Semana Santa

Los nazarenos de Santa Cruz ponen la nota sobria al Jueves Santo en Málaga

La Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia, de la cofradía de Santa Cruz.

La Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia, de la cofradía de Santa Cruz. / Javier Gallardo

La Cofradía de Santa Cruz guarda en su esencia la seriedad y el rigor. En sus inicios procesionaba en silencio y con los años fue mutando hasta encontrar su estilo, que ahora ya parece asentado cuando realiza su salida penitencial en la tarde del Jueves Santo. En la plazuela del Cristo de la Sangre se ha agolpado numeroso público minutos antes de salir la cofradía, más que otros años.

A las cinco en punto se ha hecho el silencio en la recoleta plaza y se han abierto las puertas de la parroquia de San Felipe. Desde el interior han comenzado a desfilar los nazarenos negros de Santa Cruz. Primero la cruz guía, que tiene la singularidad de guardar en su interior al titular que da nombre a la corporación nazarena. Ha acompañado a la insignia los sones de una capilla musical.

Minutos más tarde ha efectuado su salida la titular mariana, la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia. Desde el interior se podía comprobar como, poco a poco, ha ido caminando el trono por el interior del templo. La banda de música ha interpretado una de las marchas dedicada a la dolorosa. Hay que recalcar el respeto del público durante la salida de los últimos tramos que preceden a las andas. Es difícil encontrar momentos así en la Semana Santa de la ciudad.

Difícil ha sido la maniobra de salida, donde el trono ha salido a ras de suelo. Los portadores, con capillo y cinturón de esparto, al igual que los nazarenos, han elevado el trono tras los toques de campana para poner las patas. El silencio ha sido sobrecogedor, solo un murmullo imperceptible de fondo. Ha comenzado a mecerse el trono con los sones de la marcha Cristo del Amor, del malagueño Francisco Javier Moreno.

Luego ha encarado y subido la Calle Guerrero el único trono que procesiona la cofradía con la marcha Benigne Fac Domine, de Eduardo Ocón. Tras ello, el tambor ronco ha marcado el paso. Los monaguillos han ido repartiendo unas pequeñas estampas. La Virgen se ha adentrado en la calle Montaño buscando la plaza de la Constitución y realizar así su anual estación de penitencia en la Catedral.

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