Patrimonio Histórico

El magnate del acero que abre hotel de cinco estrellas en Sevilla

Fachada principal de la Casa de Santa Teresa, en la calle Zaragoza 60.

Fachada principal de la Casa de Santa Teresa, en la calle Zaragoza 60. / José Luis Montero (Sevilla)

Una casa-palacio en un enclave privilegiado, sin uso desde que una entidad financiera dejó de tener su sede en ella y sobre la que se plantea un más que interesante proyecto de rehabilitación a cargo del prestigioso arquitecto Alberto Balbontín. Se conoce como la Casa de Santa Teresa, porque coincide con la finca que en 1576 compraron los hermanos de Santa Teresa y el clérigo García Álvarez por seis mil ducados para acomodo de las seis monjas que acompañaban a la santa en su labor de fundación de la Orden del Carmelo en Sevilla. Así lo recuerda una placa en el zaguán de la casa, un edificio desconocido por la mayoría de los sevillanos, pero que, como destaca el historiador Joaquín Egea, portavoz de Adepa, es una casa “buenísima y muy interesante”.

La propiedad actual de la casa es la sociedad de uno de las principales fortunas de España, el magnate del acero José María Aristrain, que la compró al banco que tuvo su sede en ella, que a su vez muchos años antes la adquirió a una conocida familia sevillana que la usó como residencia.

Perspectiva de la casa desde la Plaza Nueva. Perspectiva de la casa desde la Plaza Nueva.

Perspectiva de la casa desde la Plaza Nueva. / José Luis Montero (Sevilla)

Balbontín precisó a este periódico que en enero solicitó la licencia a la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento. El proyecto es “respetuoso al máximo” con los elementos dignos de protección del inmueble, catalogado con el tercer grado de protección, representado con la letra C en el vigente PGOU. El plan sectorial de la Catedral contempla un aumento de la catalogación al B, equivalente al título de protección global, pero es un cambio que en cualquier caso está pendiente de aprobación.

De la casa destacan, como se pudo comprobar en una visita efectuada por miembros de Adepa hace más de una década, la escalera principal, los artesonados de la primera planta y unos salones que son dignos de ser conservados. El patio principal no es tan llamativo, aunque tiene su valor, como los elementos anteriormente descritos.

La casa sufrió graves problemas de conservación en 2008 como consecuencia de las obras de construcción de sótanos en una finca aledaña, por lo que el proyecto de rehabilitación contemplará el refuerzo de las estructuras. Las reformas del edificio han sido varias. Destacan las dos últimas: en los años veinte fue adaptada a vivienda por el arquitecto Vicente Traver y en los años ochenta para sede de oficina bancaria por Rafael Manzano.

Una vez que Urbanismo y la Comisión de Patrimonio avalen el proyecto, la obra de rehabilitación puede tardar unos veinte meses. El hotel no incluirá aparcamiento subterráneo, tal vez pueda tener algún tipo de piscina o alberca en la cubierta y mantendrá útiles, por supuesto, las fachadas a las calles Padres Marchena y Zaragoza. Está por conocer la empresa que explotará el futuro establecimiento hotelero, que se sitúa en una zona del centro donde ya opera un cinco estrellas, como el Nobu de la Plaza de San Francisco, o el histórico Colón de la calle calle Canalejas, amén de acoger ya o estar previstos varios nuevos negocios de cuatro estrellas.

Sevilla batirá casi con toda seguridad el récord de los tres millones de visitantes a finales de 2024 en función de los registros del primer trimestre. La oferta hotelera no deja de crecer por efecto de un turismo masificado en todo el mundo. Por otra parte, la ciudad cuenta con un patrimonio histórico-artístico sobre el que existe un consenso: la mejor forma de garantizar su conservación es darle uso. También aumentan los casos de monasterios en los que ya funciona o está a punto de hacerlo un servicio de hospedería con el que obtener ingresos para el sustento de la congregación, caso del convento de la calle Águilas o el de Santa Rosalía, a los que se sumarán más del centro en breve.