Vivir en Sevilla

Una Atapuerca en el Alamillo

  • 'El legado de la Tierra' es la actividad que la empresa de difusión del patrimonio cultural Legados desarrolla cada jueves en el poblado prehistórico que tiene en el pulmón sevillano

No se escarmienta por barba ajena, de la misma manera que en la empresa de difusión del patrimonio cultural Legados se entiende que la mejor forma de enseñar a los más pequeños de la casa cómo vivían sus primeros antepasados es en primera persona. El legado de la Tierra es el título de la actividad de arqueología experimental que desarrolla en el poblado que hace casi dos años instaló en el Parque del Alamillo. Un espacio de recreación de ambientes propios del Paleolítico y el Neolítico en el que hay lugar también para realizar excavaciones como verdaderos arqueólogos. La iniciativa está pensada para niños desde los 4 años y para que los adultos puedan participar con sus pequeños. Tiene un precio de 8 euros.

Cada jueves desde que llegó el estío la actividad se trasladó a su horario veraniego. Comienza a las 21:00 y dura aproximadamente más de dos horas, en las que se da un pequeño descanso para la cena. De ella deben encargarse los padres y suele ser un bocadillo, comenta Pablo Baena, actor y uno de los fundadores de Legados, junto a Ernesto Rangel, licenciado en Historia en la especialidad de Arqueología por la Universidad de Sevilla y especializado en Gestión y Difusión del Patrimonio. El objetivo de la actividad y lo que la hace peculiar es la premisa de que los niños descubren la historia a través de la empatía: se ponen en la piel de sus antepasados y en la de un arqueólogo, dependiendo del momento del taller en el que se encuentren.

El legado de la Tierra es una experiencia para descubrir la Prehistoria pensada especialmente para los niños, pero apta para cualquier edad (los menores de 4 años son gratuitos y deben ir con sus padres). Cómo vivían los primeros hombres que habitaron la Península Ibérica (como los encontrados en la Sierra de Atapuerca, en Burgos), cómo eran sus herramientas, cómo hacían fuego, cómo realizaban las pinturas rupestres, todo al alcance del participante en el taller. Según explica Baena, los niños se convierten en arqueólogos en las recreaciones de excavaciones que hay en el poblado: pequeñas cuadrículas en las que se han escondido réplicas de cerámicas, huesos y utensilios que han sido encontrados en Andalucía, descubriendo así las diferentes culturas que han pasado por la comunidad desde la Prehistoria hasta la Edad Media. Simultáneamente, los padres practican el tiro con azagaya (lanza y propulsor), un precedente del tiro con arco que los pequeños probarán más adelante en el espacio reservado a la caza.

La siguiente etapa del taller familiar se realiza inmersos en el hábitat prehistórico en el que hay recreado un poblado con cabañas de adobe y cubierta vegetal y algunos elementos propios de la vida cotidiana diferenciando dos espacios explicativos: Paleolítico y Neolítico. En este punto de la actividad, se realizan actividades para descubrir de primera mano cómo se realizaban en la Prehistoria las talla líticas, las pinturas rupestres (para lo que se dispone de un abrigo rocoso), cómo se podría mover un gran menhir o monolito, y hacer fuego a partir de las piedras.

Otras temáticas como la alfarería, la cestería, las edificaciones y el telar prehistóricos, y los juegos, el armamento, la orfebrería, la gastronomía, la esctritura y los mosaicos en la antigüedad, también se tratan en la actividad.

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