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España

Illa contra ellos

  • El socialista se erige en dique para taponar el independentismo de Puigdemont y Aragonès

  • Cataluña y la comedia

Salvador Illa, en su último mitin de campaña.

Salvador Illa, en su último mitin de campaña. / David Zorrakino / EP

Illa contra ellos, Illa contra todos, Illa como dique de contención del independentismo. Illa, maravilla, que cantaría al unísono una hinchada futbolera. De hondas raíces católicas, Salvador Illa se encomienda hoy a san Pancracio, santo de los afligidos por la pobreza. El líder del PSC quiere convertirse en el defensor de los constitucionalistas que se enfrentan a un secesionismo que ha llevado a Cataluña a una crisis profunda a todos los niveles. Quien fuera ministro de Sanidad en la pandemia quiere curar las heridas provocadas por una década de enfrentamientos entre los soberanistas y el Estado español. Para ello debe confirmar las expectativas y disparar los escaños de los socialistas a 40 o más (la mayoría absoluta está en 68 asientos) para verse con legitimidad para la investidura.

Illa, además, no sólo busca una rotunda victoria por él, también por el compañero Pedro Sánchez, necesitado de un triunfo tras su parón reflexivo y sabedor de que gobernar en La Moncloa y en el Palau de Sant Jaume le aliviaría algo una legislatura ya de por sí endiablada.

Recuperar el trono y ser coronado es lo que ansía con todas sus fuerzas Carles Puigdemont, fugado de España desde hace seis años y medio, y que quiere redondear con una remontada en las urnas ante Illa las buenas noticias que recibirá en breve cuando regresa a Cataluña merced a la ley de amnistía planificada por él mismo, con la connivencia del PSOE y sus socios en Madrid.

El ex president ha subido el tono contra Illa en los días finales de la campaña electoral con el objetico de vincularlo una y otra vez a los poderes del Estado, "el gobernador civil de Sánchez", "el hombre de negro" de La Moncloa en Barcelona... No parece que al ex alcalde de Gerona le vaya a dar para cazar al PSC en votos, pero cuanto más se acerque a los socialistas y más aleje a ERC, su rival secesionista, más disfrutará por haber planificado una estrategia perfecta de cara a su vuelta. En dicha táctica no faltan los emotivos mensajes de otro católico de pura cepa, Jordi Turull, mano derecha de Puigdemont, quien pidió el viernes en Francia votar a Junts para hacer posible el regreso de su gurú a Cataluña, algo que "sólo pasará una vez en la vida"...

A Pere Aragonès, jefe del Ejecutivo catalán y responsable de este adelanto de los comicios al 12-M, se le ha ido poniendo cara de perdedor conforme pasaban las semanas. Esquerra está pagando el pato de no disponer de Oriol Junqueras, aún inhabilitado, y de haber abrazado mediante el diálogo a Pedro Sánchez, y eso suele ser peligroso para quien se arrima al presidente del Gobierno.

Muchos dan por hecho que Illa deberá persuadir a Aragonès y compañía para que el PSC recupere la Generalitat 14 años después de la presidencia de José Montilla –luego llegaron Artur Mas, Puigdemont, Quim Torra y Aragonès–, aunque los republicanos tendrán que decidir entre dos opciones que a priori no son nada amables para sus simpatizantes: aliarse con el PSC o hacer un frente independentista con su enemigo íntimo (Junts), con quien ya rompió el Govern en octubre de 2022, e investir al huido Puigdemont, el hombre que salió por piernas de España y no pisó la cárcel un solo día, echando mano también de la CUP y quizás de la ultraderecha xenófoba catalana...

Son las dos alternativas más viables, o las únicas, amén del bloqueo que obligue a volver a las urnas dentro de unos meses para votar nuevamente en Cataluña.

La derecha constitucionalista es un actor de reparto en esta política catalana con tintes de comedia en algunos momentos. El PP pegará un impulso, entre otras razones por su magro botín en los anteriores comicios (tres escaños y octava fuerza en el Parlament) y sólo confía en adelantar a Vox, con el que ha mantenido un duro combate dialéctico en los últimos tiempos en buscar de rascar votos. Ciudadanos, a su vez, no es ni la sombra de lo que fue cuando ganó con Inés Arrimadas. Carlos Carrizosa no quiso una alianza con el PP y habrá que ver si la formación naranja tiene sitio en la Cámara regional.

Estas elecciones en las que Illa exhibe músculo ante el independentismo serán también un plebiscito para Pedro Sánchez, que seguro que esta noche lo pasa mejor que en la siguiente cita electoral: las europeas el 9 de junio.

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