pasar por la enfermería fue Posada, herido por su primero cuando, en una fea colada, el utrero le prendió en el gemelo izquierdo. Sangrando, se mantuvo en la arena sin un gesto de dolor hasta dar muerte al animal.

También entró al hule Román en dos ocasiones, durante la lidia del séptimo, novillo descompuesto que le volteó al inicio del trasteo de muleta y le provocó una luxación del hombro izquierdo. Hizo gestos el novillero de que saldría de nuevo a torear y así lo hizo. Otra vez en la arena, Román se volvió a arrimar para sacar muletazos de mérito con la izquierda, hasta que ser le volvió a salir el hombro antes de entrar a matar. Y, tras un pinchazo, vuelta a la enfermería con gesto de rabia y de dolor, mientras Puerta acababa su trabajo.

Puerta estoqueó cuatro de los ocho. En el que abrió plaza, si estuvo algo ligero, al de Murcia se le vio más cómodo con el noblote quinto, aunque sin levantar pasiones, y más animoso con el octavo, que acabó rajado en faena de más intención que resultados.

A Leal le tocaron los novillos más deslucidos. Se le apreció un valor firme y sereno.

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