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Gastronomía

La tarta de queso que se 'lleva'

  • Thomas Lavaud es el propietario de Sweetix, un nuevo concepto de heladería y gofrería en la calle Feria

Una clienta posa una tarta de queso de Sweetix.

Una clienta posa una tarta de queso de Sweetix. / M. G.

"Primero le ponemos la cobertura de chocolate, luego un topping y para terminar sirope". Thomas Lavaud, propietario de Sweetix sintetiza así su nuevo proyecto hostelero. Una idea que viene de Estados Unidos y Corea del Sur hasta el número 92 de la calle Feria y "es única en España", asegura el joven emprendedor francés. Se trata de porciones de tarta de queso heladas puestas en un palito como si de un polo se tratara y de croffles, un término resultante de unir el gofre y el croissant.

El resultado de ambos productos, pensados para tomarlos cómodamente por la calle sin necesidad de cubiertos ni estar sentados en una mesa, es muy colorista gracias a la gran variedad de toppings o ingredientes que se añaden. Galletas, almendras, chocolatinas o chucherías acompañan a la tarta de queso o al croissant con forma de gofre. Estos productos, que son tendencia en otros países, despertaron la curiosidad de Lavaud, que dejó su trabajo como profesor de tenis para venir a España a emprender. "Vine con mi novia hace un par de años a Sevilla y me encantó la ciudad", explica este parisino de 27 años, que eligió la capital andaluza por su "estilo de vida y clima favorable para vender helados".

Dos 'croffles' recién salidos de la gofrera de Sweetix. Dos 'croffles' recién salidos de la gofrera de Sweetix.

Dos 'croffles' recién salidos de la gofrera de Sweetix. / M. G.

Su negocio lo ha bautizado como Sweetix, un término anglosajón tras unir sweet y stick. Es decir, dulce y palo. Un resumen perfecto del producto que ofrece desde 3,90 en su local, cercano a la parroquia del Omnium Sanctorum. "Quería proponer algo nuevo y ver si al público le gusta", comenta Lavaud, que estuvo varios meses buscando una buena ubicación por el centro de Sevilla para empezar. En pocos meses, y con la ayuda de la empresa de reformas Rojeque, lo tiene todo listo. "Iba a abrir en marzo, pero el coronavirus me lo impidió", revela.

La pandemia, como a todo empresario actualmente, le preocupa: "Me da un poco de miedo, pero estoy trabajando mucho para que funcione". No obstante, se ha adelantado a los posibles acontecimientos: "Si hubiera otro confinamiento, ya lo tengo todo preparado para repartir a domicilio". Hasta entonces, sube la persiana todos los días de mediodía a medianoche para vender sus llamativos y novedosos dulces.

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