FERIA Toros en Sevilla hoy en directo | Morante, Castella y Rufo en la Maestranza

Salir al cine

La Gran Guerra en un suspiro

  • Flamante ganadora del Globo de Oro a mejor película y mejor director (Sam Mendes), ‘1917’ se suma a una cada vez más nutrida lista de películas rodadas o concebidas en un único plano-secuencia.

Una imagen de '1917', el film bélico de Sam Mendes, ganador del Globo de Oro 2020.

Una imagen de '1917', el film bélico de Sam Mendes, ganador del Globo de Oro 2020.

En la que parece la penúltima batalla del viejo orden de Hollywood frente al imparable dominio de las plataformas digitales y las nuevas estrategias de consumo audiovisual, Dreamworks (Spielberg) le ganaba la partida a Netflix (productora de El irlandés e Historia de un matrimonio, las dos grandes apuestas de Ted Sarandos para la temporada de premios), con el inesperado triunfo en los Globos de Oro de 1917, el filme bélico de Sam Mendes (American beauty, Camino a la perdición, Skyfall) que, estratégicamente situado en el cómodo y reconocible territorio del género y la Historia, ha hecho de su puesta en escena en un único (y convenientemente camuflado) plano-secuencia de 119 minutos el estandarte estilístico para defender sus méritos cinematográficos frente al neoclasicismo de personajes de la cinta de Scorsese y el agudo retrato contemporáneo de la crisis de un matrimonio burgués de la película de Baumbach.

1917 se suma así a la lista de ilustres y contados títulos de la historia del cine rodados o concebidos en un único plano, a saber, cintas que, especialmente en la era digital, con las nuevas posibilidades técnicas que ofrecen unas cámaras, dispositivos (grúas, drones, etc.) y equipos más ligeros, la grabación y el almacenaje en discos duros de alta capacidad y larga duración y los hiperrealistas efectos digitales (CGI) de postproducción, han puesto a prueba ese viejo hallazgo del cine mudo consistente en sincronizar tiempo, espacio, narración e incluso punto de vista en aras de un exhibicionismo del potencial de la cámara y su mirada como todopoderosa máquina constructora de sentido.

Roger Deakins y Sam Mendes en una imagen del rodaje de '1917'. Roger Deakins y Sam Mendes en una imagen del rodaje de '1917'.

Roger Deakins y Sam Mendes en una imagen del rodaje de '1917'.

Un alarde por lo general muy querido por las academias y los premios (véanse los casos recientes de Birdman, Gravity, El renacido o Roma, que descansan en mayor o menor medida sobre estos gestos de continuidad), o desarrollado por cintas europeas como la alemana Victoria (2015, Sebastian Schipper), crónica de una jornada de tensión en la noche berlinesa, la noruega 22 july Utøya (2018, Erick Poppe), que ponía el foco en una de las víctimas de la masacre ocurrida el campamento de verano de las juventudes socialistas en 2011, o la española Hablar (2014, Joaquín Oristrell), que concentraba su esencia teatral en un único plano-secuencia que abrazaba espacios, personajes y dramas en el madrileño y mestizo barrio de Lavapiés; sin olvidar a cintas pioneras de esta nueva era digital como Timecode (2000), de Mike Figgis, que recogía además cuatro acciones en paralelo en la ciudad de Los Ángeles a través de la pantalla partida, o muy especialmente El arca rusa (2002, Alexandr Sokurov), un verdadero prodigio de síntesis y potencial expresivo del plano-secuencia en su recorrido por los pasillos y salas del Museo Hermitage de San Petersburgo en el que el gesto técnico no sólo era un mero alarde virtuoso sino toda una compleja y densa operación estética, histórica y metafórica sobre la historia rusa y su particular mitología entremezclada con el patrimonio artístico.

'1917' se suma así a la lista de ilustres y contados títulos de la historia del cine rodados o concebidos en un único plano

Más lejos en el tiempo queda ya la mítica La soga (1948), en la que Alfred Hitchcock, aún con las limitaciones del rodaje analógico en 35mm, puso en práctica su afán experimental a lo largo de varios planos-secuencia muy bien ensamblados para poner a jugar al gato y al ratón a sus perversos asesinos y a su perseguidor en un único decorado. Y a mitad de camino, todos esos cineastas que, de Murnau, Ophuls, Welles, Godard, Kubrick, Antonioni, Kalatozov, Jancsó, Tarkovsky o Angelopoulos a Tarr, De Palma, Jarmusch, Akerman, Clarke, Van Sant, Tarantino, Noé, Linklater o los asiáticos Hsiao-hsien, Pinkaew o Bi Gan, han hecho del plano-secuencia una marca esencial y ontológica de su relación fílmica y estética con el relato.   

Ahora, de la mano del magisterio tras la cámara y las luces de Roger Deakins (habitual de los Coen, trece veces nominado y ganador del Oscar por Blade Runner 2049), y con una trama que condensa el tiempo (en una cuenta atrás) en pleno campo de batalla en el Norte de Francia, 1917 viene a añadir un nuevo jalón a este particular reto estilístico consistente en arrancar del rodaje en un único gran suspiro contenido todo su potencial narrativo y dramático en aras de la aventura heroica de un par de soldados que, acompañados siempre por la cámara, una cámara líquida, suspendida, voladora y siempre presente, no sólo aspiran a salvar las vidas de 1.600 compañeros de su batallón y las de sus hermanos, sino también, cómo no, la de todos los espectadores sometidos a un atlético ejercicio de suspense y comunión entre puesta en escena, técnica y emoción.  

Making of '1917'

Goyas y Márgenes en el Cicus

La programación cinematográfica de Cicus arranca el año con un ciclo dedicado a los cortometrajes aspirantes al Goya, de los que, en dos sesiones (14 y 15 de enero, 19:00h.) podrán verse Muedra, de César Díaz, Madrid 2120, de José Luis Quirós, El nadador, de Pablo Barce, y Xiao Xian, de Jiaje Yu Yan. La selección de cortos se completa con la proyección del premiado largo de animación Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Salvador Simó (miércoles 14), y de las también candidatas Araña, del chileno Andrés Wood, nominada a la Mejor Película Latinoamericana (jueves 15), y La trinchera infinita, de Arregi, Garaño y Goenaga (viernes 16).

Una imagen del cortometraje aspirante al Goya 'Xiao-Xian'. Una imagen del cortometraje aspirante al Goya 'Xiao-Xian'.

Una imagen del cortometraje aspirante al Goya 'Xiao-Xian'.

También durante el mes de enero se pone en marcha en la sede de Madre de Dios el ciclo programado en colaboración con Filmoteca que incluye una selección de títulos provenientes del reciente Festival Márgenes y que arranca el lunes 13 (20h.) con Doble yo, de Felipe Rugeles, un interesante ensayo documental realizado a partir de los manuscritos, fotografías y filmes del etnógrafo colombiano Gregorio Hernández de Alba.