Toros

Tres plazas andaluzas, entre las que registran más espectadores

  • Sevilla, Málaga y Granada, las de mayor taquillaje en corridas de toros · La Monumental catalana aglutinaba más público que Huelva, Jaén, Linares, Jerez y Algeciras, juntas

Los Toros son, sin duda alguna, el segundo espectáculo de masas de España, después del fútbol. Los últimos datos revelan que en la vieja piel de toro se celebraron el año pasado 8.585 corridas de toros en ruedos españoles, a las que asistieron 1.703.721 espectadores. Eso sin tener en cuenta otros espectáculos de menor rango, así como los festejos populares callejeros, como los encierros, que se suceden durante todo el año en multitud de poblaciones. Si nos atenemos a cifras, en Andalucía, la Fiesta generó el año pasado unos 60 millones de euros. Son datos que contrastan, a simple vista, con el negocio taurino en Cataluña, concretado en los últimos años en la Monumental de Barcelona. Pero para quien no le haya quedado claro que en la prohibición de los Toros en Cataluña han prevalecido los tintes políticos -cuestión identitaria de España con los Toros- sobre cualquier otra circunstancia conviene que conozca cifras tan reveladoras como el que a la plaza de Barcelona asistieron en las últimas temporadas un promedio de espectadores superiores a la gran parte de las principales plazas de toros andaluzas, a excepción de la Real Maestranza de Sevilla y de la Malagueta. Incluso, la Monumental acogió en las últimos años más festejos que si sumamos las corridas organizadas en las plazas de Huelva, Jaén, Linares, Jerez y Algeciras.

Con cifras que maneja la Mesa del Toro, referidas a 2007 -las variaciones hasta el verano de 2010 no son muy significativas-, en Barcelona pasaron por taquilla en corridas de toros 111.060 espectadores. Únicamente Sevilla, con 212.143, y Málaga, con 142.750, son plazas con mayor número de espectadores. La Monumental resgistró en las últimas temporadas prácticamente la misma taquilla y aforo que si sumamos las plazas de Jerez (26.661), Linares (26.250), Jaén (23.730), Algeciras (23.124) y Huelva (15.671).

Una vez dado el bajonazo a laplaza de Barcelona, cabe preguntarse sobre su repercusión económica. Si en Barcelona acudieron 111.060 espectadores y el precio medio de una localidad es de 40 euros, la facturación asciende a 4.442.400 euros. Ésta cifra sirve para sufragar los gastos de los festejos. Cada uno de ellos puede tener un presupuesto de entre 200 y 4.000 euros, con multitud de gastos, desde el alquiler del piso de plaza hasta personal (de taquilleros a vigilantes, pasando por el equipo sanitario). El ganado de lidia tiene un precio mucho más elevado que el de carne y un sólo toro oscila entre 5 y 10 mil euros dependiendo de la ganadería. Los diestros, acompañados de sus cuadrillas, reciben cantidades en función de la capacidad de aforo -en este caso casi 19.000 localidades-, su caché y su poder de convocatoria. José Tomás, quien ha llenado hasta la bandera la Monumental en las últimas temporadas ha llegado a cobrar en plazas de primera categoría, rango que tiene la de Barcelona, en torno a 300.000 euros. También se podría tener en cuenta el beneficio empresarial, como parte del volumen total de la facturación. Y, sin duda, los beneficios indirectos.

Otros efectos que puede tener la prohibición es la indemnización de la Generalitat a la empresa Balañá, propietaria del coso, tanto por daño emergente como por lucro cesante. Como daño emergente -bien de propiedad del perjudicado, que posee con el fin de desarrollar su actividad- se calcula que la cifra puede oscilar entre 50 y 150 millones de euros. Como lucro cesante -derechos individuales (empresa gestora, etcétera)-, la cifra sería de unos 250 millones. En total, la indemnización puede oscilar entre 300 y 500 millones de pesetas. Ello supone que, aproximadamente, con el cierre de la Monumental, no sólo dejan de generar dinero profesionales del mundo del toro y otros ligados al espectáculo taurino, sino también la propia ciudad de Barcelona -hoteles, taxis, etcétera-. Sin tener en cuenta todos los perjudicados por el último apunte citado, la broma le costará a cada catalán unos 57 euros.

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