Visión agregada

La economía cambió de rumbo

Francisco Villalba Cabello

Director Empresas Participadas en Unicaja

Desde que comenzara esta crisis, allá por 2008, la economía española y la andaluza han sufrido un profundo cambio de rumbo. Los desequilibrios se habían ido acumulando, con una excesiva presión de la demanda interna financiada con extrema laxitud, respecto a la renta y la capacidad productiva, generando el consiguiente agujero exterior. Pero junto a las grandes cifras que resumen la magnitud de esta crisis, existen otras que confirman el daño profundo, de "mayor calado", que este periodo de contracción está suponiendo para los fundamentos de la economía española. Por un lado, el retraimiento de la inversión (de la Formación Bruta de Capital en todos los sectores, no solo en construcción) y la fortísima destrucción de empleo y empresas, han debilitado muy significativamente el crecimiento potencial de nuestra economía, es decir, la capacidad de aumentar nuestra producción y riqueza en los próximos años. Adicionalmente, la retroalimentación de los problemas en los mercados financieros internacionales, con el abultado peso del crédito al sector inmobiliario en los balances de las entidades españolas, así como el elevado volumen de endeudamiento privado (hogares y empresas) que también repercute sobre Bancos y Cajas, sin olvidar el rápido deterioro de las cuentas públicas, que acabo por generar un marco de desconfianza, acerca de las posibilidades de nuestra economía para crecer y atender al vencimiento las deudas contraídas.

Hasta mediados de 2010 (mayo) la política fiscal mantuvo una orientación claramente expansiva, tanto a través de los PGE para dichos años, como a través de un conjunto de medidas de corte keynesiano, claramente encaminadas a amortiguar la caída del PIB por el lado de la demanda. Obviamente el menor nivel de actividad provocó el descenso en los ingresos fiscales que junto con el aumento del gasto público -tanto por las medidas adoptadas, como por el perfil tendencial creciente que ya venia mostrando el conjunto de las Administraciones Públicas, más la carga de los intereses del saldo de deuda pública hicieron que el déficit alcanzara en 2009 un máximo del 11,2% del PIB. Una proporción muy preocupante por su cuantía, su falta de precedentes y en especial por la rapidez de su evolución, ya que el deterioro respecto al superávit correspondiente a 2007 era de 13 puntos del PIB. En definitiva, para afrontar la difícil situación se tomaron un conjunto de medidas equivocadas, que fueron fruto de la negación de la crisis; primero se negó, después se minimizó su alcance, más adelante se presumió de la fortaleza del sistema financiero, hasta que al final los mercados financieros impusieron un ajuste que nos situó durante 2011 en el ojo del huracán.

Acorde con esta trayectoria, se inicia una nueva fase en la que la política económica del Gobierno se articula sobre dos principios básicos: austeridad y reformas. Estas son las premisas señaladas en la introducción de los Presupuestos Generales del Estado para 2011, ya que éstas constituyen dos elementos imprescindibles para retomar el camino de la consolidación fiscal (austeridad), generar confianza dentro y fuera de las fronteras nacionales, despejando los canales de financiación de los agentes y sentar las bases de un crecimiento sano y sólido de la producción y el empleo, a través de la mejora de la competitividad agregada de nuestra economía en los próximos años. De alguna manera, podría decirse que "el plan" es realizar reformas -sin titubeos, con concreción y estableciendo prioridades -, sujeto a la restricción de que el déficit alcanzara un máximo del 6% del PIB en 2011, objetivo que no se pudo alcanzar, por la tibieza de las actuaciones, lo cual limita las posibles políticas para 2012.

En consecuencia, ahora el objetivo prioritario de la política presupuestaria es reducir el déficit y la contención de la deuda pública a niveles sostenibles. Al rigor y la sobriedad de la política fiscal viene a sumarse el saneamiento del sector financiero, como actuación destacada del nuevo Ejecutivo, con el que pretende aclarar la solvencia de nuestro sistema y acelerar el proceso final de restructuración de las entidades, que habría comenzado en 2010 y que se espera termine en este año.

Por último, pero no menos trascendente, debemos mencionar las medidas económicas que tienen un carácter más estructural y que deberían ir encaminadas a mejorar el potencial de crecimiento, actuando sobre el factor productivo trabajo y sobre los principales sectores económicos: el sector servicios y profundizando en la liberación del mercado energético y en los servicios profesionales y sobre las telecomunicaciones. Aunque lo cierto es que en esta línea los avances ha sido limitados.

Economía Andaluza 2011. Con este entorno institucional tan complejo, en 2011 el PIB regional se ha mantenido prácticamente estancado, aunque los comienzos venían de una suave desaceleración a finales de 2010 y se esperaba que la economía nuevamente pudiese remontar a lo largo de 2011, esto finamente no fue posible. Concretamente, en el tercer trimestre del año, el PIB ha mostrado un incremento de tres décima respecto al trimestre anterior, pero en el último la caída ha sido superior lo que ha dejado la variación interanual también en una ligera subida de dos decimas.

Desde el punto de vista de la demanda, el componente interno, restó 2,1 puntos porcentuales al crecimiento global. La evolución de la demanda viene explicada por la contracción experimentada por sus dos principales componentes, el gasto en consumo final y la formación bruta de capital, que registraron un descenso, en términos interanuales, del 1,7% y del 6,2%, respectivamente. Este  comportamiento se ve contrarrestado por la aportación positiva del sector exterior que sigue sustentando el crecimiento económico regional, las Exportaciones crecen el 8,1% y las Importaciones 1,0%.

El desánimo de la demanda regional por cuarto año consecutivo, es el principal factor explicativo del retroceso de la producción, que ha supuesto una detracción al PIB (prácticamente estabilidad en 2011). Sin duda, la contracción de la producción habría sido aún mayor de no ser por el sector exterior, ya que la demanda exterior neta ha supuesto de nuevo una contribución positiva al PIB, dado que las exportaciones de bienes y servicios han crecido a un ritmo cuatro veces superior al de las importaciones especialmente en la parte final del año, aunque la corrección del déficit comercial de bienes no ha mejorado, en gran parte por el repunte en los precios energéticos.

Desde la perspectiva de la oferta, los sectores mostraron una modesta mejora en su evolución en términos interanuales con respecto al año anterior, registrando variaciones positivas los sectores primario y de servicios, con tasas de crecimiento interanuales del 1,6% y del 0,8%, respectivamente siendo en este último a destacar la evolución favorable del turismo; las ramas energéticas e industriales mantienen su atonía habitual con un limitado decrecimiento del 0,3%. La construcción continúa su ajuste, mostrando  un descenso del 3,8 %, en este último año.

En este sentido, respecto a la construcción, apenas se observan cambios con respecto a los últimos trimestres, mostrando el sector un descenso interanual del VAB algo menos intenso que a principios del año, y una caída interanual del empleo, pese al leve avance trimestral en la cifra de ocupados que señala la Encuesta de Población Activa (EPA). Así, el sector ha pasado de concentrar en torno al 16% del empleo de la región a finales de 2006, a menos del 8%, siendo responsable de alrededor del 60% de la destrucción de empleo en Andalucía entre mediados de 2007 y 2011, según la EPA.

La inversión residencial continúa su proceso de ajuste, y en tanto en cuanto no se absorba el stock de vivienda nueva sin vender (casi 180.000 viviendas en Andalucía, unas 11.000 menos que en 2010), no es previsible que la situación pueda mejorar, pese a las rebajas o incentivos fiscales, a lo que se une el descenso de la inversión en obra civil como consecuencia del proceso de consolidación fiscal.

El sector servicios sigue mostrando una trayectoria algo más favorable que el resto de la economía, registrando un crecimiento interanual del 2,0%. Sin duda, la actividad turística está incidiendo en gran medida en la trayectoria más positiva de este sector. Así, los indicadores relacionados con el turismo siguen ofreciendo resultados positivos, en especial la demanda extranjera, favorecida por la inestabilidad sociopolítica en el Norte de África y Oriente Próximo, en tanto que la demanda nacional continua contrayéndose.

Respecto a las previsiones de crecimiento para este año 2012, cabe decir que la economía mundial está atravesando una situación extremadamente delicada, que se torna quizás más grave en Europa, y aún más en España. En este escenario, con la inestabilidad del euro como telón de fondo, y la sombra de la recesión planeando de nuevo, la realización de previsiones se presenta complicada y afectada, como no podía ser de otra forma, por todas y cada una de las medidas que se puedan tomar con el objetivo de reactivar la economía y recuperar la confianza de los mercados. No obstante, y a tenor de los últimos datos publicados, no es previsible que el crecimiento económico en Andalucía y España para este año 2012 sea positivo, en tanto que los avances situarían el crecimiento en el entorno de una caída del 1,5% en España, en Andalucía podría situarse en ese mismo nivel.

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