La otra Semana Santa de Sevilla

La otra Semana Santa de Sevilla

Existe una Semana Santa que va más allá de lo que podemos ver en Sevilla capital. La provincia atesora un patrimonio físico e inmaterial que rompe con la rigidez de formas y estéticas que impera en la ciudad.

Acudir en los días de la Pasión y Muerte a los municipios de la provincia supone ampliar la visión que se tiene de esta celebración. Tradiciones que hunden sus raíces en siglos de historia y que han permanecido ajenas a modas e influencias. Pueblos enteros volcados con sus hermandades. Devociones que se transmiten como legado familiar. Todo eso y mucho más se puede comprobar en localidades como Marchena, Alcalá del Río, Olivares o Estepa. La Semana Santa de la provincia ofrece, además, una ventaja. No suelen originarse bullas como en la capital y, a la hora de aparcar, lo tendrá más fácil. A continuación, ofrecemos un listado con los municipios donde esta fiesta religiosa constituye una auténtica reliquia digna de ver, al menos, una vez en la vida.

La otra Semana Santa de Sevilla

Existe una Semana Santa que va más allá de lo que podemos ver en Sevilla capital. La provincia atesora un patrimonio físico e inmaterial que rompe con la rigidez de formas y estéticas que impera en la ciudad.

Semana Santa en la provincia

Acudir en los días de la Pasión y Muerte a los municipios de la provincia supone ampliar la visión que se tiene de esta celebración. Tradiciones que hunden sus raíces en siglos de historia y que han permanecido ajenas a modas e influencias. Pueblos enteros volcados con sus hermandades. Devociones que se transmiten como legado familiar. Todo eso y mucho más se puede comprobar en localidades como Marchena, Alcalá del Río, Olivares o Estepa . La Semana Santa de la provincia ofrece, además, una ventaja. No suelen originarse bullas como en la capital y, a la hora de aparcar, lo tendrá más fácil. A continuación, ofrecemos un listado con los municipios donde esta fiesta religiosa constituye una auténtica reliquia digna de ver, al menos, una vez en la vida.


DISEÑO Y PROGRAMACIÓN: José Antonio Sánchez y Ángel J Cachón de Elías.
REDACCIÓN: Diego Geníz

Alcalá del Río. Entre verdes y morados

01.- Alcalá del Río. Entre verdes y morados

La antigua Ilipa Magna reúne dos ventajas para ser visitada en Semana Santa, la cercanía con la capital y una idiosincrasia que ha resistido a las modas. Ser de la Vera-Cruz o de la Soledad no es cuestión baladí. Constituye un factor determinante, incluso se podría decir que antropológico, a la hora de analizar sociológicamente este municipio, escenario donde se libró una de las guerras púnicas que dio origen a Itálica.

Situada en un pequeño cerro junto al Guadalquivir, las cofradías de los cruceros y de los soleanos suponen un auténtico alarde de buen gusto, tanto en su valioso patrimonio material como en las tradiciones que han permanecido inalterables. Los primeros, cuyo color identificativo es el verde, salen el Jueves Santo. Los soleanos, que llevan el morado por bandera, lo hacen la tarde del Viernes Santo.

Ambas cofradías van precedidas del Paseo, una antigua costumbre (que algunos vinculan con las rondas de las legiones romanas) en la que desfila todo el cortejo penitencial. A las 18:00 se abren las puertas de la ermita de San Gregorio, sede canónica de ambas corporaciones. En la de Vera-Cruz salen el Crucificado que da nombre a la hermandad, una talla (de tamaño menor a lo habitual, pues en su origen era portado por un clérigo) atribuida a Roque Balduque, y la bellísima imagen de la Virgen de las Angustias Coronada (atribuida a Montes de Oca).

En la de la Soledad, lo hace la alegoría del Triunfo de la Cruz sobre la Muerte (la Canina), el Señor de la Misericordia (antiquísima imagen de Cristo yacente con pelo natural y articulable para realizar la escena del Descendimiento) y la Virgen de los Dolores en su Soledad Coronada, una de las Dolorosas más antiguas que existen en la provincia, alejada del canon barroco.

Los cortejos incluyen numerosos personajes que recogen los Evangelios y también alegóricos, encarnados todos por las hermanas de las cofradías, a las cuales visten durante horas las camareras de las sagradas imágenes de forma similar a como lo hacen con los venerados iconos. Ambos mantienen una distribución similar: de la cruz de guía al paso del Cristo se extienden largas filas de nazarenos y del Señor al palio, numerosas mujeres vestidas de mantilla.

Especial mención merecen los pasos de ambas Dolorosas con bordados en palios, mantos y sayas de los más afamados nombres de este arte: Las hermanas Antúnez, Patrocinio López, Olmo y Rodríguez Ojeda.

La cofradía se divide en dos tiempos. Por la tarde, cuando se dirigen desde San Gregorio (patrón de la localidad) a la parroquia, donde realizan estación de penitencia. Una vez allí, la Vera-Cruz celebra la adoración al Santísimo y la Soledad, el ancestral acto del Descendimiento. Luego, ya de madrugada, ambas regresan a su sede canónica, entre saetas y vítores.

Estepa: un gallo y el Niño Perdido

02.- Estepa: un gallo y el Niño Perdido

Esta localidad es mucho más que la capital del mantecado. Su desarrollo industrial no le ha restado un ápice de autenticidad, que se evidencia cuando llegan los días santos.

Al estar situada en un vértice entre Málaga y Córdoba, recibe influencias de ambas provincias, que quedan patentes en sus cofradías. Entre ellas debemos destacar, por su singularidad, la de San Pedro y la del Niño Perdido.

La primera realiza estación de penitencia la tarde del Martes Santo. Tiene dos pasos y en ninguno de ellos se representa a Cristo, pero sí un pasaje relacionado con él: Las lágrimas de San Pedro tras negar al Señor. La imagen del primer Papa de la Iglesia está atribuida a Pedro de Mena, escultor granadino afincado en Málaga.

La segunda sale el Miércoles Santo y está relacionada con la gran devoción que se le rindió al Dulce Nombre de Jesús a partir del siglo XVI. Se trata de una talla que los expertos vinculan con la obra del vallisoletano Luis Salvador Carmona (siglo XVIII). Representa el momento en el que Jesús se pierde, con 12 años, y es encontrado en el templo hablando con los doctores. Una escena que no es pasionista. Existe una leyenda, según la cual, si alguna vez se le cayera el globo terráqueo que sostiene su mano, se acabaría el mundo.

También aquí hay personajes propios, como los pachones, niños vestidos de nazareno con tocado egipcio que anuncian con una campana la salida de la cofradía; y los demandantes, que visten túnica hasta la rodilla y piden limosna para sufragar los gastos de la hermandad.

Soltarse la cola en Olivares

03.- Soltarse la cola en Olivares

El Aljarafe tiene una rica y variada Semana Santa. Ahora nos detenemos en una localidad, Olivares, y un día concreto, el Viernes Santo.

La Hermandad de la Soledad protagoniza un momento único de esta celebración al llegar a la Plaza de España del municipio, donde los nazarenos se sueltan la cola rizada que forma parte del hábito penitencial. Un rito que se conoce como la Vuelta al Caracol y que tiene su explicación en la costumbre que existía en la Edad Media de expresar el luto por la pérdida de una persona a través de una falda de tela negra conocida como loba cerrada. En función de su largo se mostraba el dolor por dicho fallecimiento. Con la llegada de las monarquías absolutas, las modas y los gestos de la realeza se trasladaron a las vestimentas de las imágenes marianas y de los cortejos penitenciales. De ahí que esta tradición se hiciera habitual en las cofradías.

Los nazarenos de la Soledad muestran, así, el dolor por la muerte de Cristo. Algo que antaño era propio en la capital y que se realizaba en la Catedral. Gesto que quiso retomar la Hermandad del Sol en 2010 y que finalmente fue descartado.

Si acude, además, podrá admirar la belleza del Nazareno (de la escuela genovesa que trabajó en Cádiz) y de la Virgen de los Dolores, uno de los pilares devocionales del Aljarafe.

Alcalá sube al Calvario

04.- Alcalá sube al Calvario

Rodeada de fábricas, la antigua ciudad de los panaderos conserva un rito que dura un día entero: La Judea de la Hermandad de Jesús Nazareno . Su origen se remonta a la época romana, cuando las legiones batían la bandera sobre el caudillo fallecido para impregnarse de su valor. Comienza el Jueves Santo, cuando se abren las puertas de la parroquia de Santiago, delante de la cual se revolea la bandera. Termina casi al mediodía del Viernes Santo, al entrar la cofradía y escenificarse la muerte del Redentor. La llamada Biblia de los Pobres .

También en este municipio existe una variedad de saeta autóctona, sin aflamencar y en la que se observa la herencia musical de los franciscanos. Se le canta a Jesús Nazareno en distintos momentos del recorrido, a lo largo del cual se interpretan distintos momentos de la Pasión: El Prendimiento (que tiene lugar al rayar el alba, en el antiguo puente) y el encuentro con su Madre (la Virgen del Socorro) y San Juan Evangelista (en un tercer paso) en el cerro denominado El Calvario, donde sube toda la cofradía.

En el cortejo participan personajes propios como el signífero (que porta el Senatus), el abanderado (quien revolea la bandera) y el pajineta (niño vestido de soldado romano que baila una danza similar a la de los Seises mientras exhibe la sentencia de Cristo).

Herrera, la Pasión tras un rostrillo

05.- Herrera, la Pasión tras un rostrillo

La teatralidad es algo inherente al Barroco. Era la forma de evangelizar a una población con altos índices de analfabetismo. De convencerlos de la verdadera Fe frente a la reforma protestante que había emprendido Lutero. Formas ancestrales que no se ciñen sólo a las sagradas imágenes, sino de las que también participan las personas. El más claro ejemplo lo tenemos en Herrera.

Este municipio, limítrofe con la subbética cordobesa, presenta una clara influencia de las costumbres de Puente Genil, donde la cuaresma se vive de forma muy intensa a través de las corporaciones, entidades civiles -al margen de las hermandades- que cada fin de semana de este tiempo litúrgico suben al cerro del Calvario.

En Herrera las representaciones de las corporaciones se limitan a la Semana Santa. Son cinco: Los profetas, los defensores del pueblo, los apóstoles, las Marías y los romanos. A ellas se suma una sexta -los defensores de Jesús- que es la única que pertenece a una hermandad. Se pueden contemplar desde el Jueves Santo al Domingo de Resurrección.

Sus componentes encarnan personajes evangélicos y alegóricos. Portan los famosos rostrillos (nunca los llamen disfraz o máscara), realizados en cartón piedra o resina de poliéster. Para ver sólo disponen de un pequeño orificio, de la misma dimensión que la cabeza de un alfiler, por lo que en su discurrir por las calles de este municipio deben ser guiados por otras compañeros de corporación.

El velatorio de Lebrija

06.- El velatorio de Lebrija

La arquitectura, la flor y los ritos se dan la mano la noche del Viernes Santo en Lebrija. La Hermandad del Santo Sepulcro conserva una de las más bellas tradiciones de la provincia. Se trata de la Vela del Cristo.

Este acto tiene lugar en el claustro de la parroquia de Nuestra Señora de la Oliva, un bello patio perfumado esta época del año por el azahar de los naranjos. En el centro, sobre un pedestal de mármol, se deposita la urna del Cristo de las Cinco Llagas, una imagen antiquísima, de estilo gótico, articulable, pues en su origen estaba pensada para escenificar el pasaje del Descendimiento antes de que la cofradía se pusiera en la calle.

Una vez que el cortejo penitencial llega al referido templo, tiene lugar el velatorio de Cristo, revestido de una gran pompa. Los hermanos de la cofradía se turnan en pareja de dos para permanecer arrodillados delante del Señor. Mientras, prestigiosos grupos de cámara interpretan piezas fúnebres, como el Stabat Mater de Pergolesi o el Réquiem de Mozart.

En el acto participa otra cofradía más, la de la Soledad, cuya titular -bajo una cruz con sudario- permanece en el claustro mientras se vela a su Hijo. Concluido el ceremonial, la imagen del Cristo de las Cinco Llagas se deposita en el Sagrario de Verano, hasta que el Domingo de Pascua vuelva a exponerse a la veneración.

Confalón y Soledad en Écija

07.- Confalón y Soledad en Écija

La incursión en la provincia durante la Semana Santa nos permite comprobar que existieron y aún se mantienen formas estéticas distintas a las que se copiaron de la capital a principios del siglo pasado. Existen numerosos ejemplos, pero uno de ellos lo tenemos en Écija.

La ciudad famosa por sus torres y yemas atesora dos reliquias que merecen ser contempladas: El Cristo de Confalón y la Virgen de la Soledad. El Crucificado, del siglo XVI, está enclavado en una cruz plana, realizada a base de ricos materiales e incrustaciones. Cuando sale el Jueves Santo no lo hace sobre un paso, sino en una peana que representa un pequeño trono, una silla gestatoria alumbrada por una cascada de guardabrisas decorados con lágrimas de cristal. Es portado por los hermanos de paso, a hombros y al grito de ¡Viva el Confalón! Estos cofrades van descalzos, en recuerdo de la leyenda que asegura que el Cristo fue hallado en un pozo por campesinos que tuvieron que quitarse las sandalias para sacarlo.

La Virgen de la Soledad -una de las más bellas dolorosas de la provincia- está atribuida a la Roldana. Sale el Sábado Santo sin palio. Sobre un paso que por su configuración recuerda a los que se usan en las procesiones de gloria. Se alza sobre una rica peana atribuida a Duque Cornejo. Porta ráfaga y media luna a sus pies, ambas del siglo XVIII. Mantiene, así, el estilo propio de la Semana Santa astigitana antes de que se contagiara de la influencia del prototipo de palio hispalense.

El encuentro de Osuna

08.- El encuentro de Osuna

La Semana Santa es también tiempo de reencuentro. Del regreso al lugar de origen. Así ocurre en Osuna. La villa ducal posee uno de los mejores patrimonios religiosos de España. Su mejor ejemplo lo encontramos en la colegiata, que corona esta bella localidad, puerta de la Sierra Sur sevillana.

A ella suben la mañana del Viernes Santo los nazarenos de dos cofradías distintas: la de Jesús (obra atribuida a La Roldana) y la de la Virgen de los Dolores (imagen de talla completa que los expertos vinculan con José de Mora). Una vez que el Señor ha llegado, se sitúa delante de la colegiata, donde espera a su Madre.

En ese momento se producen dos encuentros. El de las sagradas imágenes, que representa cuando la Virgen y su Hijo se ven en la calle de la Amargura; y el de quienes regresan a Osuna para ver a los suyos.

Los pasos se portan por dentro, de manera similar a como se hace en Cádiz, con horquillas. Suben el cerro donde se encuentra este fastuoso templo de una sola chicotá, lo que congrega a una gran cantidad de público.

Marchena, el tesoro de la Campiña

09.- Marchena, el tesoro de la Campiña

La Semana Santa de este pueblo requiere no sólo un día, sino varios para disfrutarla, pues cada jornada guarda una tradición que merece la pena presenciar.

El Domingo de Ramos, a primera hora de la tarde, puede ver una procesión de huesos. Sí. Como lo leen. Los hermanos de la Caridad cumplen la misión que en su día les fue encomendada para dar entierro a quienes no tenían recursos para ello.

Desde el Miércoles al Sábado Santo se suceden cortejos penitenciales en los que puede contemplar los pasos de piña (peanas donde se alza la imagen de Cristo en lugar de montes con flores), palios marcheneros (realizados en orfebrería), un Niño Jesús Pasionista (iconografía perdida en la capital), un Crucificado con dosel (el de San Pedro) y una Dolorosa con ráfaga bajo palio (la Soledad).

También aquí puede disfrutar de un patrimonio sonoro del que pocas localidades presumen: La saeta marchenera. Hay hasta siete variedades autóctonas. Para disfrutarlas en su máximo esplendor, acuda al antiguo Palacio de la Motilla cuando la Soledad vaya a entrar una vez concluido el Sábado Santo, ya en la madrugada del Domingo de Resurrección.

No debe tampoco caer en el olvido el Mandato en la Hermandad de Jesús , vestigio de aquella Semana Santa teatralizada en las que intervienen personajes de carne hueso y las sagradas imágenes. Herencia del Barroco en el que estas escenas servían para evangelizar a una población iletrada.

Y como guinda, el Domingo de Pascua, a partir del mediodía, los templos se encuentran abiertos con numerosas imágenes en besapié y besamano. Una oportunidad única para conocer este patrimonio si no ha podido escapar de la capital durante la semana.

La Pascua hay que correrla en Pilas

10.- La Pascua hay que correrla en Pilas

El Aljarafe es, sin duda, la comarca donde más se vive la Resurrección, la fiesta por excelencia de los cristianos que en Pilas recibe el nombre de las carreritas.

Esta tradición hunde sus raíces en el siglo XVI. En ella participan las dos cofradías que han realizado estación penitencia los días anteriores: La Vera-Cruz y la Soledad.

En la primera de ellas la protagonista es la patrona del municipio, la Virgen de Belén, imagen del siglo XVI que durante el año adopta distintas formas: de gloria o Dolorosa. En esta ocasión lo hace de manera letífica, con una característica ráfaga (de punta redonda), un centro de flores entre las manos y bajo un pequeño palio rojo con bordados de principios del siglo XX. Parte de su capilla, situada frente al Ayuntamiento.

La Soledad lo hace con la imagen del Dulce Nombre de Jesús, atribuida a Montañés y que sale en un pequeño templete barroco desde la parroquia.

Sobre las 10:00 del Domingo de Resurrección ambos se encuentran en la plaza principal del municipio. Comienzan a avanzar desde puntos enfrentados -las llamadas carreritas- hasta situarse uno frente a otro. Lo harán ocho veces. Después, se dirigirán a la parroquia, donde tendrá lugar la misa. Por la tarde, la patrona volverá en procesión a su capilla. Antes de entrar se rifarán las flores que porta. La jornada -en la que podrán degustarse las famosas garrapiñadas que se elaboran este día- concluye con la quema de fuegos artificiales.

Castilleja, donde Dios resucita dos veces

11.- Castilleja, donde Dios resucita dos veces

A escasas metros de la capital, Castilleja de la Cuesta atesora una de las Semanas Santas más ricas de Andalucía, con sus dos hermandades que estructuran sociológicamente su población: La Calle Real (los celestes) y la Plaza (los coloraos).

Acabados los días de la Pasión, ambas corporaciones protagonizan el día grande de Castilleja, la Resurrección, con sus conocidas vueltas. Esta tradición se remonta al siglo XVI, cuando las dos hermandades celebraban esta jornada una procesión eucarística en la que también participaban sus imágenes titulares (la Inmaculada Concepción y la Virgen de la Soledad).

Sin embargo, las famosas vueltas cambiaron su fisonomía y carácter solemne a raíz de un hecho sucedido en la cercana capital: La fundación de la Hermandad del Rocío de Triana y su peregrinación a la aldea almonteña, en la que atravesaba este municipio del Aljarafe.

Castilleja se empapó de las formas de esta romería, por lo que a partir de entonces las mujeres de una y otra hermandad visten el traje de flamenca y los hombres, a caballo, el traje corto.

Se trata, en suma, de dos romerías urbanas concatenadas en tiempo y espacio (primero lo hace la Plaza y luego la Calle Real) con las que se anuncian la salida procesional de las referidas imágenes por la tarde. No hay mejor forma de despedir la Semana Santa.

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