Salir al cine

Los amantes que no querían serlo

  • Para celebrar su 20º aniversario, se reestrena en salas una versión remasterizada en 4K de 'Deseando amar', de Wong Kar-wai, una de las indiscutibles obras maestras del cine contemporáneo. Otras 6 películas del cineasta se verán en salas durante el mes de enero antes de editarse en Blu-ray. 

Pocas películas recientes, si es que veinte años son algo reciente, han alcanzado el estatus de obra maestra u ocupado un lugar de privilegio entre las mejores de la historia del cine como Deseando amar, del hongkonés Wong Kar-Wai, convertida ya desde el momento de su presentación, en el Festival de Cannes de 2000, en un clásico moderno instantáneo, agrandando luego con el tiempo su aureola de película de culto para amantes de las historias de amor abrasadoras sin apenas roce en la pantalla.

Una película esencial para entender el cine mundial en la encrucijada del siglo XX al XXI, frontera y puerta a un mismo tiempo, culminación sublimada y condensada del lenguaje de la modernidad pero también inicio de un cine por venir que ha encontrado no pocos imitadores y seguidores con más o menos fortuna en su intento de aprehender y materializar la esencia amorosa o la experiencia del tiempo en tonos, colores, texturas, ritmos y gestos de puesta en escena que han hecho de esta hermosa película un catálogo inagotable de ideas para el cine de nuestro tiempo.

Kar-Wai culminaba aquí su particular y fulgurante idilio con la inspiración iniciado años atrás en Hong Kong con películas como As tears go by y Days of being wild y depurado luego en las extraordinarias Chungking Express y Happy Together, rodada en Argentina aunque deudora de una misma estética de la sensualidad y la sensorialidad marcada por los encuadres, la dirección artística y el vestuario de William Chang, la fotografía de Christopher Doyle o la ambientación musical marca del autor, flujo discontinuo de canciones de ayer y hoy que, en sus manos, precisamente ubicadas, adquieren una dimensión significativa que se pega como una nueva piel a sus historias de amores imposibles, tiempos que se cruzan y espacios que se comunican a través del estilo.

Ambientada en su mayor parte en el Hong Kong de 1962, un Hong Kong que nunca vemos más allá de los espacios cerrados y delimitados por el plano y sus propias opacidades, esquinas y densidades, Deseando amar se despliega como una lenta elegía por un amor secreto no consumado, como un intenso romance íntimo entre un hombre y una mujer desplazados de sus respectivos matrimonios que se encuentran en los pasillos estrechos y las escaleras de una bulliciosa pensión de la ciudad. La señora Chan (Maggie Cheung) y el señor Mo-wan (Tony Leung) hacen sus vidas diarias, ella como secretaria, él como periodista con vocación de escritor, y mientras tanto sus cónyuges, siempre en off, mantienen un affaire que les lleva a quedar o viajar juntos a espaldas de sus matrimonios.

Unidos en la complicidad del abandono y el engaño, Su Li-zhen y Chow iniciarán así si particular infidelidad cómplice fraguada en las miradas, los encuentros en la calle a cámara lenta acompasados por la arrebatadora música andante de Shigeru Umebayashi, más tarde en citas íntimas que, en cualquier caso, no culminan lo que, por otro lado, ya está materializando sutilmente la puesta en escena. Porque es precisamente ese el principal logro de esta película, hacer de los elementos formales, de su barroquismo desbordante plagado de ideas visuales en cada plano, la carne nunca tocada de los amantes, el flujo de un amor que no se quiere como el de los traidores y los infieles.

'Deseando amar' hace de sus elementos formales, de su barroquismo desbordante plagado de ideas visuales en cada plano, la carne nunca tocada de los amantes.

Deseando amar agujerea también el tiempo del relato como forma de sublimar el dolor y la pérdida. Al fluido narrar elíptico de todo el filme, se añaden en su tramo final los cortes temporales hacia futuro, un futuro algo caprichoso y no necesariamente lineal, que dan cuenta de nuevos (des)encuentros que potencian aún más si cabe el enorme poder del deseo y el amor no consumados, el secreto escondido en un hueco del templo camboyano de Angkor Wat que sólo le corresponde ya conocer a los amantes y que esta película nos ha regalado en la más hermosa de las maneras.

Vista hoy de nuevo, Deseando amar no sólo no ha perdido un ápice de su valor y su belleza, sino que tal vez haya ganado más con el tiempo, un tiempo que es también el de la memoria de su primer y deslumbrado espectador del año 2000 sometido luego a miles y miles de horas de cine prescindible. En la nueva visita, que puede emplearse para nuevos descubrimientos y búsquedas de detalles, algo sólo al alcance de las verdaderas obras maestras, hemos contado y diferenciado uno a uno los veinte vestidos distintos que lleva Maggie Cheung, hemos tocado cada una de las texturas y materiales de sus decorados, hemos pesado esas volutas de humo que salen de los cigarros que fuma Tony Leung en su oficina o en la habitación del hotel donde se reunía con ella, hemos vuelto a tararear las canciones en español de Nat King Cole que suenan en el restaurante o en el taxi cuando los no-amantes de alejan en la noche, o hemos fantaseado, en fin, con esa otra película, porque hay otra película entera no mostrada en Deseando amar, que corresponde a los otros amantes de la historia, el marido de ella y la esposa de él. Quién sabe si, en manos de Kar-wai, la previsible banalidad de su infidelidad pequeño-burguesa no sería también otra maravillosa obra maestra.   

Universo Wong Kar-wai